Parálisis de sueño | Relato

in #steempress6 years ago (edited)
La noche de Jorge transcurrió como cualquier otra: cena con la familia, un poco de quehaceres, un maratón aburrido de películas y la eterna lucha para conciliar el sueño. Los últimos días habían sido los más difíciles en cuanto a descansar se refiere. Le costaba dormir las 8 horas, amanecía con un cansancio brutal en el cuerpo, unas manchas oscuras bajo los ovalados ojos y un mal humor terrible. En una búsqueda rápida por la web encontró unas técnicas de relajación imprescindible para encontrar el punto perfecto de descanso.

Dicha técnica consistía en una música clásica de fondo, unas respiraciones antes de pegar los parpados, y cuando llegaba el momento de descansar, llevaba a su mente a un lugar fuera de toda órbita. Allí donde no hay nada, solo calma, vacío, tranquilidad. Su cuerpo parecía entender las intenciones de la mente de Jorge. Las manos tensas se le calmaron, el dolor de espalda se iba perdiendo poco a poco, y las respiraciones aceleradas ocasionadas por la ansiedad de no conciliar el sueño se alejaron. Lo estaba logrando.

De hecho, lo logró.

Unos dos minutos y Jorge consiguió 'Perderse' en el basto mar de la tranquilidad.

Hasta que se despertó.

Pero en realidad no se había despertado. Al menos no su cuerpo. Mientras que todo a su al rededor parecía suceder en cámara lenta y en una escena paralizada, incluyendo su cuerpo, su mente estaba en el mejor momento posible. Podía observar todo y a la vez nada. Miró hacia su brazo derecho, mandando una orden de movimiento pero fue en vano, no podía hacerlo. Al igual que con su pie y otras extremidades. Al principio se sentía increíble. Como si flotaras en el espacio sin ninguna gravedad que te atrajera a la superficie de la tierra. Esperó pacientemente que sucediera el efecto, quizá era un efecto secundario de las técnicas de relajación. No debía durar mucho.

Duró más de lo pensado, en realidad. No sabía muy bien, pero se encontraba en ese estado por alrededor de una hora. Lo "increíble" ya no lo era tanto. Los intentos por moverse superaban el 'intento', sino más que una necesidad. Necesidad de sentirse vivo. ¿Y si había muerto? ¿Y si en realidad se había perdido completamente y ahora tendría que esperar que alguien lo encontrara? ¿Y si alguien lo tenía que despertar para salir de ese estado? no aguantaría más que el ahora. Se sentía con una ansiedad terrible. Quería desapestar. Quería moverse. NECESITABA DESPERTAR Y MOVERSE.

Otra hora más quedó en el olvido y Jorge no soportaba más la carga mental que lo presionaba de lado a lado. Eran como unas paredes que se cerraban poco a poco y él se encontraba justo en el medio sin poder mover un musculo. Las cosas que pasaban por su mente para intentar mover su mano eran ridículas. Lo estaban desgastando. Pero quizá no era consciente de que algo peor se avecinaba. Y lo supo cuando el rabillo de su ojo notó la presencia de una mancha.

La mancha luego se convirtió en una silueta, y la silueta en algo más concreto: una persona. Esa persona no era alguien que conociera, no era uno de sus hijos, ni su esposa. Era un hombre mayor, con sombrero y bigote. La piel la tenía arrugada, como si hubiera pasado mucho tiempo en la tierra. Pero lo peor no era eso, sino los ojos negros sin ningún brillo. Estaba en la esquina, viéndolo, observándolo, admirándolo. Quiso gritar del miedo cuando dio un paso, pero por supuesto, era en vano. Siempre sería en vano.

El hombre comenzó a acelerar el paso hasta llegar al borde de la cama, justo a su lado. No importa si no podía moverse, si no podía gritar, internamente lo hacía. Internamente se encontraba cagado hasta los pies. Desde la punta de la superficie de la uña de su pie, hasta el último cabello de la cabeza. El hombre se montó encima de él. Cuando lo vio con esos ojos vacíos, tan negros como el espacio mismo en una noche sin estrellas, Jorge se perdió realmente. El hombre comenzó a rasgar su piel con un hambre inmensa, había puesto una de sus filosas uñas en el borde del ombligo y comenzó a rasgar y rasgar. Jorge no sabía si era real o mentira, pero sentía un dolor inmenso. No podía sacar al sujeto de su cuerpo. Él estaba ahí haciéndolo pedazos. Rasgaba su cuerpo una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez. No había nada que pudiera. No había un pelo que podría mover. Era como estar MUERTO.

El sol tardó en salir aquella mañana. Para la esposa de Jorge era como cualquier otra: Desayuno a sus hijos, un baño tranquilo y luego a despertar a su marido. Cuando lo movió una vez y no se levantó se asustó. Lo intentó varias veces y nada. Hasta que presionó con tanta fuerza que Jorge no le quedó más remedio que abrir los ojos. Ojos que en lo absoluto contenían vida. No había nada en Jorge que se moviera. No reía, no se impresionaba, no se asustaba, lo había perdido todo.

Era un cascarón vacío.



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