PARANOICO | Relato

in #steempress6 years ago (edited)
Uno, dos tres. «Gota»
Uno, dos tres. «Gota»
Uno, dos tres. «Gota»

Me encuentro pasmado en la cama de la habitación intentando conciliar el sueño. Recalco la palabra «intentando» porque hay un maldito ruido que no me permite dormir. Llevo horas petrificado en el recto de la cama, con las ideas más locas atravesando mi cabeza y con unas ganas terribles de romper el lavamanos del baño. Es un sonido inquietante, de cierto modo aterrador, y la verdad es la meca de la irritación. Cada tres segundos una diminuta gota impacta contra la base de cerámica. Me molesta. Me aterra. Me pone furioso.

No se confundan, no estoy loco. No me considero hipersensible, sino que el maldito sonido de la gota me está poniendo los pelos de puntas. ¿Por qué no puede parar? la he cerrado con fuerzas, no sé, unas VEINTE MIL VECES. Disculpa que haya levantado la voz. Como dije, no estoy loco ni me considero hipersensible.

Me levantaré de nuevo. Lo he hecho como dije, unas veinte mil veces. No tengo opción, me aterra ese sonido. Se mete por el interior de la piel y hace pelar los ojos del impacto. Voy rumbo al baño, me paro frente al lavamanos, estiro el brazo y presiono la llave con fuerza. Y luego otra, y otra, y otra por última vez. Flexiono mi torso hacia el tubo, pegando la vista del orificio, asegurándome que no haya rastros de liquido esperando bajar e impactar con la base de cerámica. Me cercioro lo suficiente para estar seguro.

Salgo del baño, pero antes... ¡AJÁ! volteo inesperadamente para sorprender a la gota. Pero no hay nada. Bien. Eso fue un poco vergonzoso. Lo siento, sin embargo, era necesario. Nunca se está seguro en esta vida. Vuelvo a la cama, me acuesto, cierro los ojos y empiezo a contar:

Uno dos tres... cuatro. No hay gota.

Ufff, al fin. Se ha callado. Por fin he encontrado la paz que tanto necesitaba. Ahora sí podré conciliar el sueño y llevar mi mente a un lugar donde reine la tranquil... ¿Y si no ha parado? ¿Y si en realidad está esperando que intente dormir para hacer de las suyas y caer en la maldita base para así molestar mi paz interna? La conozco. Es capaz de eso y mucho más. No me puedo confiar. Lleva así toda la noche. Como un cazador persiguiendo a su presa. Silencioso cuando está atento, pero feroz cuando se descuida. No puedo ser una presa, tengo que ser el cazador.

Me levanto de la cama, de nuevo, camino en puntillas y me quedo del otro lado de la puerta del baño vigilando a mi presa: La gotera del lavamanos. Está ahí, lo sé. Si me acerco lo suficiente se dará cuenta y se esconderá. Es más listo de lo que parece. Esa es otra de las razones por las que no me considero loco, porque soy capaz de racionar. La situación me ha llevado al extremo de cazar a mi presa y detenerla. La maldita gota no podrá con el intelecto del humano.

Pegando mi espalda a la superficie de la pared, inclino mi cabeza por la abertura de la puerta del baño y observo al lavamanos. Está ahí, tranquilo, sin gotear. Pero que no los engañe. Es solo una cortina de humo para tapar sus verdaderas intenciones: gotear, y gotear, y gotear, hasta que el sonido penetre tus oído y se clave en lo más profundo de tu mente como una semilla en la tierra, germinando desesperación. En fin, a lo que iba. Observo al lavamanos, desde la abertura de la puerta y la pared. Está quieta. No me confío y la observo por la mitad de la madrugada. Los parpados se me caen solos, pero no puedo apartar la vista de mi objetivo.

Espero. Espero. Espero. Espero. Esto es más difícil de lo que parece. Necesitas mantenerte lo suficientemente callado para no levantar sospecha pero lo suficientemente atento para reaccionar al momento en que se muestre un signo de vida por parte de la gota. Espero, espero, espero. Podría fácilmente darme vuelta y enfrentar a la cama, pero la gota volvería y tendría que levantarme. Así que, espero, espero, espero, espero, espero.

Bien. Actualización. No goteó. Creo que se ha calmado. Ahora sí puedo concluir que ha cesado la batalla interna entre la conciliación de mi sueño y el sonido petulante de la gota estrellándose con la base del lavamanos. Me retiro de la pared del baño, acomodo las sabanas de la cama y me pasmo sobre ella dispuesto a cerrar los ojos. Ahora sí podré descansar tranquilo. Ven, se los dije, no estoy loco.

Uno, dos tres. «Sonido de la alarma despertadora»

Mierda.



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