Mientras sea navidad... | Relato

in #steempress6 years ago (edited)

MIENTRAS SEA NAVIDAD


Las tormentas navideñas son apoteósicas y eso Daniel lo sabía muy bien. De hecho, se encontraba viviéndola en carne propia dentro de aquél auto en una carretera lejos de su casa. Desesperado, y asustado de lo que sería su noche de navidad, golpeó el volante provocando que el vehículo soltara un pitido molesto que captó la atención del conductor frente a él, quien mostró el dedo de en medio con una expresión envuelta en estrés y cansancio.

No era su culpa, pero las circunstancia y el frío de la 'blanca navidad' lo tenían en la cúspide de su impaciencia. Se recostó sobre el asiento, mirando el techo del auto y suspiró con un '¿qué voy hacer?' poco alentador. Volteó la vista, miró el pastel recién comprado y no pudo evitar bajar la cabeza en señal de derrota. La tormenta no iba cesar, la nieve no se iba a esfumar y la inmensa cola no conseguiría avanzar. Se encontraba estancado, un 24 de diciembre por la noche.

Lo que más temía era hacer un llamado a la familia. La tía, la abuela, el abuelo, su hermana, sus dos padres y él habían quedado para compartir una hermosa cena navideña en casa, cada quien traería una parte de la cena. A él le había tocado el pastel, pero descuidado como siempre lo dejó para última hora. Con toda la pena del mundo, y la decepción de la familia en sus hombros, no tenía más remedio que llamar y cancelar su lugar en la mesa.

Luego de respirar unas cuantas veces, tomó valor de donde no tenía y llamó a su hermana. No contestó. Justo lo que necesitaba, que lo ignoraran. Marcó al número de su padre, su madre, su tía, y para sorpresa de él nadie contestó. ¿Le estaban haciendo la ley del hielo? Aún no era la hora, faltaban al rededor de 45 minutos, tampoco es que fuera mucho tiempo para considerarlo un atraso.

Intentando unas cuantas veces más la tormenta de navidad se ensañó y aumentó su furia. Los parabrisas del auto hacían un esfuerzo por mantener los cúmulos de nieve fuera de la vista, mientras los neumáticos hacían lo que podían para no quedar estancados. Pasados los 45 minutos, y un poco más, el teléfono finalmente sonó. Era su hermana. El regaño está a punto de venir.

Solo al contestar notó que no había rastro de molestia en la voz de su hermana, sino más bien de desesperación.

-Daniel, por el amor de cristo, por fin atiendes. Esto va mal, muy mal, no encuentro soluciones-. El tono de voz oscilaba entre desconcierto y decepción. Mientras que el rostro de Daniel se mantenía en asombro.

-¿Qué sucede? He intentado llam...

-¡Todos estamos atrapados! ¡TODOS! La abuela y el abuelo no consiguieron salir del aeropuerto. A la tía Sonia le cayó un montón de nieve en la puerta, papá y mamá atrapados en la panadería con el pan de jamón en la mano a punto de enfriarse, y yo no logro ni dar un paso fuera del centro comercial. ¡Es un desastre!

La situación no solo era mala para él. Pero, oh, sorpresa, la cena de navidad iba rumbo a la ruina. La blanca navidad era ahora la oscura navidad de los atrapados. Ni siquiera en las tontas películas navideñas de la época que pasaban todo el día por la televisión podían ser tan absurdas.

-Bueno... Por mi parte, si consigo moverme un centímetro de esta carretera lo consideraría una victoria-respondió a las palabras de su hermana chiste irónico.

-Genial, simplemente genial, esto va de mal en peor, Daniel. De mal en peor. Sabes qué, estoy cansada, me rindo. Me quedaré sentada, sin ánimos de nada, esperando que cese la tormenta. Me rindo. Me rindo-. Y trancó.

Daniel se recostó del asiento. La situación se había tornado a algo sumamente decepcionante. 'Navidad, época de celebración y reunión familiar'. Ese lema se convirtió en mal sabor de boca. No había nada que pudieran hacer al respecto, al menos que mágicamente sacudieran la tormenta y eso no iba a pasar en unas largas horas. Las opciones para Daniel se estaban acabando y antes de que se diera por vencido, recordó algo muy importante...

Agarró el móvil, buscó el número de su hermana y marcó. Respondió al segundo intento. -¿Qué sucede?-dijo ell con voz pesada.

-Aún es navidad, ¿no es así?-preguntó Daniel que parecía tener una idea, o había perdido la cabeza.

-Sí, supongo-replicó irónicamente su hermana.

-¿La tía Sonia estaba encargada del pollo, papá y mamá del pan de jamón, los abuelos de las galletas y demás aperitivo, tú del plato típico y yo del pastel, ¿no es así?

-Uhmm.. Sí-. Sin necesidad de ver el rostro de su hermana podía deducir que no entendía nada de lo que estaba diciendo.

-Pues, celebremos en familia-dijo, y antes que su hermana replicara con una palabrota, respondió-. Mientras sea navidad, mientras estemos la familia, aún podemos estar juntos.

Luego de una larga explicación, una llamada de aquí para allá, unas cuantas risas y lamentos, todos consiguieron conjugar la loca idea que había tenido Daniel. Tomó el móvil, lo puso frente a él de manera que enfocara su torso y el pastel de navidad. En una mega llamada de skype, su tía enfocó la mesa con el pollo, sus abuelos en un rincón del aeropuerto mostraron las galletas, sus padres se sentaron en la panadería junto al pan, mientras que su hermana mostró para todos el típico plato navideño. Y en sonata, al mismo ritmo de la señal cibernetica, le dieron un gustazo a su respectiva comida.

Daniel tenía razón, mientras sea navidad y esté la familia aún se puede estar juntos.



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