Roberto mi vecino no me caía bien, lo reconozco, pero tampoco era que lo odiara, me fastidiaba su constante queja, siempre me pedía que bajara el volumen porque según él, la música estaba muy alta. Siempre tengo música de fondo en mi casa, no soporto el silencio. Yo vivía sola y me encantaba, disfrutaba de mi soledad, me gustaba leer, escribir y bailar sola. Me sumergía en mi mundo de fantasía y la verdad yo no necesitaba de más nadie. Me encanta llegar a mi casa del trabajo, lanzarme en el sofá y ver la televisión.
Vivir sola era un placer, no me molestaba de ninguna manera hasta ese día, en el que bailaba en ropa interior en la sala, con el equipo de música a todo volumen, giré hacía un lado y miré a un hombre alto dentro de mi casa, mirándome fijamente. Me quede paralizada al verlo, mi corazón latía rápidamente y por un momento no sabía qué hacer. Corrí hasta la puerta principal, jamás me había parecido tan lejos esa puerta como ese día, salí en ropa interior, en el momento solo quería estar a salvo, no me importaba nada más que no fuese alejarme de ese desconocido. Corrí hasta la puerta de mis vecinos y comencé golpear su puerta dando gritos. Me abrió Roberto y me lancé a sus brazos como si fuese mi amigo de toda la vida y como que si no me cayera mal. Recuerdo que sus hijos me miraban sorprendidos, rápidamente su madre los mandó a su habitación y yo intentaba explicarles que había visto un hombre dentro de mi casa, ellos me pedían que me calmara, que no podían entender. Cuando Roberto entendió lo que quise decir, se empeño en ir a ver pero su esposa no lo permitió, en vez de eso llamó a la policía, y me prestó un paño para cubrirme.
Al llegar la policía, como me imaginaba ya no había nadie en la casa, los oficiales Sofía Ramírez y su compañero Carlos Carvajal, tomaron mi declaración, lamentablemente no recordaba cómo era este hombre, todo fue muy rápido, no podía describirlo, no recordaba si era flaco o gordo, tenía la mente en blanco, lo único que recordaba era su altura, la verdad ya comenzaba a dudar si realmente era alto o fue solo el miedo que me hizo verlo así.
¿Usted lo vio? – le preguntó Ramírez a mi vecino Roberto, pero el negó con la cabeza.
Finalmente la policía se fue y no se veía ninguna señal de que harían algo al respecto, después de todo, yo tampoco pude suministrarles mucha información. Regresé a mi casa, y ya estar sola no me parecía tan divertido como antes. No podía dejar de preguntarme como hizo este hombre para entrar en mi hogar, tal vez dejé alguna puerta mal cerrada y no lo recuerdo.
Aseguré todas las puertas e intente descansar, los siguientes días no podía colocar música, temía que eso pudiera evitar escuchar cualquier sonido de alguien intentando entrar en la casa, estaba acostumbrada a escuchar música mientras cocinaba, limpiaba, lavaba, escribía, e incluso mientras estudiaba. Pero cada vez que ponía la música me parecía percibir algo que me hacía apagar el equipo de sonido, y fue así como terminé optando por una casa en silencio. Me sentía ansiosa así que comencé a trotar en las mañanas para despejar mi mente.
Pasaron como dos semanas aproximadamente o tal vez más y afortunadamente no sucedió más nada, conocí a un hombre llamado Jorge y empezamos a salir, poco a poco fui olvidándome del desconocido en la sala, comencé a colocar música de nuevo, y volvieron también las quejas de mi vecino Roberto por lo alto de la música. Mi vida estaba volviendo a su normalidad o eso yo creía, pero saliendo del trabajo una mañana, sentí que alguien me seguía, volteaba y era un hombre al otro lado de la acera, con una chaqueta azul que tapaba su cabeza, cambié de dirección y a todas partes que yo iba él me seguía, decidí ir a casa y dejar de preocuparme, tal vez simplemente seguía la misma ruta que yo.
Esa noche invité a Jorge a la casa, cenamos, conversamos un rato y estábamos pasando un buen rato juntos, cuando estabamos en la cama, una imagen en la ventana me hizo gritar, era nuevamente el hombre de la chaqueta azul, que se alejó apenas comencé a gritar. Jorge no entendía que ocurría conmigo, le expliqué que había visto a un hombre observándonos por la ventana. Él salió a investigar pero no encontró a nadie, pero era evidente que alguien había atravesado la cerca del jardín, las plantas colgantes estaban rotas, el hombre misterioso las habría apartado para llegar a mi ventana y las flores del suelo estaban todas machacadas, posiblemente las había pisado.
Estaba muy asustada, comprendí que era el mismo hombre que hace unos días estaba en la sala de mi casa. Llamamos a la policía, y nuevamente aparecieron los oficiales Sofía Ramírez y su compañero Carlos Carvajal. Me sentí un poco incomprendida, especialmente porque Ramírez hizo una mueca y luego me miro de arriba abajo con incredulidad cuando le preguntó a Jorge si había visto a alguien. Sin embargo los oficiales dijeron que estarían pendientes y que mandarían a una patrulla a dar vuelta en el lugar cada cierto tiempo si algo ocurría.
Luego que se fueron los oficiales me sentí alterada y ansiosa, sentía que en cualquier momento este individuo aparecería y me haría daño, Jorge me decía que estaba exagerado, el ambiente se puso pesado y terminamos discutiendo, él se fue de la casa y apenas se retiró ya no me sentía molesta con él por no entenderme, me sentía asustada, fui a mi habitación y le escribí un mensaje pidiéndole que por favor me disculpara y regresara, no quería dormir sola esa noche, pero él no me respondió, vi televisión un rato e intente relajarme pero era muy difícil, solo pensaba en el hombre que nos veía por la ventana. Apagué el televisor para dormir y escuché pasos afuera, comencé a asustarme de nuevo.
Salí de mi habitación y coloqué mi oído en la puerta principal, definitivamente alguien estaba allí, no sabía lo que hacía pero podía escuchar pasos y me pareció escuchar mi ventana sonar, pensé que se estaba metiendo por la ventana de mi cuarto, sin saber que hacer comencé a llorar. Luego escuché a alguien tocar mi puerta y llamarme. “Emily, abre la puerta”. Reconocí la voz de Jorge y abrí la puerta, al verlo lo abrace aliviada. Jorge estaba inspeccionando la ventana para ver si alguien podía romperla y entrar. Esa noche y las seis noches siguientes se quedó conmigo. Por esos días nada raro pasó.
No quería que él se fuera, pero no quería que se sintiera presionado, después de todo no hace mucho que lo conocía y prácticamente lo había forzado a quedarse conmigo en mi casa así que seguí mi rutina como si nada. Intenté seguir con mi rutina diaria.
Una noche fui hacia la cocina a buscar agua como de costumbre y pude escuchar a los perros de los vecinos ladrar, me asomé por una ventanita que tengo en la cocina que da hacía el patio de mi casa y del susto caí al suelo, el desconocido estaba allí en mi patio. Al verme empezó a darle golpes a la puerta y a pegar gritos: Abre la puerta puta, ¡vamos!, la vas a pasar bien, ¿Cómo te gusta que te den?
Yo no podía creer lo que escuchaba, me levanté del suelo y miraba a la puerta asustada con miedo de que pudiera abrirla, de pronto lo escuchó llamarme: “Emily… abre lindura, la vas a pasar bien”. Me sentía aterrada de que supiera mi nombre, corrí a mi cuarto y agarré a mi celular, marqué al teléfono de la oficial Ramírez, y mientras repicaba me encerré en mi baño, empujé un armario de madera que tenía en el baño y lo coloqué en la puerta, al responderme le dije llorando lo que ocurría. Sentí que espere una eternidad a que llegara la policía, ellos revisaron la casa, yo todavía seguía en el baño encerrada, tenía mucho miedo de salir. Me aseguraron por teléfono que ya habían revisado el exterior de la casa y no habían visto nada, que si deseaba que forzaran la puerta de mi casa para revisar adentro, tomé valor y salí del baño y yo misma les abrí para que revisaran todo.
Estaba en pánico y no dejaba de llorar, estaba fuera de mi misma, comencé a agarrar fuertemente por los brazos a los oficiales rogándoles que no me dejaran sola, que por favor me ayudaran. La oficial Ramírez quien parecía estar a cargo, me aseguró que una patrulla se quedaría toda la noche afuera de mi casa vigilando luego me dijo viéndome a los ojos: Tranquila, yo le aseguro que la voy ayudar a resolver su problema, mañana entrevistaremos a los vecinos para ver si han visto algo extraño, por favor vaya a la comisaria mañana a las dos de la tarde, para darle la información de que lo que investiguemos y discutir un plan, allí la estaremos esperando.
Luego de lo ocurrido fue difícil dormir, de hecho creo que no lo hice, a cada rato me asomaba por la ventana a ver si la patrulla seguía allí, sin embargo sentía un poco de alivio al saber que al día siguiente discutiría mi caso en la comisaría. Al siguiente día , en la comisaría, la oficial Ramirez me recibió con una sonrisa que no era característica suya, me pidió que la siguiera a una oficina y mientras caminábamos me comentaba que pasó toda la mañana entrevistando a los vecinos y demás habitantes de la zona y nadie había visto a un hombre con mi descripción. Llegamos a una pequeña oficina donde me presentó a una persona llamada Camila Landaeta, que trabaja con ellos. Quede a solas con Camila, y ella me realizó una series de preguntas como dónde vivo, si estaba soltera o casada e incluso cuanto tiempo llevaba sin pareja. No sabía cómo etiquetar a Jorge así que dije que estaba soltera, me pidió que le describiera todas las veces que había visto a este hombre, como lucía y que había sucedido después.
Ella hacia anotaciones y yo me sentía feliz, por fin alguien de la policía me estaba escuchando, imaginé todo lo que le decía le serviría de pistas para atrapar al hombre que me había estado robando la paz. Mis esperanzas se vinieron abajo cuando después de tantas preguntas comenzó a decirme:
Emily, nadie ha visto a este hombre que estás describiendo, ¿crees que es posible que lo estés imaginando?
No – dije con seguridad.
Escucha, no quiero que te sientas atacada, puedo ver que estás un poco a la defensiva, recuerda que estoy aquí para ayudarte, todos en esta comisaria desean ayudarte. Hay personas que se enferman inconscientemente para llamar la atención y recibir afecto de las personas que aman, esto no lo hacen a propósito ni lo hacen porque sean malvadas… Yo creo que al tener cinco años viviendo sola, te empezaste a sentir mal, a sentir triste y tu mente creó una ilusión para salir de ese vacío así como cuando alguien sano se crea una enfermedad ficticia, tu ilusión te dio resultados, ya que recibiste confort y apoyo de tu vecino y eso hizo que luego al estar con este hombre volvieras a hacer lo mismo, es decir, tú sabías que él se iría, que era algo de una noche entonces volviste a recrear la ilusión de ser atacada por este fantasma para llamar su atención.
No, yo no estoy inventando. – dije molesta cruzándome de brazos.
No te estoy diciendo que lo hayas hecho a propósito, tú te creíste la ilusión que te formaste, tú creíste tu mentira… me dijiste que durante los siete días que estuvo en tu casa no viste nada ¿cierto? Mientras él estaba allí no necesitabas crear esa ilusión, pues te sentías acompañada, apenas se fue como necesitabas atraerlo de nuevo, de forma inconsciente…
Eso no es así- intenté explicarme
¿No es cierto que llorando le dijo a la oficial Ramírez que usted no deseaba estar sola? – me miro de arriba abajo.
¡Porque un hombre estaba acosándome! – terminé por gritarle y enseguida me di cuenta de mi error, Camila me miró de forma desaprobatoria y de pronto yo me sentí como un criminal, entendí que lo mejor que podía hacer era quedarme tranquila y seguir escuchándola. Al finalizar, me entregó una tarjeta con el número de un profesional de la salud mental, agradecí la recomendación para no meterme en problemas, y al salir de la oficina leí en la puerta: Unidad de Apoyo Psicológico. Me sentí idiota al no haber visto el letrero al entrar.
Ese día llegué bastante desanimada a la casa, me sentía débil e impotente, sabía que la policía no iba a mandar de nuevo una patrulla a mi casa, así que decidí hablar con mis vecinos de mi miedo así pensaran que estaba loca, para mi sorpresa todos, absolutamente todos me dijeron haber visto al menos una vez a un hombre extraño con chaqueta azul caminar por la zona, y dos mujeres mencionaron haber tenido la misma desagradable experiencia de verlo en el patio de su casa cuando estaban solas. Sentí rabia, era evidente que los oficiales jamás habían preguntado nada a nadie. De haberlo hecho ya tendrían al menos el bosquejo del tipo y no dudarían de mi palabra. Para confirmar mis dudas, les pregunté a mis vecinos si la policía había hablado con ellos y ninguno había sido entrevistado. Me sentí molesta por no contar con el apoyo de la policía pero al menos intercambié números de teléfonos con mis vecinos.
Esa noche dormí con mi teléfono celular en la mano, a penas escuché sonidos comencé a marcarle a mi vecino Roberto, me respondió y le dije que lo que estaba escuchando, me dijo que se asomaría. Luego empecé a llamar a otro vecino mientras caminaba con miedo a la cocina donde podía escuchar a alguien tratando de abrir la puerta, podía ver un cuchillo salir y esconderse entre la puerta y la pared, justo donde estaba la cerradura. Vete de aquí comencé a gritarle y él me respondió: ¡Emily! Vas a hacer mía, lo quieras o no, tarde o temprano. ¿Por qué no me abres y acabamos con esto de una vez?
Pensé en correr y encerrarme en el baño nuevamente, ojala esto hubiese hecho, pero en vez de eso al escuchar una pelea afuera, me asomé por la ventana y allí estaban mi vecino con este extraño señor luchando por el cuchillo, abrí la puerta desesperada y en ese momento vi como sin compasión mi vecino fue acuchillado, comencé a gritar de forma histérica, mi vecino cayó a mi lado sin vida, con el cuchillo aun enterrado en su pecho.
¿Por qué tenías que hacer todo tan difícil? – me pregunta con una sonrisa en su rostro el siniestro hombre.
Me lancé hacía el cadáver de mi vecino y extraje el cuchillo de su cuerpo, y estiré mi brazo tembloroso hacía el hombre. “No te me acerques” fue lo único que pude expresar.
Ya estoy aquí, Emily ¿Dónde estás? La policía ya viene en camino – se escuchó la voz de mi otro vecino, el hombre al escucharlo salió corriendo de allí y mi vecino apareció del otro lado del patio, solté el cuchillo y lo abracé llorando. Él no me dijo nada, ni una palabra de consuelo, miraba tristemente el cuerpo de Roberto. La policía no se tardo en llegar, pero si en dirigirme la palabra, primero entrevistaron a mi vecino y yo espere sentada en la acera un buen rato, no podía creer que Roberto hubiese sido asesinado. Luego Carlos Carvajal se acercó a mí y me pidió que colocara mis manos hacía atrás, yo no entendía nada, mi cabeza me daba vueltas, unas horas más tarde cuando me tiraron en esta celda es que pude comprender que estaba presa, y así fue como terminé aquí, mientras el hombre del chaleco azul sigue allá afuera.
Fuentes de las imágenes: 1 2 3 4
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Tienes buena narrativa, sigue así.
Es un gusto saludarte desde Paraguay, te sigo y nos leemos en la próxima.