Mentiría si dijera que sentí desagrado por el apartamento, o que tuve un mal presentimiento, nada de eso, ame el lugar apenas lo vi, mi instinto me decía que debía adquirirlo, incluso lamenté el hecho de tener que alquilarlo primero, estaba desesperada por comprarlo. Me sentía tan a gusto en el, como si tener un apartamento tan lindo me hiciese especial, debo admitir que me sentía incluso superior a los que me rodeaban apenas me mude, como si yo hubiese logrado algo que ellos no.

     Sabía que no estaba pagando ni la mitad del precio que pagaban los demás por alquilar un apartamento de este tipo, una persona con mi salario no podía pagar un apartamento tan lindo en esa zona, ni siquiera trabajando durante cien años, esto era algo increíble, ya venía amueblado y era el más espacioso en el edificio, pero jamás me cuestione porque un sitio tan lujoso y moderno que debía ser carísimo, me había salido tan económico. ¿Por qué cuestionarlo? Es como si me hubiese ganado la lotería y hubiese preguntado: ¿Por qué gané yo? ¿Por qué no le dan el premio a otro?

     No, no, yo no hice eso. Yo agradecí y celebré haber encontrado ese increíble lugar, que era sin duda alguna el más elegante que había conocido en toda mi vida; la cocina me encantó apenas la vi, con su piso de madera y unos gabinetes que si te fijabas de cerca podías ver lujosos detalles dorados.

     El apartamento no solo poseía una majestuosa belleza sino que además reunía todos los requisitos para la vida, una sala de estar grande con espacio suficiente para recibir visitas y hacer reuniones sociales, otra sala de estar más pequeña y hogareña, no era moderna como el resto del apartamento pero bastante cómoda para relajarse y pasar el tiempo viendo televisión, una pequeña oficina con excelente administración de espacio, que te permite almacenar todo lo que necesites y trabajar cómodamente, un pequeño gimnasio con el espacio suficiente para hacer aerobic y tener máquinas, tres habitaciones con su respectivos baños y vestíbulos, dos hermosos balcones, y lo que más me gusto es que tenía lavandería, así que no tenía que bajar y utilizar la del edificio.

     Al principio sentí compasión y preocupación, pero luego que el suceso comenzó a hacerse habitual empecé a sentir un poco de rabia, pensaba que me mentía solo para que no compráramos el apartamento, él jamás le gustó el hecho de que quedara a 30 minutos de su trabajo. Además yo no nunca veía nada raro. Entonces cada día creía menos en sus ataques de pánico y la supuesta muerta que se le aparecía. Jorge, mi esposo, ya no se sentía cómodo en el apartamento, siempre buscaba excusas para salir, mientras yo buscaba excusas para quedarme.

     Sí, no le creía ni un poco, por eso fue una gran sorpresa esa noche que iba a la pequeña salar de estar a ver televisión, había discutido con Jorge por el asunto de no vender el apartamento, lo había acusado de mentiroso y estaba tan molesta que no quería pasar la noche con él, pensé que en quedarme en otra de las habitaciones, pero la sala de estar por ser pequeña y tener esa sencillez que me recordaba la casa de mi infancia, me parecía bastante acogedora. Cuando entré, allí estaba ella, una pequeña niña al frente del televisor.

     Fue horrible el miedo que sentí, tenía miedo de que la niña me viera, tenía miedo de darle la espalda, tenía miedo de cualquier cosa, solo caminaba hacia atrás y así fue que regresé a la habitación y le dije tartamudeando a Jorge: "La – la- la- vi- yo- yo –yo vi- a –la ni-ni-ni-ña-ña". Dormimos amorochados, ambos teníamos miedo de separarnos y ver a la niña, por fin comprendí el miedo que sentía Jorge, y por esa noche creí que él era lo único que necesitaba para estar bien. Entre sus brazos sentía una seguridad difícil de explicar, él era mi hogar. Fue un buen abrazo, aun lo recuerdo con mucho sentimiento. Al día siguiente me sentía muy diferente en cuanto a vender el apartamento, cuando Jorge iba a llamar para decir que no compraríamos le rogué que no lo hiciera, que le diera otra oportunidad, que tal vez era algo con solución y así terminamos discutiendo de nuevo.

     Cuando vi el apartamento por primera vez pensé que sería motivo de unión y felicidad, que sería el hogar donde criaría a mis hijos, pero ya hace veinte años que me divorcié de Jorge y no he podido encontrar a un hombre con el valor suficiente de vivir aquí, y aunque lo consiguiera ya estoy muy vieja para tener hijos… no pude dejar el apartamento, no me critiques por eso, uno no gana la lotería y luego regresa el dinero. En cuanto a la niña, a veces la veo y a veces no, a veces me asusta verla y a veces no. Muy de vez en cuando escucho sonidos extraños, como si llorara, especialmente en el mes de diciembre, pero en esa época aprovecho y me voy de viaje a visitar a mis familiares, así evito escucharla.