Una caja roja llena de cosas. Relato infantil (Final)

in #steempress6 years ago (edited)


Imagen para libre uso por David Bartus (Pexels)

Por favor, haz click abajo si quieres leer las dos primeras partes:


Una caja roja llena de cosas. Relato infantil (Parte I)
Una caja roja llena de cosas. Relato infantil (Parte II)


—Tienes tres días, Fabián, a partir de mañana. —Se volteó a decirle justo antes de cerrar la puerta.

Un monstruo… Fabián había quedado impresionado por tal advertencia. ¿Cómo es que su padre lo sabía? (En su interior anhelaba que ese monstruo hubiera sido tragado por la incertidumbre, pero en el fondo de la caja, ambos jugaban.)

Vaya manera de iniciar las vacaciones. Esa tarde transcurrió rápido y llegada la noche, Fabián se fue a dormir temprano, con la resolución de despertarse descansado y bien dispuesto.

Al día siguiente se levantó con el sol, decidido a resolver su problema, pero solo se la pasó caminando de un lado a otro, imaginando hacer esto o aquello si encontraba esto o lo otro. Así llegó la hora del almuerzo y luego de la siesta; y en un pestañear, lo alcanzó la primera noche. Y el otro día también transcurrió y la segunda noche llegó sin avisar. Y la última mañana del último día llegó al fin, con un sol repentino que había salido de la nada. Fabián se desperezó, se cepilló los dientes y sin pensar en desayunar siquiera, se sentó en el tapete en medio de su habitación y recordó.

Tenía apenas cuatro años cuando descubrió su caja roja; para cuando lo hizo, ya tenía varias cosas dentro (realmente eran bastantes). Allí estaba, entre varias “últimas cosas” aquella vez de su último tetero; era una esfera pequeña de hule que olía a maíz dulce, a leche de soya y a las manos de su abuelita. Este era un sabor que Fabián recordaba dulce y placentero, pero que no podía volver a sentir, pues siempre estaba un milímetro fuera de su alcance. Fue en aquella ocasión, mientras Fabián perseguía esa sensación perdida, que se adentró demasiado en la gran caja roja; entonces, por primera vez (que él recordara), apareció “el monstruo”. Lo vio regodearse a sus anchas en la parte más profunda de la caja.

Cuando daban casi las 9 a.m., Fabián al fin se puso manos a la obra. La tapa brincó; se desprendió por la presión de contener tantas cosas; muchas saltaron fuera de la gran caja roja…

Algunas rebotaban, emocionadas.

Otras se desplegaban, cuadriculadas.

O se enroscaban, espinadas.

Otras crujían y todo lo endulzaban.

Y en otras esponjosas, por un instante, Fabián se acurrucaba.

Objetos desconocidos se movían por todas partes, volaban, efervescían en el aire.

Y muy en el fondo, crepitando, se le escuchaba moverse a eso que a Fabián tanto le asustaba.

Ahora sí que tenía bastante miedo. Pero aun así sabía que no le quedaba mucho tiempo. Su padre no lo ayudaría; claro estaba. Pero seguro su abuelo José tenía algo que lo sacaría de este apuro. Fabián corrió al patio trasero a buscarlo y le explicó todo.

El abuelo José escucho cada palabra con extrema atención y luego le preguntó:

—¿Cómo es este monstruo, querido nieto? Descríbelo y seguro tengo algo que podrás usar. —Esto lo dijo mientras sacaba de su bolsillo una cajita roja del tamaño de una cereza.

Fabián hizo su mejor esfuerzo para describir al monstruo, mientras pretendía no estar tan sorprendido por lo diminuto de aquel artefacto que siempre había imaginado como un gran baúl.

El monstruo no era un gran lagarto de humo negro y verde con garras y un hocico babeante, no. Este monstruo tomaba muchas formas, y ciertamente eran todas pavorosas. Era la única criatura de su clase dentro de la caja roja de Fabián (o al menos eso creyó él en aquel momento). El sonido que emitía era como de papel quemándose, igual al de la vez en que, por accidente, Fabián quemó un estante lleno de libros en la biblioteca de su papá; y olía al barniz de uñas de la tía Clotilde, que impregnaba toda la casa y que resultaba tan molesto a Fabián. Este ser abominable engullía a montones de todo lo que quería, incluyendo todo lo que el doctor había prohibido en la dieta de Fabián cuando apenas empezaba a caminar; jugaba con todos sus juguetes perdidos y también los que alguna vez quiso tanto pero nunca pudo recibir; además, hacía lo que se le antojaba sin recibir jamás un regaño y reía a carcajadas sin importarle que el abuelo estuviese durmiendo.

Todo esto el abuelo José escucho, de nuevo con extrema atención.

—Creo que sé qué clase de monstruo se ha colado en tu caja, mi valiente nieto. Algunos lo conocen como el “Monstruo Irritable”; es efusivo e inconforme y cambia de ánimo bruscamente. Se alimenta del miedo, de la impotencia y de la rabia y a veces de las cosas que no debemos comer.

El abuelo José sacó una sustancia invisible de su cajita y la entregó a Fabián. Las instrucciones para usarla eran sencillas.

—Debes dejar que el monstruo olfatee esto; extiende tu mano y él vendrá. Cuando esté en frente de ti, no temas, que no te hará daño. Agradécele, pues él se come gran parte de lo que te lastima y discúlpate por darle tanto trabajo. Además, debes prometerle que le pedirás permiso cada vez que le des de estas cosas para comer, pues también los monstruos cumplen con su misión en este mundo y, por lo tanto, merecen respeto.

Jamás Fabián había sido tan valiente y obediente al mismo tiempo. Hizo tal cual lo indicó el abuelo. Cuando extendió su mano, todas las cosas en la habitación se calmaron y comenzaron a encogerse, al igual que la caja. El monstruo se redujo al tamaño de Fabián y caminó suavemente hasta estar en frente de él, quien se maravilló de no sentir ni una pizca de miedo. Dio las gracias, pidió disculpas y le dio su palabra, tal cual se lo indicó su abuelo José, quien, de verdad, siempre tenía una solución para cada problema.

Ese día Fabián puso todo en orden. Una vez que hubo comenzado, las cosas comenzaron a organizarse por sí mismas…

Unas se encogieron.

Otras se plegaron.

Y otras se secaron hasta pulverizarse.

Algunas ya muy sucias se lavaron, mientras otras sencillamente se desempolvaron.

Unas tantas, ya gastadas, se fueron solas hasta el canasto de la basura o por el desagüe.

Otras simplemente se disiparon en forma de brisa.

Y conforme esto iba pasando, Fabián se fue aliviando y fue recuperando las ganas de reír. Cuando todo estuvo listo, tomó de sus propias herramientas y reparó la tapa de su caja roja, que ahora ya no era tan grande ni tan pesada.


Mientras, Guille lo esperaba relajado, ya sintiéndose muy cómodo en casa.

Aún faltaba para caer la noche, así que Fabián tenía tiempo de sobra para hacer lo que tanto ansiaba: jugar con su nuevo amigo.

...Aunque no sin antes dar cuenta a su papá de su buen desempeño, lo cual hizo de inmediato.

Ese día Fabián aprendió que era más sencillo resolver los problemas que molestarse y que si somos considerados y amables, otros con gusto estarán dispuestos a ayudarnos, incluso si se trata de un monstruo.

Además, de ese día en adelante Guille siempre le ayudaba a cuidar de cada cosa dentro de la caja e incluso espantaba una que otra, para que no entrara.

Gracias por leer.


Posted from my blog with SteemPress : https://marlyncabrera.timeets.com/2019/02/14/una-caja-roja-llena-de-cosas-relato-infantil-final/

Fuente de las imágenes:


Soy miembro de @talentclub.


Imagen diseñada por @wilins

Sort:  

Tras leer el final, uno se queda con una sonrisa, saber que se pueden vencer los mounstros, saber que debemos escuchar a quien experiencia tiene, porque con su guía podremos resolver mejor los problemas.
Lindo Fabián y Guille, lindo el abuelo con su cajita roja, linda @marlyncabrera con esta bella historia. 😀

EL mundo de los niños es complejo y fascinante. Los monstruos se vencen y a veces se convierten en aliados; alguien tiene que hacer el trabajo sucio.

Creo que mi caja es mediana y tiene todavía muchas cosas que podría regalar, aunque algunas ya están para botar.

Gracias por acompañarme en esta jornada con Fabián, Guille, el abuelo y la caja con sus cosas. ¡Un abrazo grande, @marpa! :)

Cerraste tu historia con un interesante desenlace, @marlyncabrera, en el que se reafirma el carácter profundo de este cuento, tanto para niños como para adultos. La forma de presentar al "monstruo" de la caja y su resolución, con la sabiduría del abuelo, me pareció muy apropiada para la enseñanza que deja. Gracias por esos personajes tan atractivos, por el recreado símbolo de la caja y por tu encantadora historia. Saludos.

Gracias, @josemalavem, por acompañarme en esta experiencia. La verdad es que el concepto de la caja da para lecturas en diferentes niveles. Te confieso que me fue difícil cerrarlo y creo que es porque en el camino vi muchas ramificaciones posibles, en parte por lo que señalas.

¡Un abrazo! :)

Coin Marketplace

STEEM 0.18
TRX 0.15
JST 0.029
BTC 62915.59
ETH 2542.92
USDT 1.00
SBD 2.63