Este lugar es agradable, me gusta estar aquí. Escuchar el chis tras de la chimenea, sentarme en estos cómodos sillones, leer, tomar un buen café y conversar de vez en cuando con esa señora tan agradable que está siempre al pendiente de mí, es todo lo que necesito. No creo que estar todo el día en la calle me dé la calma y la paz que me da el estar en este fresco salón.

No recuerdo cuando empecé a frecuentar este sitio, lo único que sé es que me gusta y que siempre estoy aquí. No sé por qué, pero creo que esto es cómo mi hogar. Aunque hoy se siente diferente y me parece que es por la presencia de aquella simpática muchacha que mira la televisión del otro lado del salón.

Ha sido ella quién preparó esta vez el café, y de manera muy cortés me ha ofrecido. Debo admitir que está delicioso, casi se iguala al que me prepara la señora, con ese delicado toque de canela y la cantidad justa de azúcar. Pero ¿Por qué estará aquí esta tarde?, si mal no recuerdo llegó hace una hora y un poco más. He tenido la curiosidad de preguntarle pero mi lectura me ha mantenido atrapado. Tal vez la señora le conozca.

¡Qué vergüenza con esa jovencita!, vino a visitarme y yo he tenido la desfachatez de quedarme aquí sentado leyendo sin siquiera saludarla o entablar algún tipo de conversación. Me parece conocida, pero no recuerdo de dónde. ¿Será alguna ex paciente? Quizás aún tenga tiempo de redimirme.