Mujer de Sal (Poema) (Estrofas finales)
Fuente
Emerge tu recuerdo en la noche callada.
Escucho tu voz atravesar los edificios
y perderse por las calles llenas de noctámbulos.
Las nubes dejan caer sus lágrimas al piso
e imagino tu mano recorriéndome todo.
Rumor de pasos que se han ido diluyendo
por una espera larga e infructuosa
que ha asesinado los ratos buenos del pasado.
Todo es lejanía, ya no espero tu vuelta,
me conformo con imaginarte como eras.
Aun arde en mi pecho la huella de tu pezón,
punto culminante de tus senos redondos,
y acaricia mi pantorrilla tu muslo blanco,
hurtado en el Olimpo a alguno de sus dioses.
Palpita la carne al recordar tus gemidos
e invádeme el escalofrío de tu goce.
Has dejado de serlo todo para ser una cosa.
Mujer enamorada que quemó sus alas de cera
para conocer el placer supremo de la carne,
que murió unos meses para entregarse
y que arrastró en su corriente atormentada
el alma del hombre que sabia la adoraba.
Sacrificio que al consumarse dejó a un lado
el mundo, lo real, para ser naturaleza.
Metamorfosis de formas a las que completamente
nos fuimos adaptando y experimentando.
Tu fuiste la arena y yo el mar bravío,
Tú robaste de las flores su polen dulzineo
y al sol su luz y de ella su energía,
yo fui colibrí que extraje de ti todo
y acumulador que absorbió tu fuerza.
Y sobre todo fuiste mujer y yo hombre.
Ha quedado tu recuerdo firme en la noche,
tus pasos se han ido borrando de la playa.
Amor fugaz que luchó por ser perenne,
Mujer de Sal que diluyose con el trópico.
Pajarillo que al ser alcanzado por el dardo
de Cupido temió que el amor lo destruyera
Y voló errante buscando en otra dimensión
calmar el ímpetu de sus próximos años.
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