Estimados amigos, en semanas pasadas publiqué fotografías de ventanas y puertas que había tomado de casas de la parte residencial más antigua y tradicional de Cumaná (Edo. Sucre, Venezuela), lugar que se conoce como Barrio San Francisco. Al ser Cumaná la primera ciudad de tierra firme del continente americano, se podrá apreciar el valor que histórica y culturalmente posee este lugar (si bien creo que nunca los gobernantes han hecho honor a ese abolengo). En ese espacio nací y viví por muchos años. Con las fotos publicadas antes y con las de ahora, esta vez mostrando algunas de sus calles, y con un texto que escribí hace algunos años (que conserva plena vigencia), le rindo un nuevo homenaje.

_{Iglesia Santa Inés (Foto propia)}

Puertas cerradas al tiempo. Ventanas corroídas por las miradas de los moradores silenciosos. Zaguanes y salas que se dejan habitar por los recuerdos de la caoba y la pátina de los espejos. Un tropel de gatos grita su celo entremezclado con los húmedos canales de los tejados. Los jazmines arropan su fragancia en la oscuridad de los patios. Las torres de Santa Inés presiden la noche con su impertérrito reloj.

Anochece en San Francisco, bullicioso de ladridos salteados, callado de grillos quedos.

_{Calle La Luneta (Foto propia)}

El aroma blanco del pan vuela con las campanas y las palomas de las torres. Sutil y fresca, la brisa despierta entre las frondas de los guayacanes y los apamates; se pasea por las sinuosas veredas amuralladas de barro y pasado. Un memorioso olor a café se anuncia a través de los postigos. Rostros levantados al griterío acompañado de las pescadoras se traslucen tras los arabescos fríos de los hierros de las ventanas. Aceras cuarteadas por el caminar mañanero a la labor diaria. Las esquinas asoman sus perfiles descascarados donde los pasos tropiezan sorpresivos con su sombra. Las calles se ocultan del sol bajo los aleros, mientras que la luz inaugura paisajes en las viejas paredes olvidadas.

Amanece en San Francisco, callado de gallos vecinos, bullicioso de sol.
 

Así es San Francisco en la memoria y la nostalgia de algunos, en la vida actual de otros. Romántico en sus ruinas no confesadas de un convento convertido en jabonera y por último en desidia. Olvidado de su historia noble y provinciana, sobrevive en la sordidez y la inercia. Clama a su patrono por una perdida vindicación.

San Francisco anochece y amanece todos los días.
 

_{Calle Las Flores (Foto propia)}

Agradecido por su atención. Saludos.

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