Comedy Open Mic Español Ronda # 17 - Sobre los roedores en espacios públicos

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Hoy me pasó algo extraño, podría incluso parecer increíble para algunos, pero tengo pruebas de que no es un invento. Les cuento.

Fui a hacer un trámite legal, necesitaba una simple partida de defunción, ¿sabes?, ese papel que dice que alguien murió en tal sitio, tal fecha y a tal hora. Una sencilla hoja de papel bond tamaño carta, con corazoncitos socialistas ^{lo hacen a propósito, un corazón socialista en un papel que muchísimas veces dice que su corazón se detuvo gracias al socialismo} impreso en una impresora, valga la redundancia, a la que nuestro glorioso gobierno bolivariano mismo no puede comprar toners. El bendito papel hay que leerlo con lupa y al trasluz, como si fuera un mapa del tesoro.

Llegué al sitio, una oficina en un centro comercial relativamente nuevo que cuando la inauguraron era una belleza ^{tampoco el alcalde de esa época era Winston Churchill pero al menos no era chavista} pero ahora está sucia, sin aire acondicionado, el cielo raso cayéndose, las paredes desconchadas, oliendo a guaralito de loco ^{el alcalde o quien esté encargado de esa pocilga es chavista} y ahí, a plena vista, la rata más grande que he visto en mi vida me miraba fijamente.

Había poca gente así que respiré un poco aliviado, al menos no tendré que pasar todo el día en esto, me dije. Pregunté al vigilante, un hombre flaco y amarillo ^{Chorro e miao seguro lo llaman} que sin responder los buenos días me da un cartoncito con un numero y pregunta si traje papel. Ya empezamos, ni papel hay en ese antro de mala muerte. Le pregunto a ver donde venden y voy allá.

Cien mil bolívares fuertes ^¡oxímoron! por una miserable hoja de papel bond, en efectivo porque no tienen punto de venta. Saco con el mayor dolor del alma mi único billete “grande” y con todo el dolor del mundo pagué la fulana hoja. Volví con la hoja mas cara del mundo en la mano.

Cuando llego, resulta que no es una hoja, ¡son cuatro! ^{Chorro e miao, ¿que tan difícil es decir "trae 4 hojas"?}Sentí la ira empezar a crecer, aún me pregunto, si mi tramite necesitaba solo una hoja, ¿las otras para qué son?, ¿hacer avioncitos?, ¿barquitos de papel y jugar en la lluvia?, lo dudo, seguro simplemente las usan de papel higiénico ^{¿Cómo tendrán el trasero?}. Mientras tanto, la rata enorme me estudiaba, inmóvil, me miraba fijamente con sus ojillos diabólicos. Devolví el cartoncito resignado, sabiendo que perdería el puesto buscando el resto de las hojas, salí y fui en primer lugar a donde compré la bendita hoja con la ingenua esperanza de recuperar mi preciado billete. Iluso que soy, pensando que me lo devolverían. Salí molesto, insultándome por pendejo y a ella por miserable.

Caminé buscando papel, pero resultó que en el resto del centro comercial no hay ni una bendita librería con punto de ventas. Me tocó ir a otro sitio, así que resignado me monté en el carro.

Justo cuando voy a salir, de debajo de las piedras sale el típico cuidacarros a martillar (no estaba cuando llegué, pero aparecen de la nada cuando vas a salir), le dí quinientos bolívares fuertes ^¡Oximoron! y me miró con mala cara como si fuera suya la calle ^{o hubiera hecho algo en caso de que me quisieran robar el carro, la batería, los cauchos o los cepillos del parabrisas} y fuera mi obligación darle plata por pararme en un sitio público.

Al fin compré las benditas hojas restantes después de preguntar en tres sitios distintos donde tampoco tenían punto de venta. Volví al centro comercial del registro, me paré en el mismo sitio y ahora sí que veo al martillo, echado bajo una mata, rascándose la entrepierna ^{seguro tiene ladillas}. Bueno, que disfrute sus quinientos bolívares fuertes ^¡Oximoron! porque ya no me quedaba ni medio en efectivo.

Entré de nuevo en la oficina, y aunque no lo creas, la rata parda superdesarrollada fijó su mirada en mi, vigilante, sin perder de vista ningún movimiento. Olía aún peor, supongo que porque el calor apretaba y la gente ya no se puede bañar bien, ¿te has dado cuenta que la cantidad de malbañados aumenta con la crisis? Igual, tampoco se puede esperar buen olor en un sitio donde ese roedor King Size se pone a estudiar como si estuviera en su casa a todo aquel cristiano que entra en la oficina.

Entregué las hojas, esperé un buen rato, intentando calmar la bronca ^{pensé en respirar profundo pero si lo hacía seguro me desmayaba por la peste}, esperando durante horas hasta que al fin, me entregan el papel. Salí de allí casi corriendo, escapando de la peste y de la insistente mirada ratonil.

Pero a mitad de camino me detuve, la idea de este artículo me vino a la mente así que no pude evitar devolverme para fotografiar a ese roedor que con descaro mira a quien tiene la desgracia de entrar en ese registro.

Saqué el teléfono disimuladamente, con movimientos lentos, intentando no asustarla pero el vigilante ^{saben, Chorro e Miao} me descubrió, negando con su cabeza, ^{imaginen a un largo chorro de orina moviendo la parte superior en negación}, así que me fui frustrado dudando de si me creerían cuando contara esto sin al menos una prueba. Pero no perdí la esperanza, así que apenas llegué a mi casa investigué al respecto y al fin, encontré una foto tomada por alguien más.

No, no es la foto de la cabecera.

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^{Este se supone que es un articulo humorístico, posiblemente alguien se ofenda pero les dejo una frase al respecto:"Nunca he visto a un fanático con sentido del humor, ni a nadie con sentido del humor que sea un fanático" Amos Oz}

^{Postulo a @walden para que cuando lea esto entre en frenzy y a @vieira}