Lobo feroz

in #steemexclusive3 years ago

La depresión es una enfermedad, y muy seria.

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La OMS define a la depresión como un perro negro. Hasta 2016, para mí fueron unos lobos feroces sedientos de sangre.

Desde acá narraré la mayor crisis depresiva que considero haber tenido durante 15 años de padecer dicho mal.

No todo iba bien, porque la depresión se manifiesta cuando hay detonantes específicos. En este caso, fue algo que no esperaba: el amor, o, el desamor; esta tragedia (hago referencia al género literario) no forma parte de esta historia.

La mezcla de conflictos internos sin resolver, la angustia de vivir en un país inestable y el guayabo de haberme distanciado de muchas personas, me llevaron a lo que fue mi última crisis depresiva pero curiosamente, la más grave porque a finales de aquel 2013, caí en cuenta de cómo me llevé a tanta gente para mi conflicto interno.

Me siento sola, desesperanzada, sin rumbo en la vida, sola aún rodeada de personas, inútil y sobretodo, vacía. La salida a todo parecía fácil: el suicidio. Suena banal, pero, quien lo ha vivido, sabe de qué hablo.

Había leído en internet que el acetaminofén curaba el mal de amor, y, por ende, la depresión, el placebo funcionaba, pero la gran tristeza y mis ganas de no vivir seguían allí.

Los días pasaban, cada uno era peor que el anterior. Agarré la Biblia, leí Job y me sentí profundamente identificada con él. Maldije mi vida y el día en el que nací, le condené a Dios que me mantuviera sufriendo, yo considero que Él es amor y no odio.

¿Para qué darme vida si voy a sufrir?. Luego aprendí que quizá fue una lección. Encontrarme con Él siempre será la mejor decisión y eso jamás lo voy a poder olvidar.

Mis amigos más cercanos, de hecho, los verdaderos, notaban que mi ánimo había cambiado y mucho. Había quien le llamaba la atención de los versículos súper oscuros que compartía, hubo quien notó que me había alejado demasiado, o que ya no estaba comiendo; incluso, hubo quien me vio llorar en la universidad (jamás había llorado en la calle, mucho menos en un baño público o en una escalera).

Lloré tanto que mis ojos ya eran alérgicos a las lágrimas, dormir me era imposible por las constantes pesadillas y realizar cualquier tarea, me resultaba profundamente difícil. iY todo justo en el penúltimo semestre de mi primera carrera universitaria!.

Y claro, nunca faltaba quien decía "estás muy joven, ¿De qué te vas a andar preocupando tú?", Sin saber que, desde los 8 años, ya me habían comenzado a desarrollar preocupaciones que no debía.

Me sentí derrotada, otra vez, ¿Volví al 2011 cuando enfrenté por primera vez la depresión públicamente y con su nombre?, era la pregunta que me hacía. Pero a diferencia de la maldición de hace 2 años, en el 2013 si aceptaba que había gente que me quería y ya no tenía el pensamiento de que me verían como si era esa otra persona a la que no quería parecerme en lo absoluto.

El apoyo que mi papá me brindó fue una bendición de Dios y me mantuvo con vida. También me mantuvo con vida el contacto con un profesional de la psicología. Este profesional durante 5 años me ayudó a descifrar todo lo que me ocurría y me orientaba para saber cuál era la forma correcta de sanar esas heridas que en el pasado me habían generado.

En 2011, acepté mi propio reto y mi eterno consejo fue; fui al psicólogo. Lloré miles de veces, acepté terapias de hipnosis y retiros. Con la ayuda de expertos, obtuve herramientas para mantener los pies en la vida y trabajar por ella.

Nuevamente, de esta crisis depresiva, aprendí de mí misma y de mi entorno. Quedé agradecida a Dios, por mantenerme viva y con la ilusión de reencontrarme en algún momento con todos esos miembros familiares de quienes en su momento me alejé por vergüenza o simplemente, sentía que, si estaba cerca de ellos, los iba a dañar.

Mi agradecimiento también es para todas las personas comprensivas conmigo durante esos terribles años porque ellos soportaron mis actitudes, reacciones u acciones; siendo estos los peores momentos de mi vida.

Le gané al lobo feroz, por esa vez, le gané a aquel 2011 que fue cuando todo comenzó a salirse de control, y, la depresión, que está allí, siempre latente.

Si uso las palabras de la OMS, siempre debo domesticar a ese perro negro, y estoy en eso, a veces me morderá nuevamente, pero, la humana soy yo, por ende, tengo el control.

Cada 40 segundos se suicida alguien en el planeta, estemos atentos a esto.

Si sufres de depresión, sientes que la vida no vale nada más que sufrimiento y que la inminente muerte es el camino, me puedes escribir, no soy psicóloga, pero te puedo encaminar a alguien que te ayude de la forma como lo hicieron conmigo o si así lo prefieres.

Para mí, será un gusto ayudarte a salir de ese camino tan turbulento y por supuesto, poder estimularte.

No tengas vergüenza de reconocer que sufres de depresión... Busca ayuda

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