La paciencia es una virtud, muchas veces ignoramos sus bondades y lo que puede acarrearnos su práctica. En general queremos que todo se dé rápido. Para muchos, en un mundo donde lo inmediato es lo normal, esperar un poco más sin desesperarse ya es visto como una actuación paciente.

Quizá se acepte que una gestión tecnológica se tome más de los segundos previstos, y se piense que eso significa tener esa actitud; la vida en general ofrece situaciones dónde se somete a prueba la resistencia mental y la disposición a esperar y en el peor de los casos sin saber a ciencia cierta qué va a pasar.

Los venezolanos hemos vivido situaciones inauditas y hasta insólitas con un estoicismo que admitiría una investigación más a fondo para conocer qué es exactamente lo que nos constituye para ser tan resilientes. Muchos nos hemos descubierto como poseedores de templanza de carácter que no sabíamos que teníamos.

Somos pacientes sabemos esperar las maduras una vez que hemos tenido que comérnoslas verdes y al final podemos disfrutar de los resultados, por eso, en este momento duro, no nos angustiamos, ya volverán nuevos momentos.

En general todos y tenemos rasgos de impaciencia, quizá aguantemos algunas situaciones y para otras no tengamos la más mínima disposición.

En lo personal cuando algo está por sacarme de mis casillas trato de preguntarme, qué es lo peor que podría pasar por tolerarlo y trato de que la impulsividad no me gane.

No obstante, al ver atrás, siempre consigo alguna situación que toleré injustificadamente y trato de estar atenta, para que algo así nunca se repita. Al final de lo que se trata es de aprender a vivir con equilibrio.

Mi contenido es original.
La imagen la tomé con mi teléfono.

@charjaim