LA PRUEBA DE FUEGO
Había tres jóvenes judíos llamados Ananias, Misael y Asarias, a los cuales el rey Nabucodonosor les había llamado Sadrac, Mesac y Abed Nego, ellos no se postraban delante de la imagen pues únicamente se postraban y adoraban a Jehová su Dios. Por esta razón fueron lanzados vivos al horno de fuego, pero un milagro ocurrió dentro del horno de fuego, en lugar de ser tres personas las que estaban dentro del horno, el rey veía cuatro personas, pero ¿Por qué veían cuatro personas? Fue porque Dios había llegado a protegerlos, (verss. 24-25)
Los tres jóvenes fueron rescatados del horno de fuego, no sufrieron daño, ni sus ropas se quemaron, Dios los protegió, los defendió en medio del fuego de la prueba (verss. 26-27)
Los tres jóvenes judíos demostraron su fidelidad a Dios declarándole al Rey Nabucodonosor, que ellos estaban confiados que su Dios los libraría.
Esta historia nos lleva a reflexionar sobre la actitud que debemos mantener en momentos de aflicción y angustia. Primeramente debemos tener la convicción, seguridad o certeza sobre el poder de Dios, y de su infinita misericordia protectora, por tanto, hay que confiar completamente en el poder de Dios y en la protección que puede ejercer sobre nuestras vidas, debemos demostrarle fidelidad que, aunque las cosas no se resolvieran favorablemente nosotros seguiremos adorándolo, seguiremos sirviéndole, seguiremos amándolo.
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