“algunas veces incluso vivir es un acto de coraje”.

Lucio Anneo Séneca, el autor de tal afirmación, sin duda lo necesitó más de una vez para sobrevivir a los reinados de dos emperadores, Calígula y Claudio, que ordenaron su muerte. En ambas ocasiones se salvó pidiendo clemencia o consiguiéndola de otros; pero el siguiente en la lista, Nerón, no se mostró tan compasivo. Se dice que Séneca, fiel a su filosofía estoica, afrontó la muerte con serenidad; pero a juzgar por las pruebas que nos han llegado, tal vez no fuese un hombre tan impasible como se le suele retratar.
En Roma estudió gramática y retórica. Frecuentó también las escuelas filosóficas. Recibió el influjo de los Sextios, que eran estoicos y de otras corrientes filosóficas, como del estoico Attalo, del cínico Demetrio y del pitagórico Soción. En filosofía, el joven Séneca se inclinó por el estoicismo. Su padre intentó, en vano, apartarle de la filosofía e inclinarlo a que se dedicara a la retórica, que era más rentable en la sociedad romana del momento. En el año 32, gracias a la dama que le había protegido, alcanzó la cuestura.

Séneca se destacó como intelectual y estadista. Un orador consumado, fue una figura importante en la política romana durante los reinados de Claudio y Nerón, y fue uno de los senadores más respetados, influyentes y respetados. Entre 54 y 62, durante los primeros años del reinado de su joven alumno Nerón, Séneca gobernó el Imperio Romano de facto con Sextus Afranius Bro. 4 Esto le granjeó innumerables enemigos, y se vio obligado a retirarse del frente. Acusado, quizás injustamente, de la participación de 5 Pisón en la conspiración de Pisón contra Nerón, su antiguo alumno lo condenó a muerte y se suicidó en el 65.