Microficciones shakespereanas: el drama del poder
Experimentar a partir de textos canónicos o no es una inclinación que nos abrió la visión posmoderna de la literatura (tan irónica y transtextual), y antes, como un adelantado, nuestro escritor universal Jorge Luis Borges. La microficción constituye un recurso muy eficaz para ello. Lo intento esta vez con Shakespeare, a quien se recordara en pasados días a propósito del Día del Idioma.
El joven actor William Hamlet, al salir del ensayo en el Teatro El Globo, vislumbró la muerte de su padre, alcalde de Helsingor. En sueños se le presentó un fantasma acusador, y las imágenes eran claras. No tardó en darse cuenta que Claudio, su padre, había sido víctima del encono de su tío, abogado incurso en raros negocios, para hacerse del poder en la ciudad. Gertrudis, su madre, también había aparecido en su pesadilla, gozosa, al lado de su tío. "Algo huele mal en Dinamarca", le dijo un amigo al que consultó. Buscaría un modo de honrar a su padre y hacer justicia. "Lo demás es silencio", pensó.
Las mafias del narcotráfico cada vez tenían más poder en el país. Duncan, el gobernador de la capital, había propuesto varias estrategias para frenarlas, y, en lo posible, eliminarlas. Sospechosamente, pensó su hijo Malcolm, el Ministro de Defensa, Macbeth, no las aprobaba. En sus aventuras sexuales, alguna de las embrujadoras prostitutas le había revelado al militar: "Lo hermoso es horrendo, lo horrendo es hermoso".
Su astuta esposa armó todo, con una pequeña ayuda de los consultores mafiosos. ¡Ménage à trois perfecto! Quitar del medio al gobernador y su edecán, y hacerse del poder. Pero la culpa no perdona. Un veneno sería una buena solución. En un arranque filosófico o poético, Macbeth, él, tan pragmático, pensó o dijo algo que sigue sonando en nuestras conciencias: "Sólo una sombra errante es nuestra vida (…); un cuento que narrara un triste idiota, repleto de sonidos y de furia; pero que, finalmente, nada significan".
Muy bueno ese divertimento creador, abrazos amigo José.
Siempre agradecido por tu visita, @doctorlibro.