SpanishChallenge #19 [Relato] El bar de la playa
Entró al bar sola. Había discutido con su compañera de viaje por alguna tontería y decidió salir a caminar; eran las 10 de la noche, pero Puerto Escondido no dormía. A pesar de ser un pueblo muy pequeño, de apenas 8 calles que se cruzaban entre ellas como un tablero de la vieja *, unas llegando al mar y otras hacia las plantaciones de cacao cercanas, los fines de semana bullía de gente, turistas de todo el país y hasta de fuera de este, que buscaban escapar de la rutina en este pequeño paraíso del Caribe.
Norma no era la excepción. Había llegado esa misma mañana, agobiada por los recuerdos de su tormentosa y maltrecha última relación, y de alguna manera intentaba huir de ellos al salir de la ciudad. Así que cuando su compañera del banco en la que ambas trabajaban le sugirió ir a pasar el fin de semana en un apartamento que le habían prestado, Norma aceptó sin pensarlo. Eso sí, nada de contactos con su realidad, por lo que su teléfono móvil no formaba parte del equipaje.
Así que después de un baño relajante de playa, de piscina y de bañera, ahí estaba entrando a uno de los pintorescos bares de la zona. Norma era una mujer de 35 años, color canela, cabello corto castaño oscuro, desordenado. Llevaba jeans negros y una franela gris. En conjunto lucía bien, era bonita, aunque ella hubiese preferido ser menos agraciada y más afortunada en el amor, pero bueno, las cosas son como son.
Pidió una caipirinha (qué diablos, estoy en la playa) e inmediatamente se dejo llevar por los suaves ritmos de la música del bar. Jazz, Reagge, Bossa y una que otra balada pop, estaban cumpliendo su objetivo, la hicieron olvidarse de su mundo.
–¿Sola?
La voz masculina la sacó de su letargo, sin embargo no se volteó a ver quién era. Algún idiota, seguramente. Su suerte no podía durar tanto, siempre atraía perdedores que la suponían desesperada por compañía.
–Sí, y así es como quiero seguir. Dijo todavía sin voltear
–Disculpa, no pude escuchar, hay mucho ruido- habló él y ella al fin distinguió que él hablaba con un acento extranjero. Portugués brasileño para ser exactos.
Norma sentía fascinación por la cultura brasilera; soñaba con ir a Río y bailar en sus sensuales carnavales. La samba, los ritmos, los instrumentos, los acentos de sus simpáticos habitantes… “Señorita” Nuevamente él la saca de sus ensoñaciones. Finalmente voltea para ver quién es su misterioso interlocutor.
Era un rubio de unos 40 años, curtido por el sol y de encantadora sonrisa. Norma no pudo más que sentirse inmediatamente atraída (¿cuántos caipirinhas me habré tomado?) Le tendió inmediatamente la mano, disculpándose por su comportamiento anterior. El apretón era fuerte y cálido, de esos que invitan a quedarse. Y Norma se quedó.
Hablaron, tomaron, rieron, bailaron. Él le contó de Brasil y de sus aventuras en otras partes del mundo; ella lo escuchaba como si su vida dependiese de ello. El mundo se detuvo, la música era ideal, no era consciente de que hubiera más personas en el bar, ni del tiempo que transcurría; de hecho no existía tiempo, no había ayer ni mañana, solo un hoy que era mágico.
No recuerda haber salido del bar, tampoco como llegó hasta allí, ni por qué. Estaba tumbada en la arena de la playa viendo el cielo mañanero, estaba amaneciendo. Se levantó, se sacudió la arena mientras decenas de gaviotas cómplices revoloteaban sobre ella. Buscó a su alrededor, pero no vio a nadie. Estaba intacta, con sus pertenencias y dinero, pero sin memoria de la última parte de la noche. ¿Y el brasilero? Ni rastros. Empezó a reír como loca mientras desandaba el camino a su apartamento. Su amiga no iba a creerle que estaba tan feliz y ni siquiera estaba segura de la razón, solo podía decir dos cosas: Se sentía muy bien por primera vez en mucho tiempo y la segunda es que al llegar a la ciudad, iba a matricularse en un curso de portugués.
*como se conoce en Venezuela al juego 3 en línea o Tatetí
Fuente de la imagen: pixabay
"Hablaron, tomaron, rieron, bailaron. Él le contó de Brasil y de sus aventuras en otras partes del mundo; ella lo escuchaba como si su vida dependiese de ello. El mundo se detuvo, la música era ideal, no era consciente de que hubiera más personas en el bar, ni del tiempo que transcurría; de hecho no existía tiempo, no había ayer ni mañana, solo un hoy que era mágico" esta parte me gusta demasiado alguna vez senti algo así..
Me siento identificada
esooo! Bueno pues me alegro que haya conectado contigo mi cuento, que por lo demás es 100% ficticio, nada autobiográfico jejeje suerte la tuya.
Esta muy buena esa foto de la chica
jejeje la foto la suministran en el challenge, gracias por el voto
Muy buen cuento, Me encanto xD. Tienes mis respetos ! °|¬w¬|°
Gracias Diego! También tú el mío, sabes poner en su lugar a los bots jejejejeje un abrazo
¿Que tan ebrio hay que ser, para que por este relato se me antoje una caipirinha?
No es tu culpa, es gracias al realismo de mi relato jajajaja gracias!!