Spanishchallenge 2 entrada #1 - Gorilas en el bosque
Escucha, si tu, escuchamé un momento. Tranquilo, que no vendo nada. Mira, erase una vez...
Todo era verde, tan verde que se me olvidaban el resto de los colores; el rojo, amarillo y violeta aparecían aquí y allá pero ya está, todo era verde.
El bosque se lo traga todo, es tan denso que no puedes ni salir del camino marcado por los indiginas desde hace sabe dios cuantas generaciones.
Esto te lo cuento porque tiene importancia, es parte de la historia que quiero mantener corta.
Era aquello de los ochenta cuando me encontré en una expedición con el National Geographic en mitad de la selva. Uno no le dice que no al NG, ¿sabes? pero tampoco firma un contrato que especifica que te metes en un infierno verde lleno de bichos y humedad donde... bueno, no nos pongamos quejicas.
Buscábamos gorilas en su ambiente natural, ya que se habían puesto de moda. Estábamos un poco desesperados porque en cuatro días no habíamos visto ninguno así que no os sorprenda tanto cuando os diga que me atreví a salir del camino y adentrarme en lo más espeso y profundo de la selva, bueno al fin y al cabo tenía mi brújula para ayudarme a volver al camino.
Ping pong! allí estaba, a menos de 50 metros del camino me encontré el primer ejemplar, grande y hermoso de los que aparecen en portada. No le guste mucho, porque salió en dirección contraria, sin prisa pero mirando hacía atrás para ver si le seguía. Sudando, sufriendo la selva e intentando sacar fotos al mismo tiempo se empezó ha hacer de noche sin darme cuenta.
Imagina, ni sabia cuanto ni en que dirección había ido. La brújula se mostró más bien inútil y desde luego no me acercó al punto de origen.
Todo cambio cuando levantando la cabeza, en desesperación a punto de gritar al estilo tarzan, vi que estaba allí, encima de una rama masticando unas hojas, mirándome a los ojos directamente y yo creo que le ví una sonrisa irónica. Estaba claro que sabía que yo estaba perdido y que era él el que estaba a punto de decidir como acabaría esta historia.
No, el gorila ni salto encima mía ni me mordió con sus afilados colmillos ni me partió en dos como si de un palo me tratará.
Bajó del árbol, cogió mi mano (que estaba aterrorizada) y me llevo de paseo hasta mi campamento.
Los gorilas nos habían ganado; no solo sabían que habíamos llegado, que los buscábamos, sino que habían sido ellos los que nos habían estudiado y vigilado.
Al día siguiente dejé la expedición y desde entonces me dedico a luchar contra la corta de árboles, la protección del mundo natural y a comprar el National Geographic.
Buenas noches.
Nota del editor- He de reconocer que esta historia está inspirada en hechos reales. Por si ha alguien le suena.
lolololololll