Spanishchallenge 16 entrada #1 - Frente a la fertilidad del Nilo
Los vientos áridos ondulan el cabello de la Dama de Las Estrellas y la respiración de El Elevado se detiene con cada vaivén de su cabellera. No hay hechizo, no hizo falta, su corazón se lo robó antes de si quiera clavarle los ojos de leona que aún conserva de su pasado salvaje, se convirtió en su dueña, su protectora, su casa.
El Señor del Cielo la miraba con sus ojos de sol y luna pero sabía que este momento llegaría a su fin. Su destino estaba escrito desde su nacimiento, su confrontación final era inevitable, debía recuperar lo que era suyo por derecho y Hathor, esta hermosa dama celestial, no podía distraerlo. Todo estaba preparado para recuperar la tierra fértil pero no sería fácil.
Las bestias y los hombres, aquellos cuyos corazones no han sido tomados por alguien más, se rinden por igual ante la mirada de Hathor, y sin embargo Horus le dio su negativa, su corazón ya le pertenecía y no era posible que cayera más a sus pies de lo que se encontraba en ese momento. Se va para vengar a Osiris, se va para perder su ojo sol, pero volverá. Volverá para estar con la Dama de Las Estrellas y juntos reinar y vigilar Egipto desde las alturas, desde el cielo y las estrellas.
Hathor lo interroga y le plantea las más razonables dudas. ¿Es que no hay otra tierra igual de fértil? ¿No existe otro río que otorgue la vida como lo hace el Nilo? ¿No encontraremos una vida en las tierras inexploradas y olvidadas por los dioses? Ir más allá del desierto, escapar lejos, fueron algunas de sus propuestas.
"No", nuevamente constestó Horus, y es no hay otra tierra como su tierra. Si le pertenece, ¿por qué debe cederla? Los dioses están de su lado y es su deber detener el daño que su tío le está haciendo al valle. Sólo esta tierra cubierta por la leche de la vaca celestial será la que gobierne y le devuelva su fertilidad. Luchará por ella no por capricho sino por deber y hasta por amor, amor a su valle, a sus estrellas, a su Nilo, a su pueblo, y este amor lo ata más de lo que los ojos de Hathor lo tientan de irse.
Prometo que pronto vengaré a mi padre, que pronto derrotaré a Seth y que pronto seré llamado Rey de Egipto. Pero primero debes prometerme que cuando lo sea, tú serás mi reina, y entonces, aún más pronto estaremos juntos y unidos en el cielo
La luz del desierto desapareció junto a Hathor más tarde y la siguiente mañana el sol era de Ra y no la esfera ocular de Horus. Seth se lo había quedado y lo ofreció a Ra por las tierras del desierto al verse derrotado.
Según la leyenda la unión de Horus y Hathor siguió siendo venerada durante muchas generaciones, y nunca dejó de detenerse la respiración de El Elevado ante el vaivén de la cabellera de Hathor junto al Nilo.