Joe W82a: El testimonio de la última pieza de fabricación híbrida

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No entiendo porqué debo ordenar estas cajas y piezas chatarras todos los días, seré autómata pero tengo más potencial de procesamiento y análisis de patrones que solo desordenar todas estas piezas aisladas carentes de sentido todos los días buscando leyendas para al final de la jornada distribuirlas en un orden ya impuesto que se repite a exactamente cada día.

Distinto fue el dos de junio a las 15:01 pm. la hora exacta de ese día sí fue distinta, el resto de minutos previos fueron iguales a los de días anteriores desde que salí de la fábrica de ensamblaje, una constante búsqueda de piezas distintas o extrañamente llamativas en este infinito almacén. Después de seis horas seguidas en estado de suspensión recargando la cuota de energía diaria, el encendido automático arrancaba mi sistema operativo a las 6:00 am. A pesar de ya haber recorrido este almacén de ruedas a computadora central, en cada rincón, debía volver a buscar ese algo que según mis registros más antiguos de la historia de este planeta, son leyenda. Fue entonces a las 15:01 pm de aquel día que más adelante, en la sección X9 del almacén -que regularmente empezaba a acomodar a las 17:42 pm- algún objeto puesto sobre una gran repisa metálica que albergaba un sin fin de formas y piezas -cada una más insignificante que la otra- cayó por ninguna razón aparente generando un ruido y trayectoria de caída que captaron mi atención y sin importar lo que mi programación central dijese porque no era la hora de ordenar esa zona, me acerqué al lugar del hecho. Algo especial debía estar pasando ahí, porque yo cada fin de jornada dejo todo ordenado y perfectamente posicionado para que tanta chatarra se quede estática y en su sitio durante la infinidad de los tiempos.

Al acercarme no tardé mucho tiempo en darme cuenta de lo única y distinta que era esa pequeña caja recubierta de algún material suave, como de pequeños capilares, muy distinto al plástico y al metal, inclusive más suave que cualquier polímero creado para imitar los antiguos legendarios materiales orgánicos, aunque toda esa historia del carbono "natural" como por obra y gracia de alguna magia siempre me pareció mentira. Pero este descubrimiento me puso a dudar, era algo nuevo, revolucionario, por más programadas que sean mis sensaciones a cualquier estímulo, esto era diferente. Debajo de los finos y numerosos capilares se encontraba un material que al mismo tiempo de que era resistente, era suave y cómodo. Entendí que todo los años que había invertido en ese almacén podían deberse a objetos como este que acabo de encontrar. Mis sistemas estaban saturados de procesos inconclusos tratando de entender lo que estaba sucediendo. Yo había revisado esta zona y todas las demás en su totalidad cada día por 578 años, cuatro meses, dos semanas, dos días, nueve horas y los minutos contando, no entiendo lo que está pasando. Por suerte mi sistema operativo y programación tiene suficiente capacidad de almacenamiento y procesamiento, pero si quería salir funcional de ahí, sin caer en un loop eterno y ser declarado como inservible, debía encontrar respuestas hasta resolver los procesos abiertos en mi "mente". Decidí abrir la caja, pensé, tenía la oportunidad de encontrar respuestas, no encontrar nada o en caso de conseguir más dudas: ¿cuántas dudas nuevas podrían caber en dicho artefacto? Grave error aquella introspección.

Percaté que en una de las caras de la caja, estaba escrito: "The Joe eye" salto de línea "W82a Model". En cuestión de nanosegundos prácticamente imperceptibles, mi sistema operativo tradujo y mostró en mi pantalla visual: "El ojo de Joe" salto de línea "Modelo W82a". No presté mucha atención al grabado en una de la caras de la caja y la abrí. Al abrirla se accionó un mecanismo que empezó a girar engranajes de diversos tamaños, unos casi que microscópicos inclusive. Esto hasta ahora no fue sorpresa para mí, todo era muy mecánico e inclusive obsoleto, pero tecnología al fin. Lo realmente sorprendente era la interacción de dichos engranajes y demás piezas con el medio y otros componentes que al igual que la cubierta de la caja, no sabía qué eran. Sin embargo en este caso -en el interior del sistema- habían distintos fluidos y bases viscosas sobre las que actuaban los mecanismos. Lo más sorprendente de esta interacción se veía en el centro de la estructura, era la representación más que exacta de una lente, inclusive mejor, era más cristalina y con fluidos en su interior que brindaban esos tonos de azules en distintas áreas del centro. Azules increíbles a los que no estaba acostumbrado en tan gris almacén. Para este entonces, después de tanto color y tantos mecanismos distintos y nuevos para mí, las dudas aumentaron, mi sistema empezaba a colapsar. Después de un tiempo, el lente que llamaré híbrido porque estaba hecho de algo más que solo piezas ensambladas, realizó una gran apertura de lo que sería el obturador y proyectó hacia el aire una historia. Una historia que duraba mil millones y más años, que a pesar de mis recientes fallas por los procesos internos abiertos y no resueltos, pude reproducir y asimilar al cabo de que iba transcurriendo en cuestión de minutos, aunque poco a poco me costó horas. Los primeros millones de años fueron fáciles de ver por lo básica que parecía la historia en ese lugar, era sobre el inicio de la vida. Al final de cuentas no es leyenda que existía el carbono natural, como por arte de magia. A medida que avanza la historia observó formas con vida muy parecida a la mía, muy parecida en el sentido físico de la palabra, una anatomía y distribución de funciones similar, a estos seres los llaman: humanos. Minutos después una zona de mi sistema colapsó y bloqueó el acceso a ciertos cuartos de información y registro en mi memoria, se activaron alarmas y todas las puertas del almacén se abrieron, venían por mí, por lo que había encontrado.

Sentía el fin cerca por las alarmas y por mi capacidad de procesamiento que se hacia cada vez menor, llevándome al borde del colapso, así que no dejaría de ver la historia y asimilarla lo más que pudiese. Al transcurrir la vida e historia en ese extraño planeta lleno de violencia, discordia, injusticias y demás males impulsados por la falta de empatía y egoísmo salvaje, me encuentro con una etapa oscura de mezcla, de una hibridación entre seres o piezas robóticas como yo con piezas o seres humanos. Los de mi clase sufrieron, fueron utilizados y fabricados únicamente para estar al servicio de esos seres llamados humanos. Mi sistema motor se descompuso y caí al suelo después de observar las grandes fábricas de ensamblar que unían humanos con piezas robóticas que fueron despojadas de mi clase, de los autómatas como yo. No pude asimilar que tanto orden y perfección de los de mi clase haya sido creada por tanto caos y pasión mal impulsada por parte de los humanos, observar mi más remoto origen y no entenderlo apagó la mayoría de mis sistema, sin embargo, antes de caer en un loop eterno y probablemente ser declarado de inservible, observé una silueta entre las repisas llenas de chatarra, era un humano niño -o al menos eso parecía- escondiéndose encorvado... "APÁGUENLO" fue lo que escuché de fondo entrando al almacén de parte de siluetas y figuras humanas que nunca antes había visto en mi mundo, todo esto antes de apagarme.
ZzxXstT...
ChTxzz...
ZxXTZ...
TchZx.
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