La bestia legendaria

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Después del largo día, quizás años, de batallas individuales y colectivas, suben las mujeres con sus cestas en la espalda el gran camino rojo hasta el tope de la montaña. Camino rojo por su color y representación de la pasión del recorrido hecho y rojo por lo que aparentaba ser sangre que chorreaba de sus cestas. Cada paso era más espeso por la encharcada formada en la montaña, entre fluidos sanguinarios y demás jugos corporales, hacia más nauseabundo cada paso, pero no importaba la dificultad del camino, en cada cesta estaba un miembro de ese gran cuerpo, de esa gran bestia que pudieron vencer y orgullosas de su tarea dejarían cada miembro "unido" de nuevo al cuerpo de la bestia en el centro de la montaña erguida, de la montaña erecta y puntiaguda, como símbolo del último miembro derrotado. Eliminamos a la bestia legendaria que suponía dominación, al dragón que quemaba nuestra iniciativa, al kraken que ahogaba nuestros deseos, ¡hemos matado al hombre, la bestia legendaria, y con él su destrucción se ha ido!. La fertilidad vendrá de la luz divina y no del maltrato a nuestro sexo con penetraciones recurrentes como poder abusivo. La fertilidad será de pureza amable y de un trato suave, porque solo así nacerán las plantas y no animales. El hombre se ha ido, y con él nuestras penas, con él nuestros males, con él nos iremos nosotras mismas -más adelante- que al mundo solo hacemos daños, de naturalezas perversas.