MUERTE DIGNA
Mi abuela murió en la mañana del día de San Juan de 2017, después de una larga enfermedad. Toda su familia, incluido su compañero de vida durante más de 50 años, tenía claro que sus últimos días los pasaría en su casa, rodeada de sus seres queridos.
La decisión de no hospitalizar al enfermo, implica no contar con un equipo médico las 24 horas del día y por consiguiente, la responsabilidad de suministrar los tratamientos paliativos (MORFINA) recae sobre los familiares.
En el caso de mi abuela, el proceso de lo que se entiende como muerte digna, duró ocho días. Ocho días con sus ocho noches, en los que toda la familia permaneció en vilo, a la espera del irremediable desenlace.
Durante esos ocho días y según el protocolo establecido por el equipo médico de cuidados paliativos que venía a verla a casa, y que nos traía más “tratamiento” (MORFINA). Al paciente no se le suministra ningún tipo de sustento intravenoso para, al menos, mantenerla hidratada. Nada de nada. Cuando le pregunté al médico el motivo, su respuesta fue que hidratarla supondría alargar más su vida.
Vale, en este punto, nos encontramos en un callejón sin salida. Puedo entender que si no hay solución, no vas a alargar el proceso más de lo necesario. Pero entonces, ¿por qué no es legal la eutanasia? Si ya no tiene solución, ¿qué sentido tiene estar esperando ocho días el fatal desenlace?
Ver el deterioro físico de una persona a la que amas, te destroza. Oír como sus tripas rugen, te mata. A ratos abría sus preciosos ojos azules y estaban totalmente en blanco. Mi abuela estuvo ocho días sin comer ni beber nada. Sedada. Mientras que nosotros, sus seres queridos, veíamos como nuestra matriarca se consumía poco a poco.
Durante esos días, le hablé, le hablé mucho, le susurré al oído lo mucho que la quería. ¿Qué más podía hacer, además de coger su mano y esperar? Al contrario, cualquier tipo de acción encaminada a acelerar el irremediable final es ilegal.
Siempre he estado a favor de la eutanasia. Siempre he considerado que una persona debería tener derecho a decidir cómo vive y cómo muere. Y después de la peor experiencia de mi vida, estoy más convencida aún.
DEFINICIÓN
La ortotanasia o muerte digna, designa la actuación correcta ante la muerte por parte de quienes atienden al que sufre una enfermedad incurable o en fase terminal. Por extensión se entiende como el derecho del paciente a morir dignamente, sin el empleo de medios desproporcionados y extraordinarios para mantener la vida. En este sentido, ante enfermedades incurables y terminales se debe procurar que se actúe con tratamientos paliativos para evitar sufrimientos, recurriendo a medidas razonables hasta que llegue la muerte.