filipenses 4: 11-13 "Problemas existenciales del ayer"

Desde niña he dudado un poco al decir mi nombre, y es lo lógico porque el mismo no representa la edad que tengo, aunque si Dios me permite llegar a los 80 años de edad sin duda alguna me representará. Mi padre me llamo Zunilde (mi madre no se opuso), pero mi misma familia se encargo de colocarme el diminutivo de "Zuni", nombre que suena muy bonito y con el cual siempre me presento, opción que nunca tuve en las casas de estudio, pues siempre me conocían por el nombre en la lista del salón. Así que si me llegas a conocer y alguien me saluda por allí, podrás saber de donde conozco a esa persona. Si me dice "Hola Zuni" de inmediato podrás deducir que se trata de algún vecino, familiar, hermano de la iglesia o amigo de la infancia. En cambio si escuchas un "¿Que hay Zunilde?" se trata de algún compañero de estudios.

De modo tal que en mi vida me tope con uno que otro cretino que se burlaba de mi nombre, pero en mi adolescencia de alguna forma el desorden hormonal típico de esa edad me hizo enfrentar de una forma muy particular la vergüenza al decirlo.

Un día me dio por comenzar a rayar el pupitre en el cual me sentaba, y así hice durante todo el año en cada pupitre que ocupe y debo confesar que en una que otra pared también (estaba algo chiflada) pero si estudiabas en mi liceo estoy segura que por lo menos una vez en el año te sentaste en algún pupitre que dijera "Zunilde la que firma".

Confieso, sin vergüenza alguna que me causaba mucha risa saber que atormentaba a alguno que otro compañero con mi nuevo "Slogan". No era una chica muy cuerda que digamos, en ese tiempo hasta me gustaba el reggaetón y si buscabas en el reproductor de mi celular podías encontrar listas de reproducciones desde Wisin y Yandel hasta Tito el Bambino. (en realidad no sabia lo que hacia, pido perdón a todos aquellos que me conocieron en esa época).

Fue una parte de mi vida bastante loca, añoro mucho aquellos recuerdos, fueron días locos pero inolvidables que no volverán. Tuve una adolescencia muy característica, llena de rollos existenciales, muchas veces preocupandome por cosas que realmente no tenían importancia pero que de alguna forma mantenían la expectativa del "¿Que pasara mañana?", no me arrepiento de nada, cada uno de mis "alocados" recuerdos logra sacarme una sonrisa en el presente, logra dibujar una curva positiva en mis labios, en estos momentos cuando mas lo necesito.

Si vives en Venezuela, sabrás que el pasado estaba lleno de felicidad aun cuando tu no lo sabias, todos aquellos recuerdos del ayer me dan la fuerza para enfrentar este presente, un presente a veces desgarrador y atemorizante. No reniego de mi país, mucho menos de haber nacido aquí, pero si algo entiendo ahora es que todos aquellos "Problemas del pasado" quedan eclipsados por las preocupaciones presentes.

¿Que me enseño esta situación?

A valorar cada instante, valorar cada cosa por mas mínima que sea, aun el hecho de bañarme con agua de la regadera, el hecho de comerme una arepa, el hecho de compartir en familia, el hecho de tener tener acceso a un tratamiento medico, el hecho de dormir bajo un techo.

Aprendí a disfrutar y agradecer aún en medio de la escasez, a valorar los pequeños momentos, esos alocados recuerdos que en un futuro adverso harán latir mas fuerte mi corazón en mi pecho.

"... pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" Filipenses 4:11-13