Cervantes Magazine Vol 18: Literatura
La escritora Anne Rice ha cambiado, y mucho. Su obra literaria se podría dividir en dos etapas, una oscura e interesante y una “luminosa” y aburrida. Es en la primera etapa en la que nos concentraremos, constituida básicamente por los primero 5 libros de las “Crónicas Vampíricas” y algunas sagas paralelas como las Brujas de Mayfair. Sólo se abordará el primer libro: “Entrevista con el vampiro”.
Sinopsis: Louis, Lestat y Claudia, son unos vampiros que tratan de llevar una vida aristocrática al margen de los mortales, sin llegar a sospechar que su condición sobrenatural no los priva de los sufrimientos humanos, sino que al contrario, se potencian con el pasar de los años.
Atea confesa, Anne Rice logra publicar “Entrevista con el vampiro” en 1976, al reinventar el papel del vampiro, dotándolo de sentimientos propios de los humanos, sus víctimas. He aquí el punto donde Anne Rice ofrece su visión sobre la muerte a través de sus personajes, que llevan (¿viven?) una existencia marcada por la confusión y el caos.
Más allá de los elementos ficticios en los que el vampiro intercambia sangre con su víctima y la transforma en uno de ellos, esa nueva criatura adquiere/hereda uno de los mayores enigmas que aqueja a casi todos (sea vampiro o no) sobre cuál es el sentido de la vida, si la vida está justificada solamente por el hecho de existir, alusiones claras al nihilismo existencial y que son desarrollados a lo largo de casi toda la saga, alcanzando su punto culmen en el quinto libro: Memnoch el diablo. Su cuestionamientos son de tipo moral, ¿son ellos la maldad? Y si es así, ¿por qué existen? ¿Por qué Dios los deja vivir? ¿Es Dios bueno por permitir todo esto? ¿Existe Dios?
La muerte al ser metafórica, puede tener otros significados que pueden ser traspolados a la vida real como quien deja a un lado la(s) máscara(s) y se da a conocer como lo que es, matando al que fue. ¿Es acaso una clara referencia sobre el asumir la sexualidad? No solo se habla de la “salida del closet” sino, de asumir la libertad sexual, porque a su vez, estos vampiros aman tanto a los de su mismo sexo como el opuesto. Esta muerte continúa se ve reflejada en quien no acepta su verdad, como Louis, quien se niega a reconocer que es un vampiro a pesar de haber tomado la sangre de una niña de 5 años, Claudia.
Similar caso experimentará Claudia, pero por razones distintas ya que, siendo una infante al momento de ser convertida en vampira su cuerpo permanecerá así con el transcurrir de las décadas, obsesionada con llegar a ser una mujer desarrollada y madura, es decir, con senos, vello púbico, y sobre todo con el acto de hacer el amor. Tanto así que le llega a preguntar en su momento a Louis qué se siente. Ese deseo particular y la humillación de tener 65 años y estar atrapada en uno de 5, se convierten en la sentencia a muerte, y todo por no aceptar que jamás crecerá, que jamás será una mujer.
La muerte también es representada en el hecho de que los vampiros raicianos necesitan amar/poseer, sentir que tienen algo, como el que estando enamorado consume a su pareja, a ese ser que tanto conoce y sabe su nombre, llegándola a internalizar. Le absorbe la sangre y la vitalidad mientras le entrega la suya, una sangre envenenada, sin vida, y la transforma en otro ser muerto, tan muerto como lo está él.