NOSTALGIA DE MIS ABUELOS: Lo que heredé de ellos

La deliciosa sopa de Gallina, tradicional de la casa, y un interminable itinerario de disfrute que nos tenía sin preparación alguna esa pareja de abuelo maternos.

Papaito
Papaíto, es la voz que siempre se escuchó con más fuerza en esta casa. Todo un señor, tan majestuoso y sencillo a la vez. Hombre de ejemplo y testimonio irrebatible.
Mirada serena, como escrutando mis sienes. Siempre supo qué decir y qué callar, y el momento en el que hacerlo no le era desconocido. Su sabiduría emanaba cual la miel de un panal. Y no solo aconsejaba, también fue aleccionador no tanto con palabras, más con acciones que quedaron en mi mente grabadas con tinta indeleble. Este fue él: mi gran señor. De él heredamos, cuanto quisimos. Yo, por mi parte, rescaté de su sistema de valores el amor por la familia. Lo bello y especial que es estar unido al amor de tu vida. Él amó a mi abuela Amelia hasta su último respiro. Un legado que jamás olvidaré.

Mamaita

Su preciosa Dulcinea, sin duda su amor eterno. Mi hermosa abuela Amelia. No tuve mucho tiempo para disfrutar de ella, más lo que recuerdo son esos cariños culinarios que nos hacía tan felices. Sus cesta repleta con las más suaves y ricas arepas. Aún mi paladar degusta aquel manjar criollo con sabor a mi infancia.
Mamaita, fue sin duda una perla, además de invaluable, la más hermosa. De sus primores y encantos fuimos dotadas sus nietas. ¡JAJAJA! al menos eso me gusta pensar. Heredé de ella la firmeza de su carácter. Su esposo, papaito, nos transmitía que ella era tan íntegra como bonita.

Y entre semana la emoción se acentuaba cuando por las tardes íbamos "a darles una vueltesita (frase que se utiliza para referirse a "ver si estaban bien") a mis abuelos paternos". En Yaritagua -centro, estado Yaracuy.

Cafecito con arepa

Muy típico del compartir en casa de los Alvarado, siempre presente un tentempié tan venezolano como el "Gloria al Bravo Pueblo". Entre algarabía de los tantos niños que nos reuníamos en el patio de jugar a visitarnos a diario, y el compás de un buen joropo sonando, ya fuera en vivo o grabado, se me pasaban los días, y parece que fue ayer que montada en el naranjo imaginé que el futuro todos seguiríamos viendo a nuestros viejos. ¡Añoranzas de mi niñez, cuando no daba pena decir "te quiero hasta el cielo"! ¡Un día lo diré de nuevo!

Abuelo Gracielo
Sobre lomos de un corcel, cabalga un jinete recio. Ese es mi abuelo Montilla, mitad criollo mitad francés. Por esos arcanos de Dios nació de esa mescolanza. Un indio de ojos azules de quien sin duda heredé el amor por lo vernáculo, música de la sabana, tañer de arpa tramada, chic chac de maraca y cuatro. "Mano Cacho" le decían, al bravío capataz. Disfruté mucho sentarme a oír coplas del llano adentro y verle su rostro alegre como transportarse en el tiempo. Le canté en muchas fiestas "¿Por qué se habrá puesto triste el abuelo?". Y dándole su último adiós en sus exequias le despedimos cantando "Llano querido, yo quiero que cuando muera... me entierren en tus palmares"

Abuelita Olga

Mis visitas matutinas a la casa de la abuela, antes de hacer cualquier cosa a pedir su bendición, a beber mi cafecito y mi arepita rellena, alrededor de una mesa tertuliana y placentera (tíos y primos, hablando de cualquier tema). Y contemplando a mi abuela tan dulce y complaciente. Fue a mi boda, conoció a mis dos primeras hijas, eso no tiene comparación. Cuanto cantamos en su fiesta de 90 años. Hicimos dúo en varias canciones, su casa era un festín.
Hoy, si visito mi pueblo, Yaritagua de mi infancia, no es que sea arrogancia pero todo es diferente. Su casa tan espaciosa, tan silente cual museo, hiela el alma y solo veo que el amanecer cuando la encuentre de nuevo descongele mi esperanza y pueda de nuevo cantar con ella.

Mis Viejos Queridos

"Amar como ellos me amaron

tiernamente y sin reproches,

incrusta cual fino broche

a mi alma la añoranza

de expresar, más sin tardanza

el anhelo de tenerles

otra vez y, así quererles

cantar una melodía.

Creo que no existe poesía

en que ellos sirvan de musa

que evada la escaramuza

de hacer completo el cumplido.

El corazón en latidos

se acelera y pide a gritos

¡nárrales algo bonito

que pondere a estos baluartes!

de mi infancia estandartes

que me guiaron en amor,

que supieron con candor

cómo asirse de mi mente

la cual no muy fácilmente

deja de echarles de menos.

Más es simplemente ameno

degustar de sus consejos.

¡Cómo añoro yo a mis viejos!

Papaíto y mamaíta,

Gracielo y la dulce Olguita,

quiero verlos en el cielo".

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Todas las fotografías de los abuelos han sido tomadas del álbum familiar

Fotografías digitales, texto y poema a los abuelos, son todos originales de @yrmaleza