El Rompecabezas : más que simples piezas

La vida es tan complicada como uno quiera que sea. La experiencia te enseña a ver los problemas y los obstáculos como grandes proezas a ser resueltas en los momentos más críticos. Sin embargo, las sencillas cosas de la vida las volvemos tan enredadas como la hiedra, siendo rectas como pino de invierno.

Desesperada por la bendita aguja del segundero del reloj de campana de la casa, abrumada por las horas que pasan castigando el tiempo de ocio que se acumulan en los días de cesantía inducida, caminar sin otro destino que no sea el del pensamiento del mas allá, el de mañana, de la otra semana o del que hacer para el próximo año. Merodeando por la sala, vi un cuadro en la pared muy peculiar q me recordó otro similar, guardado entre el polvoriento closet de cosas olvidadas, era un lienzo fracturado y conformado por piezas diminutas llamado puzzle y el cual ya terminado conformaba un hermoso mar de especies marinas que interactuaban armónicamente entre sí.

En medio de soledad y aburrimiento, y entre laberintos de pensamientos sin salida, corro al vestier a desempolvar otra obra similar. Esta ultima de mayor magnitud y con un paisaje pacificador que me recuerda la estabilidad del yin y el yang o el punto de equilibrio no matemático sino espiritual.

Con los ánimos en marcha y sin cosa mejor que hacer, me dispongo armar semejante monstruo suponiendo que son cosas de pocos días.

Comenzando por el marco cosa sencilla q me asegura una carrera rápida contra no se quien porque en realidad no compito con nadie, termino los 4 lados y con más adrenalina que nunca sigo avanzando y me topo con piezas que al parecer no pertenecen a la estructura que estoy construyendo, no son compatibles y decido forzar el sistema errando una y otra, y otra vez.... Estoy cansada; frustrada por el estancamiento me rindo ante él, y le doy un día más para desenvolver su rareza.

Los días pasan y me sumerjo en un tira y encoje, entre peleas y cantos, desesperación y humor de diferentes tipos, me fui dando cuenta, q entre más interactuaba con las piezas más conocía cada una de sus partes, como si cada pedacito particular y singular tuviera su propia historia, su forma única de ver el mundo, que tenían el lugar exacto y correcto en donde querían estar, pasaron los días, las semanas y los meses, y contra más paciencia menos forzado era conseguirle su espacio especial.

Entendí q el mundo tiene su estabilidad y su ritmo, comprendí que el agua fluye sin presiones y que de vez en cuando toma caminos nuevos en el momento más propicio e indicado, supe q la constancia y la perseverancia es una virtud que muchas veces abandonamos por desespero. A tan solo diez piezas para terminar un susto de no querer completarlo y de tomarme más días para finalizarlo, con las últimas fichas en la mano otra lección que me da:

Todo inicio tiene su final y los ciclos se tienen que cerrar.

Respiro orgullosa de haberlo terminado, extrañamente 5 minutos después 3 empresas estaban llamando, diciendo que, meses atrás habían recibido infinidad de correos con mi información académica y laboral y que estaban interesados en contratarme. Abrí la ventana, sentí y observe la brisa de la mañana, el sol que remontaba, las nubes que navegaban, las aves que cantaban... una sincronía única que me recuerda que la vida es como un rompecabezas y que en su belleza la constancia y la paciencia es su fortaleza.

Gracias por leerme amigos, hasta una próxima oportunidad