Esponjas

La definición de la empatía extrema en personas… Aquellos que absorben las malas energías de los demás y las intercambian por buenas.

Van caminando por la vida, escuchando a cualquier persona que se les atraviese en el camino. Atraen a otros que necesitan expresarse, contar algún secreto o desahogarse simplemente de cosas del día a día o pensamientos olvidados del pasado que vuelven a tocar la puerta.

Cualquier tipo de persona se puede acercar a ellos, desde aquellos que llevan conociendo desde hace tiempo o desde minutos. Niños, abuelos, adultos, jóvenes… todos sienten la necesidad de hablarles, los conozcan o no. Personas que necesitan ser escuchados y ahí están ellos, siempre dispuestos a hacerlo.

Como todas las esponjas, llega un momento en el que no pueden absorber nada más, les llega a afectar su paz interior. Duermen menos, no comen o pierden el apetito, adelgazan, dolores de cabeza o espalda… y, aunque no lo demuestren, necesitan llorar o desahogarse de alguna forma para seguir el camino, hasta el punto de inventar cualquier excusa para hacerlo, porque les da vergüenza demostrar que también son humanos delante de quiénes lo necesitan y además, les da pena o no les gusta que los vean llorar.

Esto de ser esponja está entre ser una bendición o un sufrimiento constante, depende la forma en la que se quieran manejar los casos. Me atrevería a llamarlo “don” porque se nace con ello y se va desarrollando con el pasar del tiempo, pese a que hayan momentos en los que solo se necesite huir, al final vale la pena y se aprecia.

Sabes que es un don cuando las personas se acercan a contar lo más profundo de su ser y a desnudar su alma. Lo sientes cuando lloran delante de ti y luego ríen como si nada pasara, como si se quitaran un peso de encima. Aprendes de ellos a través de sus errores y sueles dar los mejores consejos aunque ni se te hayan presentado casos parecidos. Lo sabes cuando se sienten mejor luego de hablar contigo.

Hacer crecer a las personas, dejar huellas en ellos y ser recordados así.

Son difíciles de encontrar y no cualquiera puede serlo. Se nace con esto, no se hace. O incluso, no todos pueden desarrollar otras habilidades. Porque pueden escuchar la verdad para solo ignorarla y seguir conversando sobre lo importante para ellos, sus problemas. ¿Qué les importan los de nosotros?

Y pese a que nos llegue a afectar de algún modo, vale la pena ser ese oido que el mundo necesita, el desahogo, el filtro, el impulso y la energía positiva que en algún momento necesitan los demás.

Se requieren más esponjas en la sociedad, en el día a día. Basta de aquellos que se disfrazan y fingen serlo, solo para luego quitarse la máscara y sonreír con maldad por saber secretos de los demás.

Nuestro ser está profundamente resguardado, mostramos solo un 20% de lo que somos y, pese a que podemos ser extrovertidos y alegres, tenemos la ventaja que solo otras esponjas sabrán lo rotas o desgastadas que podemos estar en algunos casos. Nos da miedo hablar, por el hecho de no sentirnos totalmente confiados en que no nos escucharán de la misma forma que nosotros a ellos.

Amamos lo que hacemos, sin embargo… ¿Quién nos escucha a nosotros?