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En el 2009 no muy lejano, se mudó con su esposa e hija al sur, a casa de una abuela con una gran parcela. Entre ella y el tío era un parentesco, por lo que no debería sorprenderse. Estuvieron de acuerdo en que él y su familia se harían cargo de ella, y ella reescribiría la propiedad. Este era un pueblo sordo, la casa estaba en las afueras, a los vecinos más cercanos pisoteando y pisoteando. El analfabetismo y un espíritu decadente general florecieron en la aldea.

Ahora un par de palabras sobre esta abuela: nació en campo solo a principios de la década de 1920, su esposo murió hace mucho tiempo, el único hijo que queda y le dio un golpe a su madre, no nietos. He vivido toda mi vida a expensas de mi granja, no hay educación.

Ahora a la esencia de la historia: mi tío trajo consigo un perro elegante, uno de los favoritos de la familia. Con el tiempo, debido a la hija en la casa había dos gatos, pero murieron bastante rápido: al lado del sitio hay una carretera, y como casi no hay gente en el distrito, los autos siempre fueron conducidos rápidamente. Como resultado, algunos de ellos derribaron inmediatamente dos DOS gatos, de ellos solo había dos tortas peludas sangrientas. Tío, cuando lo vio, cometió un error, pero no vio una mala señal en él. Pero valió la pena.

Un día mi tío notó que el perro no había aparecido hace mucho tiempo. Por lo general, caminaba por el jardín o se metía en el agujero de la cerca y vagaba por ahí. El perro estaba muy tranquilo, pequeño y viejo, por lo que toda la agresión potencial se redujo a nada.

Entonces eso es todo. El tío una vez fue al bosque más cercano en busca de hongos. Él ama este negocio, tan a menudo que no presta atención al mundo que lo rodea. Se inclinó, gateó durante unos diez minutos, se levantó... y casi golpeó su cara contra las patas de su perro. Él estaba colgado en la rama superior de un árbol. Su cadáver comenzó a descomponerse por el calor y gusanos gordos pululaban en la boca abierta. Tío casi tintineó vasos en los primeros segundos.

Resultó que la abuela, mientras que nadie estaba en casa, se arrastró hasta un borracho vecino y le entregó el dinero para que el perro lo colgara. En su niñez era costumbre deshacerse de los perros.

Más tarde, cuando mi tío tuvo otros dos hijos, este griterío anormal de que mi tía se había alejado de los gitanos y necesito abortar.

¿Qué puedo decir? Está jodido, camaradas. La comunicación con tales personas se descompone lentamente, pero esto no se puede evitar. Esta abuela, obviamente, voló de los carretes, pero no quería dárselo a un hospital psiquiátrico o un asilo de ancianos, es una pena. Cuando ella murió, mi tío vendió todo y regresó al norte.

Cada día aprendemos algo nuevo, y yo quiero aprender de tus opiniones.

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