PERFIDIA (Relato)
Siendo muy joven me vi obligado a trabajar para llevar el sustento a mi familia: mi madre y mis dos hermanos José y María. No pude, dadas mis responsabilidades a muy temprana edad, ir a la escuela y hacerme de una profesión.
Cumplidas mis veinte primaveras de vida conocí a quien hasta ahora es mi esposa. En los primeros años de mi matrimonio las dificultades económicas me abrumaban sin piedad, mis trabajos eran ocasionales, me dedicaba a los cortes de cabello y en una que otra oportunidad ayudante de albañilería. Fueron momentos difíciles, como los hay siempre. La esperanza de una mejor vida siempre puesta en el esfuerzo y el trabajo.
Uno de esos días en los que menos lo esperas, Carlos Gutiérrez cliente de la peluquería, un reconocido Ingeniero del lugar a quien le cortaba el cabello y de quien había ganado su aprecio, me comento sobre una urbanización que recién comenzaban a construir y en donde existía la posibilidad de un empleo con beneficios laborales de los que no gozaba en mi trabajo eventual en la barbería. Era una gran oportunidad y un mejor porvenir para mí y mi familia que ya crecía.
Pasados unos días, fui llamado a una entrevista de trabajo, en la que tuve la oportunidad de enganchar gracias al apoyo y recomendación de mi amigo, quien se desempeñaba en la empresa como capataz de la obra. Mi entusiasmo en mi nuevo trabajo y el agradecimiento por semejante oportunidad eran infinitos.
Me inicie como ayudante de albañilería. El nuevo empleo me ofrecía beneficios y un salario más acorde con las necesidades que para ese momento tenía, dado al nutrido grupo familiar que éramos ahora, pues no solo eran mi madre y hermanos sino que también estaban mi esposa e hijos.
Con el apoyo de Carlos desempeñé otras funciones en las que aprendí nuevos oficios que me ayudaron a escalar en la empresa. Con los ingresos que recibía realicé cursos de electricidad que me permitieron ocupar otros cargos. Mi amistad con el Ingeniero Carlos fue creciendo, hasta el punto que tuve el privilegio de compartir con él y su familia gratos momentos.
Era un hombre de familia honesto y con un alto sentido de la responsabilidad. Padre de tres hijos y felizmente casado con su esposa Noira. En una ocasión compartimos el nacimiento de mi tercera hija, siendo esta una de muchas celebraciones que tuvimos la oportunidad de disfrutar. Pronto las visitas fueron más frecuentes, lo que profundizó nuestros lazos de amistad. Más que mi jefe, era como un hermano para mí. Mucho tenía que agradecerle, pues fue una mano amiga en momentos difíciles para nosotros.
Ocupados por el trabajo y las responsabilidades laborales, pasábamos mucho tiempo fuera de nuestros hogares. Casi siempre salíamos tarde y muy cansados, deseosos de llegar a la casa para poder estar con nuestros hijos y esposas y, tal vez, descansar un poco.
Así transcurrían los días en total normalidad. La monotonía y el cansancio del trabajo se aliviaban con aquellos ratos de camaradería y familiaridad que se habían vuelto costumbre entre las dos familias. Lejos estábamos de imaginar lo que nos deparaba la vida, el destino, el futuro o la suerte, como quiera que se le llame.
Un día llegue a la obra muy temprano, me gustaba estar antes que todos para observar el trabajo realizado el día anterior y supervisar detalles y errores, y encontré a mi amigo Carlos sentado en su improvisada oficina. La expresión en su cara me indicó que algo no andaba bien. Inmediatamente le pregunte si ocurría algo con la obra, y con un gesto de hastío apenas me saludo. Se levantó de su silla y luego de un breve silencio me contestó – Me separé de Noira, ayer tomamos la decisión.
Sorprendido por la notica, no salieron de mí las palabras correctas para momentos como estos. Mi mente confundida no comprendía porque mis amigos, un matrimonio estable y de tantos años estaban en esa situación. Cuando menos te lo esperas la vida te sorprende, pero esta vez no sería de grata manera.
Luego de un largo suspiro, continuo diciendo – Noira me fue infiel, me traicionó de la forma más vil y deshonesta que pueda existir – yo no podía creer lo que mis oídos estaban escuchando, confieso que no supe disimular la expresión de asombro en mi cara, sin saber que aún me faltaba por escuchar lo peor. Me comentó que se estaban dando ciertas situaciones que le parecían irregulares y que había notado frialdad e indiferencia por parte de Noira, que despertaron sospechas de una infidelidad. Lo que nunca imaginó fue quien era el causante de aquella situación.
Para sorpresa de todos, el hombre responsable de la desgracia que caía sobre la familia de mi apreciado amigo Carlos era mi hermano José.
Un sentimiento de vergüenza, mezclado con rabia e impotencia sentí inmediatamente. Como pudieron mi hermano y la esposa de mi amigo hacer algo tan cruel y egoísta. Ante mi estaba mi amigo, el hombre que tanto me había ayudado, mientras yo permanecía inmóvil totalmente desbastado por la noticia, sin saber qué hacer ni que decir.
A partir de ese momento todo cambió, nuestra amistad ya no fue la misma. Mi hermano y la que fué esposa de mi amigo se mudaron juntos después del divorcio, está demás decir que no terminaron bien, pues era de esperarse que su relación no durara. Él casi un muchacho, sin trabajo ni experiencia y ella una mujer que hasta ahora había sido mantenida por su esposo y quien no tenía preparación para trabajar. Ambos actuaron con alevosía y felonía sin medir consecuencias. Enséñame un traidor y te mostraré una vida llena de tristezas y de rechazos, dice una frase popular.
Justificación para un acto como este no creo que exista, las causas quizás sean muchas y dependerán de cada persona, lo que si es cierto es que los mismos afectan y lastiman considerablemente a los involucrados. Un hogar roto, una gran amistad perjudicada y muchos sentimientos lastimados fue el saldo dejado por tan irresponsable proceder.
A pesar de no ser responsable de lo ocurrido, las consecuencias fueron nefastas para mí, pues perdí a un gran amigo y a un hermano. Con el correr de los años me entere que Carlos había recobrado su felicidad con una nueva esposa, esta vez cariñosa y leal, con la cual había formado una nueva familia. Pienso que fue lo menos que la vida le debía, después de haber vivido una experiencia tan desagradable. Siempre guardaré mi amistad y mi aprecio por tan especial amigo, junto a mi total agradecimiento a su buena voluntad para ayudar a mi familia.
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