Sobre el aburrimiento

Como alguien que nació en el siglo XXI, no recuerdo un momento de mi vida en que no tuviera acceso a artículos electrónicos. Televisores, computadoras, teléfonos y videojuegos. Nací en la era digital, y me hice dependiente de la tecnología, principalmente el internet, lo cual, asumo, también sucede con muchos de los que leen estas líneas. Pero no vengo de moralista a hablarles cómo despegarme de la computadora por una semana ha hecho mi vida mucho mejor y cómo ahora soy superior a todos ustedes porque no estoy apegado a aparatos electrónicos. Les estaría mintiendo si lo hiciera. Pero no es esta la única razón para evitar entrar en dicha discusión; la razón real reside en que no veo gran problema con unirnos a nuestra tecnología hasta el punto de la dependencia. Quizá sea simplemente un paso natural de la evolución humana, o una muestra del desarrollo de la sociedad moderna.

Fuente

Ayer me sucedió una de las peores cosas que le puede pasar a alguien adicto a la vida online: se cayó mi internet. Es algo que ocurre a menudo en Venezuela, y específicamente mi conexión suele ser muy inestable. Estoy acostumbrado a caídas de 10-15 minutos todos los días. Esta vez se cortó por horas. Lo que suelo hacer en estos casos es acostarme a dormir para que el tiempo pase más rápido —lo sé, soy un genio— pero hoy no tenía sueño. Me vi obligado a combatir la situación de no tener internet por al menos 5 horas, sin tener nada para hacer.

Me encontraba acostado pensando cómo vivía en uno de los países más atrasados del mundo civilizado, y cómo esta sería una situación imposible en Argentina, Chile, Ecuador, Colombia, Canadá, Francia o Corea del Sur, cuando mi perro se acercó para acostarse a mi lado. Lo miré, el me miró, y durante unos 30 segundos, quizá más, observé sus ojos directamente y no pude percibir una pizca de aburrimiento. Buscaba en su mirada alguna muestra de empatía, algo que dijera "te entiendo, yo también estoy aburrido", pero no fue así. Una criatura que lo único que hace durante todo el día es comer, dormir y ocasionalmente ladrar a los vecinos, pero que no parecía especialmente disgustada con la idea de no tener nada que hacer, mientras a mí me afectaba el aburrimiento de no tener internet.

---

Hay muchos sentimientos desagradables y la mayoría existen como mecanismo de defensa ante peligros reales. El dolor físico y el malestar general tienen como función proteger al individuo ante una amenaza. Sin embargo, el aburrimiento es un sentimiento de desagrado que se activa por la falta de estímulos. Aunque todas nuestras necesidades básicas estén satisfechas y no haya ningún peligro evidente, parece no ser suficiente; el aburrimiento está ahí para hacernos sentir mal. La mera existencia y supervivencia de la especie no es suficiente para el ser humano. Es un sentimiento desagradable que nos empuja a la creatividad, a no conformarnos con existir, a hacer cosas más allá de simplemente satisfacer nuestras necesidades básicas.

Esa sensación de vacío nos ha conducido al desarrollo. Mortificarse por la falta de internet es la prueba misma de que comida, agua y sueño no son suficientes para sentirnos satisfechos. El descubrimiento de que podemos ir más allá de las necesidades de nuestro cuerpo para seguir en funcionamiento, y las necesidades para que la especie mantenga su existencia, no puede ser separado del sentimiento que genera el aburrimiento. Si la existencia misma fuera suficiente para llenar las necesidades y preocupaciones de la humanidad, no existiría este sentimiento. La curiosidad científica, la innovación tecnológica y la creación de arte nacen todas de la disconformidad con simplemente "ser". Quizá ese sentimiento no deseado que todos experimentamos, y que intentamos evadir de todas las formas posibles, sea lo que comprende la "consciencia", porque sólo podemos estar disconformes con "ser" si sabemos que "somos".

---

No me molesta ser dependiente de la computadora o el internet porque son la evidencia del desarrollo. Con una computadora ahora mismo puedo tener mucho más conocimiento del que tenía la persona más inteligente de hace 200 años. Y no le temo al aburrimiento que siento ante la falta de internet porque ese aburrimiento fue el que llevó a la curiosidad y las ideas que condujeron a la creación de la computadora —y alguna que otra guerra—. Y a fin de cuentas, ese aburrimiento fue el que me llevó a escribir lo que aquí leen. Sin la dependencia al internet no tendría la oportunidad para aburrirme de esta manera, y eso sería algo muy triste, porque nunca tendría tiempo para pensar e imaginar. El aburrimiento es, además, muestra de que hemos avanzado mucho como especie. Es un sentimiento que no tendría cabida en un mundo en que estemos preocupados por la supervivencia. Sólo cuando las necesidades están cubiertas el humano tiene tiempo para reflexionar y tener ideas; tiene tiempo para avanzar. Mientras más próspera sea una sociedad, mayores serán sus posibilidades de seguir avanzando porque los individuos que la integran no necesitan preocuparse por su supervivencia, y tienen mucho tiempo para pensar. Antes dije que todos los sentimientos desagradables eran un mecanismo de defensa ante peligros inminentes; tal vez el aburrimiento es el mecanismo de defensa que nos proteja del estancamiento.