¿UN ABOGADO CON ÉTICA?

in #spanish7 years ago

j israel.jpgPelícula: Roman J Israel Esq. Dirigida por: Dan Gilroy. Protagonizada por: Denzel Washinton, Colin Farrel, Carmen Ejogo
4 estrellas de 10

Para algunos cincuenta abogados en el fondo del mar sería un buen comienzo. Esta aseveración es parte de la animadversión que muchísima gente siente por los abogados. Y se la ganaron a pulso, con tino y con ventaja y alevosía. La ética de los que viven de la Ley, no es la más proba de todas y entre los profesionales quizás sean los que menos la usan. Y esto se debe a que cabe la pregunta si ¿la ley es ciega o tuerta?

La película Roman J. Israel Esquier, nos muestra la infaltable confrontación entre dos abogados, uno bueno y el otro malo. Uno preocupado por la aplicación lógica y ceñida de la ley y el otro conocedor igualmente de la Ley busca su aplicación a su conveniencia más que a la de su cliente. Lo importante que tanto el primero como el segundo abogado es uno solo y se demanda y se defiende en un juicio que Roman Israel entabla contra sí mismo. No se indica quien es el Juez, se presume el público y eso me gustó de la película.

La trama un poco lenta, llegando incluso momentos de aburrimiento, de escenas sin sentido o por lo menos prescindibles que hubieran dado más ilación narrativa, permite a Denzel Washinton lograr una actuación memorable. La gordura del personaje, su insaciable necesidad de comer dulces, su refugio en el jazz y su sueño de poder vivir como otros abogados sin caer en las trampas antiéticas de esos quienes roban legalmente a sus defendidos. Esa especie de genio con una memoria fotográfica, ceñido aun a su pasado de defensor de los derechos civiles y autor de una demanda-obra-legado que cambiaría todo el sistema de justicia americano. O por lo menos eso cree él y tiene razón y tiene cómo… pero no tiene las bolas para hacerlo. Firme creyente de principios morales y legales sabe en su fuero que debe aplicarse la Ley como es y para ello, lo lógico, es que se aplique y no que tenga que obligar a aplicar.
Hay una escena donde Roman Israel da una charla a un grupo de activistas luchadores de los derechos civiles, donde comenta que en el público hay dos damas paradas y unos jóvenes sentados, a lo que las chicas responden que no, que está bien, que hoy en día eso no importa, somos iguales A lo que Roman responde pero también debe haber cortesía. Las chicas le dicen que no hace falta y el responde que deben agregar cortesía y las chicas le insultan le mandan pal’carajo y todo el público lo rechaza.

En Venezuela, la obra del socialismo ha llevado a que las normas más elementales de educación se erradiquen. Recuerdo que para decir una mala palabra, una grosería, delante de una mujer, uno se retraía o decía “con el permiso de la dama presente”. Hoy, como en la película, son las mujeres quienes tienen una boca de cloaca, sus conversaciones no respetan ni la más mínima postura de pudor o recato y eso que nunca he creído en la mojigatería o hipócritas posturas de educación tipo colegio de monja. Entonces hay dos cosas que la película me lleva a pensar:

  1. Derechos civiles o derechos Humanos
    Los gringos se vanaglorian de la lucha por la consecución de derechos civiles y en esto basan lo que su sociedad considera un adelanto, un avance. Es un nombre pomposo para esconder las debilidades de una sociedad que pega fuerte a quienes no tienen de alguna manera un sentido conservador de su forma de vida. Para ellos lograr que el trato a los negros sea igualitario, como lo es para las mujeres –y últimamente para los homosexuales- es el logro de un derecho civil, ojo, no es un derecho humano, es civil, porque ellos –los gringos- no cometen ningún tipo de afrenta a los derechos humanos. Por otro lado, los derechos civiles pueden tener asidero en cuanto a las leyes que los regula, les da vida y los hace reales dentro de algún marco de la sociedad. Así, vemos en la película como los activistas pro derechos civiles, no solo no luchan porque éstos sean cada vez mejores sino que decaen en un laberinto de pérdida de objetivos.

  2. Igualdad de género y decadencia humana
    Las mujeres dejan de ser damas porque ser damas sería claudicar a la igualdad de género. Los negros son racistas porque de no serlo creen convertirse en lo que alguna vez los oprimió: todo lo blanco.
    La igualdad de género no está muy desarrollada en la película pero se toca el tema de manera brutal. Tan solo hay una forma de igualdad y esta está en que la sociedad es manejada por hombres y las mujeres –por lo menos en la película- ocupan cargos y puestos secundarios sin poder. Esto emite una alarma que a pesar de la activista en su lucha por los derechos humanos, no logra oírse, es como si un incendio quemara una casa y a lado esté el cuartel de bomberos permanezca en silencio.

Roman J Israel pasará a la historia como un personaje memorable, bien logrado, que lamentablemente desaparece, pero debe ser así sino la película sería hipócrita consigo mismo y ahí la grandeza de la interpretación que le da Denzel Washington con un Colin Farrel a la altura. Un sundtrack bellísimo donde resalta la pieza Trouble Man genialmente interpretada por Marvine Gaye. Una pieza así de afro, de traje con chaleco, de zapatos de plataforma de aquellos 70 que no se olvidan.

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