Yo era un ser dócil, un alma atada a los mandamientos de la soberbia encarnada. No veía futuro más que incertidumbre como una penumbra ante mis ojos. Aquellos con los que ví tormentos hacían de mis párpados una lluvia que refrescaba mi rostro.

No, jamás entendí por qué a mí. Supongo que en algún momento de la vida, antes o después, un pecado habría acontecido. ¿He de pagar por algo que no estoy segura de que ha ocurrido? Quizás se trate de mis antepasados que demostraron su parte más cruel y vil del ser humano. Y hasta ahí estoy dudando de su humanidad. He escuchado ofuscadas situaciones donde un inocente paga las atrocidades de los demás. Lo cierto es que mis ojos se han vueltos rojos. Ya no es ese manantial celeste, hoy es una mirada rubí con ansias de venganza.

Quizás no esté sola, y quizás tenga compañía. Solo sé una cosa. Nadie está exento a pagar por un pecado. Y de esas cuentas se ocupa el inframundo, aquel sitio en el que todos tienden a pedir perdón y exigir misericordia. Esa posibilidad solo la da quién tenga un corazón. Uno tan grande que se pueda sentir latir como si dependiera de mantener en vida a un gigante. No, no es posible, ese gigante es el señor oscuro.

Nuevamente he de unirme a la hermandad. Yo conocí el arte del mal y si he pecado lo pagaré rindiendo fidelidad a los mandamientos de la vileza Kyteler. Ahora más que nunca liberaré mi odio contenido en lo profundo de mi ser.

Una Kyteler se ha liberado y ese, permítanme expresarlo, es el significado más remoto del nacimiento de un demonio encarnado. Ahora más que nunca, has de conocer la oscuridad. Ahora más que nunca serás parte de nuestro legado.

Si te ha gustado mi publicación te invito a valorarme con tu voto o simplemente con un comentario. Si te interesa ser parte de la hermandad has de hacer click en la siguiente imagen:

"Ser el terror puede suprimir cualquier miedo ...
Sé la oscuridad para jamás temerle"