Una crítica a las ideologías modernas (comunismo / socialismo / capitalismo)

Cuando hacemos una pequeña revisión a la historia, podemos notar que el comportamiento humano a lo largo de los siglos, o milenos, siempre ha estado dominado por un conjunto de creencias particulares, dichas creencias son las que justifican el accionar diario de la sociedad, y son las que dictan los objetivos sociales y los medios para alcanzarlos. El campo de las ideas termina inevitablemente siendo el que gobierna sobre la materia.

Así, en la antigua Atenas se dedicaban a desarrollar el pensamiento político, el teatro, las artes, la filosofía, la ciencia, la arquitectura, en consecuencia, los atenienses se dedicaban al ejercicio del intelecto y otorgaban especial preponderancia a la importancia del desarrollo de la cultura. En Esparta por otro lado, se daba una importancia predominante a los asuntos concernientes al ejercicio militar, a la disciplina, al desarrollo óptimo del cuerpo, y la vocación total del individuo hacia la sociedad.

Por otro lado, estoy casi seguro que este momento de la historia será recordado como un periodo de desarrollo de la ciencias aplicadas, y de cómo los cambios tecnológicos introducidos en este lapso de tiempo moldearon y crearon una cultura muy particular, el cine, la discografía, las radio, la TV, y posteriormente las computadoras y el Internet, que permitirían dar un salto a la digitalización de todo lo anterior, sin mencionar los nuevos y mejorados métodos de transporte, los electrodomésticos, y a su vez la producción en masa de todos elementos, determinarían la forma en la que concebimos la vida actualmente.

En los últimos 200 años el hombre se las arregló para solucionar todos los problemas materiales, pero ¿Cómo repentinamente el hombre ha podido crear todo este avance material que en el pasado no hubiese sido ni siquiera imaginable?

Si echamos un vistazo hacia el pasado podemos prever el desarrollo material moderno como consecuencia directa del decaimiento de la fe y del establecimiento de la cristiandad, que era la creencia dominante del momento, aunado a la acumulación de capital que podía extraerse principalmente del colonialismo, estos dos factores crearon unas circunstancias muy particulares principalmente en Reino Unido, nación que pudo adquirir un flujo de capital constante de sus colonias, y que gracias a la introducción del "Papel Moneda" los Bancos pudieron a través de los préstamos basados en el sistema de reserva fraccionaria transferir la riqueza a los empresarios, quienes se encargaron de dirigir el proceso de industrialización, y obtener para sí el poderío económico que hasta ese momento tenían los aristócratas.

La industrialización fue posible gracias a las circunstancias históricas que acontecieron en aquel momento; la acumulación de capital sin precedentes en Europa, que tuvo su auge con la revolución de los precios; el hecho de que las disputas coloniales fuesen más importantes que las disputas dentro del territorio europeo; un comercio mucho más amplio; y finalmente, descubrimientos como la imprenta y la maquina a vapor, se encargaron de acelerar la caída del Ancien Régime y establecer las bases del nuevo modelo.

Este cambio en la concepción de la organización social era incompatible con el modelo de aristocracia feudal conocido hasta entonces, principalmente porque se disputaban la mano de obra, y en consecuencia, la forma en la que la sociedad debía organizarse.

En el Reino Unido los aristócratas se vieron obligados a ceder sus privilegios políticos y sociales para conservar su posición como terratenientes, esto fue un paso importante, el nuevo modelo político y social ya no giraba en torno a una visión basada en una creencia religiosa o de algún tipo trascendental, sino que dieron un paso atrás para que la producción de bienes y servicios y la urbanización pasaran a convertirse en la idea predominante que rápidamente se arraigaría en la nueva visión del mundo que tendrían las personas.

Así fue como la sociedad dejo de organizarse en torno a una jerarquía política, militar y religiosa, para pasar a un modelo de organización meramente basado en los factores productivos. Desde aquel entonces ya se podía ver la silueta de la sociedad moderna, donde las personas nos organizamos en torno a una activad económica determinada con el fin de satisfacer nuestras necesidades materiales. El vasallo fue reemplazado por el trabajador asalariado, el señor feudal por el empresario, el espacio dejado por la religión en temas económicos y políticos es llenado por la ideología.

Con la Revolución Francesa y sus consecuentes acontecimientos, y con las guerras de independencia hispanoamericanas que separaron a España de sus colonias en américa, dando inestabilidad a la corona, la nueva visión del mundo impulsada por el Reino Unido se expandiría para finalmente llegar a un dominio casi absoluto en Occidente luego de que la monarquía dual austrohúngara, la monarquía zarista rusa, y la monarquía imperial alemana cayeran al finalizar la Primera Guerra Mundial.

En este punto de la historia es cuando todo comienza girar en torno a la economía, y por ende, es cuando se produce el economicismo, es decir, el criterio que concede a los factores económicos primacía sobre los de cualquier otra índole. Las personas dejaron de discutir sobre los valores, las tradiciones, y las creencias culturales de la sociedad, y todo el debate político y social comenzó a girar en torno a ideas basadas exclusivamente en la organización y administración de los factores económicos; comunismo, socialismo, capitalismo.

Estás tres ideologías, a pesar que distintas en su proceder, tienen un objetivo común; la organización de la sociedad alrededor de los medios de producción. El comunismo, el socialismo, y el capitalismo, serán más eficientes a la hora de producir bienes y servicios, cosa que procuran, en la medida que las personas puedan desapegarse de cualquier atisbo de moralidad. De allí a que Marx pensará en abolir la moral, la religión y todo aquello que consideraba parte de la superestructura.

El comunismo anula las verdades eternas, elimina toda religión y toda moral, en lugar de constituirlas sobre una base nueva; por lo tanto, actúa en contradicción con toda experiencia histórica pasada.

Karl Marx y Friedrich Engels, Manifiesto Comunista

Debemos entender que la moral mantiene a las personas bajo unos parámetros de conducta específicos, ya que si crees que algo es malo o indigno, te cohibirás de hacerlo, por dicha razón, cualquier sistema propiamente economicista como los antes mencionados, interpretan la moral del individuo como una fuerza que se resiste a la integración total de los factores productivos. Si no estás dispuesto a tomar un puesto de trabajo específico porque lo consideras indigno, o porque no es propio para ti, resulta un problema.

Pero como fue explicado posteriormente por Gramsci, la superestructura, es decir, las formas jurídicas, políticas, artísticas, filosóficas y religiosas, no pueden ser eliminadas como Karl Marx y Friedrich Engels proponían, sino que deben ser suplantadas por otras, por dicha razón Gramsci planteaba que el marxismo también era una superestructura.

Para que el comunismo pueda manifestarse de la forma descrita por los marxista, las personas que integran la sociedad, principalmente los proletarios, deben adoptar primero el comunismo como una idea que pueda suplantar a todas las otras, por lo que decretar el ateísmo de Estado como se hizo en la Unión Soviética no conllevaría a ningún cambio sustancial si las personal realmente no son ateas, cosa que según Marx significa desechar las creencias impuestas por las clases dominantes anteriores.

De esta forma, tanto el comunismo, como el capitalismo, para llegar a su excelencia productiva y desarrollarse plenamente, en vista de que no puede eliminarlas necesariamente debe suplantar la creencias que posee la sociedad por su propio conjunto de ideas, que en la práctica no son más que materialismo, utilitarismo, cientificismo y economicismo.

Las personas deben estar dispuestas a realizar cualquier actividad económica según lo requiera la dictadura del proletariado en el comunismo, o la mano invisible del consumidor en el capitalismo. Es decir, la voluntad del individuo debe someterse a las condiciones presentadas por los factores económicos.

En el comunismo el individuo debe someter su voluntad a las necesidades de sí mismo, pero no visto desde una perspectiva individual, sino de sí mismo visto como parte de un colectivo, es decir, el individuo debe tener conciencia de clase.

En el socialismo, por su parte, el individuo debe someter su voluntad a las necesidades del Estado, es decir, a un conjunto de personas que gobiernan con poder absoluto, pero que gobiernan con conciencia de clase.

Y por último, en el capitalismo el individuo debe estar dispuesto a someter su voluntad ante aquello que pueda darle una mayor ganancia económica.

Al individuo ponerse a sí mismo a disposición de cualquiera de estas doctrinas se supone que los factores productivos deberían funcionar en beneficio de todo el colectivo de forma justa. Es así como a pesar de que varían en sus formas y en su proceder, estás tres doctrinas comparten un conjunto de principios similares, que son el utilitarismo, comprendido como el pensamiento que considera que lo más útil es bueno y, por lo tanto, el valor de la conducta está determinado por el carácter práctico de sus resultados; el materialismo, comprendido tanto por la consideración de que solamente existe la materia y que reduce el espíritu a una consecuencia de ella o que es simplemente inexistente, y como una actitud que otorga excesivo valor a las cosas materiales; cientificismo, entendido como la tendencia a dar excesivo valor a las nociones científicas, en especial a las ciencias basadas en los datos de la experiencia, considerando que son el único conocimiento válido; y finalmente, el economicismo, descrito como la filosofía que interpreta la suma total de la vida humana en términos de la producción, adquisición y distribución de la riqueza.

El principal problema con este grupo de creencias es que son ideologías materialistas, y en consecuencia, necesitan condiciones materiales propicias para poder ser ideas validas, lo que las hace muy herméticas y poco prácticas, razón por la cual quienes la profesan siempre encuentran alguna razón válida por la cual su ideología ha fracasado al pasar de la teoría a la práctica, o por la cual simplemente no puede implementarse. Si las circunstancias materiales cambian, la ideología pierde sus pilares, y debido a que las condiciones materiales están en constante cambio, este tipo de ideologías de carácter materialista siempre estarán condenadas al fracaso.

Marx planteaba que el comunismo era la última de las revoluciones, pues sería el momento en el que la clase más amplia de la sociedad se impondría al resto, hasta el punto en el cual la sociedad estaría conformada por una sola e indivisible masa de proletarios, no obstante, el mismo admitía que primero debían existir ciertas condiciones materiales, tales como la industrialización; sin industria no hay proletarios, y por ende, no puede existir una dictadura de algo que no existe.

Por lo tanto, si una sociedad nunca se industrializa, carece de la posibilidad material para hacerlo, o si trasciende a una era post-industrial, sería un despropósito profesar el marxismo.

Así como el marxismo, el resto de las ideologías materiales están igualmente imposibilitadas de funcionar, o condenadas a caducar.

Por otro lado, la mayoría de estas extraordinarias ideologías que pretenden reorganizar la sociedad, no trascienden de ser, por muy brillante que sea el creador, un mera utopía formulada por la abstracción que algún individuo hizo del mundo en su cabeza, ¡una entelequia! por lo que es probable que las condiciones propicias imaginadas en un determinado momento, nunca existan.

No obstante, estamos en el mundo moderno, cada día hay más personas que abandonan ideales, valores, principios y los cambian por una doctrina material. Luchan por condiciones materiales imposibles.

Los nuevos liberales no defienden los principios y los pilares reales de liberalismo, sino que defienden una estructura determinada, algo así como el equivalente a adorar a un becerro de oro, idolatran una forma jurídica específica, y todo aquello que sea diferente es incorrecto bajo su visión, sin importar si las condiciones no sean las ideales. Un liberal debe defender la idea de la libertad, no una forma de gobierno estático y específico, las formas cambian, las instituciones cambian, las circunstancias cambian, pero el ideal debe persistir.

Determinar nuestros valores, aquellos por los que estamos dispuestos a entregar todo, hasta la vida, debe ser una prioridad, y una vez definidos, debemos proceder de acuerdo con ellos. Los valores y los principios no dependen de circunstancias materiales, no cambian a menos que nosotros queramos que así sea, este tipo de ideas pertenecen al mundo inteligible, y en consecuencia, son inmóviles e inmutables, es nuestra decisión decidir si lucharemos por ellas en el mundo material.

Si la libertad de un hombre depende de algo ajeno a él, como lo plantean las diferentes tesis ideológicas que he mencionado anteriormente, entonces la libertad no existe realmente, y es una mera ilusión. Y si dentro de los valores que defiendes no se encuentra la libertad, entonces rectifica, porque para creer y defender algo, primero debes ser libre para hacerlo. La libertad es lo primero, luego viene el resto. La libertad no depende de condiciones materiales, depende nuestra voluntad conquistarla.

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