Cuando intento hacer una analogía entre el sistema educativo y el sistema empresarial de mercado, preguntando a las personas quién ocupa el puesto de consumidor en nuestro sistema educativo actual, siempre suelen responder que el estudiante sin lugar a dudas es el consumidor final, y que la educación que recibe es el producto, ya que paga por su educación, sea de forma directa mediante instituciones privadas, o sea de forma indirecta, mediante instituciones públicas, no obstante, yo postulo en esta publicación que esto no es así, y que el estudiante no es en definitiva el consumidor, sino que ocupa el puesto de producto o de materia prima.

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En economía, un consumidor es una persona u organización que demanda bienes o servicios a cambio de dinero proporcionados por el productor o el proveedor de bienes o servicios. Es decir, es un agente económico con una serie de necesidades. También se define como aquel que consume o compra productos para el consumo. Es por tanto el actor final de diversas transacciones productivas.

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Verán, esto me quedo muy claro cuando estudié administración bajo un sistema de educación especializada, en el cual las diversas empresas pagan por la educación de los que serán sus próximos trabajadores. Así fue como conseguí trabajo en la industria petrolera, todo mientras ellos pagaban por mi educación.

¿Educación y Trabajo y ellos pagan por todo?

Estando ahí, un instructor me explicó que para esa institución educativa, el estudiante no era el cliente, el cliente es quien paga por la educación, en este caso, la empresa petrolera que estaba pagando por mi formación era su cliente, yo era el producto, así que los instructores debían convertir a un joven muchacho recién salido de la escuela secundaria, en un empleado eficiente que maneje conceptos administrativos, contables, financieros e informáticos, cosa que hicieron muy bien, pues me convertí en un empleado estupendo, o así me lo hicieron saber.

No obstante, entendí muy rápidamente que para tener éxito en ese ambiente necesitaría olvidarme de mi opinión personal, y dedicarme exclusivamente a acatar órdenes y cumplirlas de la forma más eficiente posible, ahorrando tiempo, recursos, y no escatimando en consumir mi tiempo libre para perfeccionar y adelantar el trabajo, todo eso conduciría inevitablemente a que mi trabajo fuera recompensado adecuadamente, no obstante, no fue así, gané muchos reconocimientos, luego fui a la empresa y me destaqué, pero la recompensa nunca era suficiente para compensar el costo que yo creía haber asumido, fue entonces cuando entendí que el modelo no estaba hecho para que yo pudiese escoger, ya que había una sola opción, y ¿en qué clase de mercado el consumidor no puede escoger? Fue entonces cuando entendí que el único que tenía la opción de escoger en el sistema es el que paga por la educación, y esa era la empresa, que decidió en primera instancia la institución que formaría a sus trabajadores, en segunda instancia decidió quienes serían las personas escogidas para formar parte del proceso de educación y trabajo, y en última instancia decidió junto al Estado, que debía de ser enseñado por los instructores.

Evidentemente este sistema de educación que he colocado como ejemplo aquí, es muy peculiar y no representa el verdadero complejo sistema educativo con sus diferentes características, que varían según la región, nacionalidad, religión, condiciones económicas y muchas otras variantes, no obstante, sirve para dejar en claro una ley social, y es que todos los costos son asumidos por el consumidor final, por ende, quien asume los costos es el consumidor, como consecuencia, el estudiante no puede ser el consumidor si no paga por la educación, y mucho menos si no le permiten escoger.

Aquí pasamos al segundo punto, que es la educación privada, aquella en la que el estudiante asume los costos del proceso educativo. Aunque el modelo de educación privada es defendido generalmente por las personas que apoyan el libre mercado, hay que entender que la educación privada tal cual como se concibe en la actualidad, no cambia el paradigma anteriormente establecido en el ejemplo anterior, pues bajo el sistema de educación privada actual, el programa educativo, es decir, lo que ha de ser enseñado a los estudiantes, no es decidido por los estudiantes, sino que es decidido por el Estado, lo que limita en gran medida el poder de elección que pueda tener el estudiante. Entonces, aquí se plantea la disyuntiva ¿quién es realmente el consumidor final, el estudiante o el Estado?

Por último, llegamos al modelo de educación netamente público, donde el costo es asumido por el Estado, que es quien con el dinero de los contribuyentes, sea por impuestos o inflación, asume el costo del proceso educativo. En esta caso, el Estado asumirá los costos y decide absolutamente todo, las carreras que deben ser ofrecidas en la universidad, el programa que debe ser impartido, y como debe ser impartido. Como sabemos, este sistema ha demostrado por distintas razones ser mucho menos eficiente, no obstante, no indagaré en ello, pues no es necesario para esta ocasión.

Como podrán notar, la única elección real que tiene el estudiante es escoger la carrera de su gusto, en una de las instituciones que la impartan, y esto exclusivamente si posee los requisitos que estas instituciones le exigen, que por supuesto, varía según las circunstancias.

En definitiva, se juega con las cartas que el sistema educativo reparte, o simplemente no se juega. Existe la decisión de las personas de participar o no en el sistema de educación universitaria, pero ¿qué hay de la educación básica y secundaria?

Pues algo muy curioso sucede con la educación básica y secundaria, que es generalmente obligatoria, es decir, el Estado exige que los jóvenes asistan a las instituciones educativas a estudiar lo que el Estado decide que se debe enseñar, de la forma en la que el Estado decide que debe hacerse, el tiempo que el Estado determine ¿Sigue pensando que él estudiante es el consumidor y que la educación es el producto?

Todo el sistema educativo superficialmente transmite la idea de que está construido para hacer que las personas aprendan y puedan desarrollarse, no obstante, este no es el objetivo, sí fuera así, usted podría estudiar con verdadera libertad, cosa que no sucede. Ejemplo de esto es que cuando la respuesta que el estudiante da a un profesor, no es lo que este desea oír, simplemente el sistema considera que la respuesta es errónea, lo que puede ser cierto en muchos casos, pero también existen muchos otros en el que la respuesta del estudiante contradice lo enseñado por el programa de estudio, pero que de todas formas, es igualmente descartada porque no se apega al sistema. Esto suele suceder de forma constante a aquellos que estudian historia, pues esta varía según quién la cuente e interprete, no obstante, sí usted es profesor de historia, se apegará a lo dicho en los libros y en el programa educativo, sin importar que piense realmente, y debe enseñar eso a los estudiantes.

Entonces, este sistema arroja el siguiente resultado: supongamos que un estudiante ha conseguido la más alta calificación, esto podría significar 3 cosas.

1. El estudiante ha sido totalmente adoctrinado, pues se apega perfectamente a lo instruido, y probablemente es capaz de agregar más argumentos a favor de ello.

2. El estudiante es un completo corrupto, que ha conseguido la más alta calificación por medio de la trampa, sea copiando, sobornando profesores, o haciendo cualquier otro acto poco ético.

3. El estudiante razona perfectamente, sabe que no debe aceptar como totalmente cierto lo que le han enseñado, pero sin embargo, decide decir al profesor lo que este quiere oír para conseguir la más alta calificación.

En cualquiera de los tres casos anteriores, el sistema estará consiguiendo personas capacitadas para ingenuamente perpetuar el sistema de creencias que ya existe, también conocidos como "tontos útiles", además de generar corruptos o personas que están dispuestas a ser deshonestos para conseguir la tan ansiada recompensa, que en este caso es una calificación, pero que posteriormente será dinero, un cargo o posición importante en el sector privado o público, o cualquier otra alternativa similar. Pero en cualquiera de estos casos, el individuo depende del sistema preexistente, pues el sistema está hecho para que las personas como él tengan éxito, además de ser inherentemente dependiente del sistema, en conclusión, si el proceso es exitoso, el individuo es convertido a voluntad de la autoridad en un producto.

Mi Reflexión

Mientras que el Estado o cualquier otro decida de forma centralizada, autoritaria y por la fuerza, que debe enseñarse y que debe aprenderse, la educación no será más que adoctrinamiento, independientemente de si lo que se enseña es lo correcto o no. El sistema educativo está diseñado para convertir a las personas en productos, que funcionen como un engranaje en una compleja máquina de ingeniería social, olvidándose de su criterio propio, y pasando a ser parte del colectivo. La única forma de escapar de esto en la actualidad, es cuestionando nuestro alrededor, siendo críticos, y estudiando por todos los medios posibles, pero siempre en libertad, tomando nuestras propias posturas en base a nuestros análisis, no a lo que otros digan o deseen imponer, de hecho, usted no tiene razón para creer que lo que yo he dicho aquí sea cierto o siquiera moderadamente valido. Mientras termino de escribir esto, sigo soñando con un sistema de educación en el cual las partes interesadas puedan decidir que enseñar y que aprender en completa libertad y sin ningún tipo de coacción, atendiendo únicamente a sus intereses y no a los de un complejo organismo de autoridad.