Afeitarse la barba y el orden natural de las cosas.
¿Has escuchado alguna vez la historia de Sísifo? Supongo que sí, pero te la contaré de todas formas. Sísifo fue un rey mitológico griego que fue castigado por los dioses y encargado a realizar la frustrante tarea de llevar una gigantesca roca cuesta arriba por una montaña, y cuando este se encontraba a punto de llegar, una fuerza irresistible hacia caer la roca, de manera tal que esta volvía rodando hacia las llanuras, obligando a Sísifo nuevamente a repetir el proceso una y otra vez.
Estaba afeitándome la barba mientras pensaba en esto, porque sabes, afeitarte es de alguna manera muy similar a eso. No importa cuánto tiempo gastes o que tan bien te afeites, puedes buscar una lupa y la navaja más filosa si así lo deseas, sin embargo, al siguiente día la barba volverá a crecer y estará allí esperándote nuevamente. No es que tenga nada en contra de la barba, a veces es mejor dejársela, simplemente que cuando no quieres hacerlo debes dedicar algún tiempo en eso.
Por supuesto, este hecho quizás te parezca insignificante, pero eso solo si no puedes entender las profundas implicaciones que tal cosa conlleva. Así que, amigo mío, déjame explicártelo de una forma muy clara.
Podemos utilizar el mismo ejemplo como alegoría; afeitarse, por una parte, es similar a cualquier acción que nace de tu voluntad, pues es por tu propio deseo que lo haces; el crecimiento de la barba es por el contrario el rumbo que sigue la naturaleza, es, pues, la voluntad natural.
Cuando nos afeitamos, nuestra voluntad exige que detengamos el curso natural del crecimiento de la barba, nos enfrentamos cara a cara con la naturaleza y no la dejamos pasar. Este acto, sin embargo, no es gratuito, cuando contrariamos la voluntad de la naturaleza debemos pagar el costo, y en este caso, como la acción es bastante insignificante, el costo también lo es, así que deberemos perder algunos minutos al día, un poco de tiempo y energía, para imponer nuestra voluntad.
No obstante, la barba sigue creciendo y el hombre debe repetir tal proceso todos los días, esto se debe a que la naturaleza ejerce su voluntad todos los días y en todo momento, el hombre por el contrario, concentra sus fuerzas en algunos momentos precisos, y luego descansa, incapaz de hacer frente por siempre a la naturaleza.
Quizás el ejemplo que he escogido, si bien sirve en su utilidad práctica para dar a entender fácilmente a cualquier persona el orden natural, no está lo suficientemente sostenido, así que concentrémonos por un momento a fondo en lo que estoy diciendo.
La naturaleza tiene, a saber, dos formas de manifestar su voluntad física; la traslación o movimiento espacial, y la alteración o movimiento temporal. Todo lo que existe es empujado por la naturaleza mediante estas dos fuerzas en todo momento, ya que absolutamente todo está en continuo movimiento y en continuo cambio.
Esta es la voluntad de la naturaleza, y es lo que llamamos orden natural físico.
Los animales salvajes viven en perfecta armonía con la naturaleza y con este orden; los más fuertes participan de su fuerza para saciar sus necesidades; los más inteligentes de su inteligencia; los agiles, los rápidos y los grandes participan de su agilidad, rapidez, o grandeza. Pero después de todo, ninguno de estos animales tiene voluntad, y todos participan de todas sus capacidades simplemente para lograr sus necesidades, siendo, por supuesto, esta, la voluntad de la naturaleza.
El humano, como sabrán, no solo necesita, sino que también quiere. El humano, no contento con tomar lo que le corresponde utilizando sus capacidades, sino que usa estas aún más para imponer su voluntad sobre la naturaleza y cambiar así su entorno por uno más deseable.
¿No se han fijado que el humano tiende siempre a lo eterno, a lo inmóvil, a lo inmutable? Pues así es. El humano, cuando sigue su voluntad, no busca felicidad momentánea o éxito temporal, tampoco busca un amor pasajero, o virtudes que se irán corrompiendo poco a poco, por el contrario, el humano busca vivir para siempre, y participar siempre de la felicidad, del éxito, del amor, de las virtudes, y de todas las demás cualidades deseables.
¿Qué acaso no es siempre la estabilidad un atributo deseable? ¿Qué acaso no decimos que las personas deben conseguir estabilidad en la vida? ¿No es cierto que cuando hablamos de política, buscamos un gobierno perfecto que sea útil por siempre; y que cuando hablamos de amor, buscamos una pareja que sea la adecuada para toda la vida, e incluso para después de esta; y que cuando hablamos del éxito de cualquier cosa, lo juzgamos siempre por su duración, pues si se acaba rápido es un fracaso y si perdura es algo asombrosamente admirable?
Pues así es, el humano aspira a tales cosas inmóviles, sin embargo, como ya hemos explicado, la naturaleza con su doble movimiento derrumba y arrasa todo lo estático, y hace caer cada pilar que el humano utiliza para estabilizarse. La naturaleza jamás se detiene, esta ejerce su voluntad continuamente llevando todo a su paso, y el hombre, queriendo contrariarla con sus deseos, se ve incapaz de mantener su voluntad en el tiempo, y tarde o temprano es arrastrado por las corrientes de la naturaleza.
Ilustremos nuevamente un poco; imaginemos al hombre más fuerte del mundo, tanto en físico como en espíritu, una verdadera voluntad de acero, un modelo singular y espléndido de capacidades humanas. Si le encargáramos a tal hombre una sencilla tarea, que no debería bajo ninguna manera ser complicada para él, pero que a su vez contrariase el curso de la naturaleza, veremos que tarde o temprano, su voluntad, aunque de acero, se derrumbaría ante el orden natural de las cosas.
Démosle de tarea simplemente a este hombre hacer flexiones, ¿cuántas crees que puede hacer?... ¿100? Eso realmente es muy poco, nada desafiante. ¿1000? Eso sería bueno, sin embargo, tomando en consideración que es el hombre más fuerte del mundo, esto no sería nada. ¿10.000? Ese si ya es un gran número, pero yo confió en que puede hacer más. ¿20.000? ¿30.000? ¿40.000?... ¿Sabes qué? No importa, no importa cuántas haga, pues siempre habrá una última, llegará el momento en que esta sencilla tarea se le haga imposible a este excelente hombre, y que su voluntad flanquee siéndole incapaz de hacer una más. Las fuerzas naturales, en este caso la gravedad, han empujado contra él durante un largo tiempo, y este, por más fuerte y capaz que sea, por más imponente que sea su voluntad, no podrá jamás con la voluntad de la naturaleza.
Este será el resultado de todos aquellos que busquen desafiar a la naturaleza.
Todo lo que sale de la voluntad de un hombre, y entiéndase como voluntad a todo acto salido por deseo y que no es estrictamente necesario, todo acto de voluntad, repito, es perecedero. La naturaleza ejerce su voluntad por toda la eternidad, el hombre ejerce la suya por un tiempo limitado, cuando este inevitablemente se canse, la naturaleza se sobrepondrá.
Ahora, escuchando esto alguien podría creer que me opongo a la voluntad, no es así, y nadie debería hacerlo, pues la voluntad no es buena o mala per se, todo esto se trata de entender de que todo aquello que nace por la voluntad de nosotros, tarde o temprano morirá, y que por tanto, si tal acción tiene como fin ser perdurable, el fracaso será siempre el resultado.
Si nos opusiéramos a la voluntad deberíamos dejar de hacer todos aquellos actos que nacen del deseo y no de la necesidad, lo que implicaría muchas cosas en las que usualmente no pensamos, porque no nos percatamos a diario en qué tantas pequeñeces gastamos tiempo y energía debido a nuestra voluntad. El ejemplo de la barba sigue siendo válido, si rechazáramos por completo la voluntad, deberíamos dejar la barba crecer, así lo mismo con el cabello y con todo el vello corporal, no deberíamos cepillarnos los dientes ni bañarnos, tampoco deberíamos de limpiar nuestra casa, y en definitiva, nos degradaríamos al grado simplemente de animal, y no el que nos pertenece que es el de animal racional.
Entonces, no se trata aquí de eliminar la voluntad, se trata de utilizarla en la menor cantidad de futilidades posibles, de manera tal, que ahorremos tiempo y energía para ser utilizado en aquello que verdaderamente deseamos, dejando que en todas estas cuestiones la naturaleza siga su curso, que al fin y al cabo, será el mejor.
Pero giremos la cabeza ahora a las consecuencias que implica con toda necesidad lo que hemos dicho hasta ahora.
Esta sociedad moderna que hemos creado, todo esto a lo que llamamos "civilización", cada uno de estos bloques que hemos colocado con la esperanza de que se mantengan erguidos y reemplacen el movimiento inherente de la naturaleza, todas las colonias humanas que se han formado en lugares en donde las condiciones para tales no son óptimas, todo es artificio que tiene por objeto suplantar el entorno salvaje y convertirlo en amigable, todo esto, tarde o temprano colapsará.
¿No se han fijado lo que pasa cuando no limpiamos nuestra casa? Esta tan rápido como la descuidamos se llena de todo tipo de insectos, que poco a poco y de forma diligente buscan hacerse un lugar en la estructura. El césped crece y crece hasta invadir la casa y los caminos. Y si la abandonamos por completo, entre la fauna, la flora, y el clima, se arma una confabulación para derrumbar la casa, haciendo que esta poco a poco vuelva al suelo en el cual se irguió.
Esto es así en todas las ciudades y en todos los asentamientos humanos. Existe un gasto constante de la voluntad de los hombres en mantener todas las fuerzas naturales a raya, debemos evitar que el monte se apodere de la carretera o de que los insectos invadan nuestras casas, debemos también evitar que condiciones climáticas sean más que temporales, e incluso debemos gastar tiempo y energía de nuestra voluntad en deshacernos de los mismos problemas que nosotros hemos creado, como la basura, todo esto para hacer nuestro entorno más amigable, pues no se trata aquí de una cuestión de necesidad.
Dije que la voluntad de los hombres no puede jamás con la de la naturaleza, esta civilización, contrario a lo que muchos desean pensar, no es la excepción.
¿Has escuchado la historia del pueblo abandonado de Houtouwan? Este es un pequeño pueblo de pescadores en China que fue abandonado a inicios de los años 90, y el cual en menos de tres décadas ha sido devorado casi completamente por la naturaleza. Unas imágenes serán más útiles que mis palabras.
Por supuesto, no todos los lugares serán invadidos de forma tan rápida por la naturaleza, aunque no todos se verán tan bien cuando lo hagan. Recuerda que fue abandonado hace menos de 30 años.
No importa si en los próximos años llegamos a Marte, o si en las décadas venideras llegamos a Neptuno. No importa el avance tecnológico o material. No importa el desarrollo de las industrias armamentísticas u espaciales. Tarde o temprano, la voluntad del hombre, que es la que dirige todo el proceso, no podrá más. Tarde o temprano, los brazos del hombre más fuerte del mundo no serán capaces de estirarse una vez más.
No estoy diciendo que esta civilización vaya a caer ahora, no estoy diciendo que vaya a caer en las próximas décadas, no estoy diciendo, de hecho, ninguna cantidad de tiempo, porque el número de flexiones no es importante, lo que estoy diciendo es que aquello que fue hecho por la voluntad del hombre tarde o temprano caerá, porque es intrínsecamente perecedero.
¡¿Pero qué?! ¿Cuánto ha pasado? Parece que he perdido la concepción del tiempo y la naturaleza ha hecho de las suyas conmigo. Mi barba se encuentra larga de nuevo y es momento de que vuelva a rasurarla, parece que todo lo físico es pasajero y nuestros intentos de evitar tal movimiento no dan resultado, así que por ahora, tendré entonces que dejar esto hasta aquí e irme afeitar nuevamente.
Interesante articulo, lamentablemente la naturaleza se impone a cualquier interes, lo maximo que podemos hacer enfrentarnos a ella para lograr un cierto nivel de vida fisica y espiritual en que tengamos un nivel de satfisfacción conscientes que al llegar a ese punto la naturaleza nos deje vivir en dicha circunstancia, es como decir saber hasta donde podemos desafiarla y lograr algo para vivir lo mejor posible. Te invito también a que leas mi más reciente post en el que por circunstancias personales me inspiré en escribir sobre si ¿Es posible que donde pertenezcamos en la vida no siempre sea donde se puede ser feliz?
Por cierto amigo @vieira, olvidé comentar en mi comentario anterior que otro orden natural que se hace una y otra vez es la necesidad de cepillarse los dientes para no tener mal aliento y evitar caries en lo mejor posible y a eso siempre hay que cepillarnos todas las mañanas y el hecho de tener que bañarse uno para no tener mal olor y además para conservar la higiene y evitar enfermedades en la piel y el cuerpo por no cuidar la higiene, basicamente el ser humano tiene que enfrentarse al orden natural para literalmente vivir e imponer su voluntad, para cuidarse fisica y mentalmente, aunque eso implique enfrentarse a todo orden natural una y otra vez para conservar la salud fisica y mental
Exacto.
¡Excelente artículo!! ¡Felicitaciones!
¡Gracias!
Bastante creativo su contenido, todo empieza con la reflexión que conlleva la accion y efecto de afeitarse, y recorre filosoficamente el concepto perecedero de voluntad.
Sin embargo, mientras estemos en este mundo, usted seguramente seguirá afeitandose y yo aseando mi casa.
Me agrado su artículo.
Y así es como debe ser. Me alegra que le haya gustado lo que he escrito. Saludos.