¿Qué esperar del Peje?

Quizás algunos de los lectores latinoamericanos sepan enseguida de quién voy a hablar, pero a los que no saben a quién me refiero como "Peje", les diré que, desde el año 2006, así se le conoció (y se le sigue conociendo) al nuevo presidente de México Andrés Manuel López Obrador. La razón de tan singular sobrenombre es su lugar de origen, Tabasco, en donde abunda ese pescado. 

Recuerdo que, estando yo en la preparatoria (o bachillerato), un compañero, oriundo justamente de ese estado de México, estaba preocupado de que el hombre en cuestión ganara debido a las tendencias impulsivas con las que ha tomado sus decisiones de gobierno en la ciudad de México y como candidato a los distintos estratos gubernamentales. Su preocupación, por no decir su temor, se cumplió una decena de años después: En julio del año que está por terminar ganó las elecciones y desde hoy, primero de diciembre, es uno de los hombres más poderosos del país durante los próximos 6 años (si tenemos en cuenta al Jefe Máximo, Carlos Salinas de Gortari). 

Ahora bien, ¿qué se puede esperar de él, teniendo en cuenta su historial político y su doble fama como el segundo mejor alcalde del mundo(según la Fundación City Mayors) y de ser alguien negativamente impulsivo (por el polémico caso del desafuero)? Si se da el milagro, perdón, el caso de que realmente se ponga manos a la obra desde estos momentos como jefe de la nación y tenga el deseo de mejorar el país en todos los ámbitos, podemos esperar tanto cosas buenas como cosas malas. En caso contrario, las cosas seguirán igual como en el sexenio recién terminado del Copetes (Peña Nieto). 

¿Qué veremos a lo largo de su gobierno en los próximos 6 años? Probablemente veremos miles de fricciones diplomáticas con varios países por motivos muy delicados, principalmente con el vecino Estados Unidos; probablemente la economía mejore o empeore; probablemente tome decisiones acertadas o decisiones tan absurdas y descabelladas que nos haría ver como el payaso del mundo... Probablemente mucho drama con un final sombrío o mucho drama con un final feliz.

Depende de nosotros como nación si nos decidimos a vigilarlo, a hacernos escuchar aunque sea a la francesa (justamente hoy se cumple el octavo día de protestas en París, y los disturbios incluyeron saqueos y autos quemados) o, como sucedió con Peña, quedarnos a la expectativa y con indiferencia a pesar de los esfuerzos de algunos sectores de la población en denunciar los desastres que el individuo ha dejado en la nación.

Por ahora, me limitaré a ver cómo nos irá en este primer año de gobierno.