Aquel domingo 23 de Marzo
La noche anterior Pedro había bebido de más y estaba recordando viejos recuerdos. Su cabeza daba vueltas y vueltas pensando en lo desdichado que ha sido en su vida. Todo el estrés y mala vida que padecía en ese momento eran culpa de su esposa, enferma desde hacía 3 meses por un extraño dolor que no se le quitaba con nada, a pesar de haber visto a hasta 3 médicos especialistas en el mes.
Todos los meses Pedro compraba medicamentos caros para el dolor, turnos médicos con especialistas, sesiones con kinesiólogos y hasta unas 12 sesiones de aquagym. Pero todo era en vano, el dolor no cedía y cada vez era más difícil tener que ir al trabajo y al volver tener que encargarse de los niños y de las cosas en el hogar.
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Hasta que ese sábado, explotó. No podía más y debía desahogar toda esa impotencia y sufrimiento arrastrado desde hacía meses y que por sentimiento y respeto al hogar, no podía exteriorizar... hasta ese día. Justo a medianoche, fue a la habitación y empezó a gritarle a su esposa todo lo que sentía en ese momento, se estaba desahogando y ella solo atinaba a pedirle perdón mientras lloraba.
Luego salió de la habitación y se quedó dormido en el sofá de la sala. A las 7 am del domingo 23 de marzo se despierta con un tremendo dolor de cabeza, y recordando que lo último que había hecho fue discutir con su esposa. Se levanta y la busca en la habitación y no la encuentra, no estaba en el departamento. Justo en ese momento y a lo lejos podía escuchar la incesante campanita que no de no paraba y que avisa cuando el tren pasa por las vías que están detrás del edificio donde viven... O cuando está detenido porque una persona se tiró a su paso, algo común en la zona.
Abre los ojos como dos huevos y piensa lo peor: Mi esposa se ha tirado a las vías del tren, tal como me lo había prometido la noche anterior....