Relato breve: desconectada

Han pasado ya tantos años en los que ella se vio agobiada por la rutina, asfixiada por el monóxido, ensordecida por el ruido, ahuyentada por sus miedos. Ha pasado ya tanto tiempo en el que decidiera no volver a encerrarse en una oficina, soportar malos tratos, habladurías ridículas, reggaetón ensordecedor e insipidez.

Ha pasado ya mucho desde que resolviera no hacer más vida social al descubrir que no tiene relevancia si no hay un punto en común, si la vulgaridad impera y si el prejuicio domina la razón.

Han pasado muchas cosas que la han despertado y alejado a la vez. ¿Hace cuanto no lee un libro? Las cosas que solía disfrutar, ya no tienen importancia ni el mismo brillo que antes.

Ella se desconectó porque no se siente conectada con nada. Hubo un tiempo en el que la música, (buena música), solía ser reconfortante, pero hasta eso la aturdió. Ya no canta como solía hacerlo. Los días soleados ya no la emocionan tanto. Hasta escribir se ha vuelto monótono y difícil.

Ahora todo se lo cuestiona. ¿La vida es así de aburrida? Ahora todo lo ve desde afuera. Ahora todo le parece mentira. Las pocas veces que sale al mundo, se decepciona. Ve lo controlados que estamos como marionetas, ¿todo es un guion de teatro?

Nada le parece real: la realidad se ha convertido en una irrealidad irrefutable. Puede encontrarse en una multitud y sentirse aún más sola. El mundo como ella algún día lo entendió, ha perdido sentido. Ahora ya no comprende nada. Simplemente no logra relacionarse con lo que ella creía conocer o saber.

La desconexión total es casi un hecho. Cada vez que se levanta, lo hace de forma automática: cepillarse, bañarse, comer, trabajar. Después, almorzar. Más tarde en la noche, intenta dormir, (luchando con el insomnio), pero cuando lo logra ya debe levantarse a repetir la rutina.

Alguien la maneja y la ayuda a hacer todo eso. No siente que sea ella, es un piloto automático interno, algo o alguien más lo hace. Todo lo observa dentro de un vidrio que la divide del resto, un vidrio empañado por el frío y la soledad. Un vidrio que marca la frontera de la división entre ella y el resto.

Se ve en el espejo y no se reconoce. ¿Es ella? ¿O es alguien más que ha tomado su lugar? Se mira y no sabe qué responder.