Depresión: un enemigo silencioso

Les quiero hablar de un tema muy personal que me ha afectado durante varios años. Es triste que la salud mental sea un tabú, pues así como nos enfermamos físicamente, también nos enfermamos mentalmente. Lo que busco con este post es contarles mi historia y ayudar a todos los que puedan estar sufriendo de esto o que conozcan a alguien cercano en esta situación.

Para empezar, hay que comprender que la depresión NO es “falta de oficio”, tampoco es “una mala actitud”, ni mucho menos “un pensamiento negativo”. Cuando se le dice este tipo de cosas a una persona deprimida solo se sentirá más culpable de lo que ya se siente.

Este enemigo silencioso es una enfermedad y le puede ocurrir a cualquier persona sin importar la edad, el sexo, la religión o estrato social. También, tiene unas características específicas en cuanto a los neurotransmisores, según me explicaron hace unos años, pero aquí no haré énfasis porque no soy psiquiatra, ni experta en el tema, lo que quiero expresar con esto es que no es un invento de la persona, ni ganas de estar “triste” todo el día, si fuera una cuestión de “decisión” o “elección”, nadie querría ni estaría deprimido, ¿cierto?

¿Cómo empieza? Les contaré esto desde mi experiencia. ¿Cómo me empezó a mí? Recuerdo que, de repente, siempre me sentía muy cansada y el sueño comenzó a invertirse: dormía muchísimo de día y de noche casi nada. A veces me ocurría al contrario y otras, dormía día y noche seguidos. Algo que notaba y me llamaba la atención era que durante el día permanecía muy desanimada y en cuanto se acercaba la noche mi ánimo mejoraba.

Además del cansancio, estaba inapetente por completo. Por más que intentaba comer no podía, lo cual me frustraba bastante porque siempre he sido de buen apetito. Bajé de peso y me sentía débil todo el tiempo, las ojeras que tenía me llegaban casi a las mejillas. Parecía una loca. Yo siempre he sido de contextura muy delgada y cuando estaba así parecía anoréxica. Solo me provocaba estar acostada en la cama y nada más.

¿Cómo me sentía? Decir “horrible” es poco. La depresión no es “estar triste”, va más allá. Me sentía un estorbo, que fastidiaba a todo el mundo, sentía angustia, desesperanza, lloraba todo el tiempo, estaba muy sensible, todo lo veía en escala de grises, sentía que no servía para nada, que era una inútil, me sentía culpable, ya no hacía lo que me gustaba o hacía con normalidad, hasta el punto de no hacer absolutamente nada, no hablaba mucho y todo se me olvidaba.

Obviamente no pude seguir trabajando en ese estado, la depresión afecta muchísimo la concentración y distorsiona el pensamiento. Busqué ayuda, pero cometí el error de no seguir el tratamiento, lo cual causó que arrastrara la depresión por más años, tratando de disimularla. Es decir, como no me traté como es debido, seguí estando deprimida, pero en menor escala, con una especie de depresión leve hasta que recaí de nuevo en la depresión grave, y la recaída fue diez veces peor.

Busqué ayuda de nuevo y esta vez seguí el tratamiento. Fui mejorando y poco a poco volví a ser yo misma, no fue nada fácil, pero lo logré. Aún sigo teniendo mis altibajos, pero esta vez sé cómo mantenerme firme y no hundirme de nuevo. Definitivamente, mientras más uno acepte las dificultades y las enfrente, más se recupera. Todo es un aprendizaje.

Hay personas que somos propensas a desarrollar la depresión o más sensibles al entorno que otras, la personalidad y el carácter influyen bastante aunque no parezca. También, hay un componente genético que favorece, por lo que si hay alguien deprimido en la familia, lo más probable es que otros familiares también hayan sufrido de depresión.

El punto es que todos tenemos nuestros altos y bajos, defectos y virtudes, siempre cojeamos por un lado, es algo normal, nadie es perfecto. Lo que no te pasa a ti le pasa a otro. Por ejemplo, si una persona tiene problemas con el azúcar se trata con un endocrino, ¿no es así? ¿Por qué no buscar ayuda si se tiene un problema psicológico? La salud mental también es importante. Somos mente, alma, espíritu y cuerpo, somos un conjunto de todo eso.

¿Cuál es la moraleja? SEGUIR el tratamiento y culminarlo. BUSCAR ayuda de PROFESIONALES. La medicación y la psicoterapia son igual de importantes. Hablar y sacar todos esos pensamientos negativos con un profesional capacitado es vital para la recuperación. Escribir a mí me ha ayudado muchísimo, tal vez a ti también te ayude.

Mi consejo: siempre haz lo que te gusta y te apasiona, sea lo que sea. Hazlo y verás que comenzarás a drenar y a encontrar algo de paz. Hacer cosas que no te gustan no te va a ayudar, te va a hundir más, créeme, te lo digo por experiencia propia. Cuando uno está mal necesita sacarse eso de adentro, no tengas pena en expresar tus emociones, al contrario, deben vivirse, si las reprimes es peor.

Todas aquellas personas que te digan que tú no tienes nada, que debes ser más positivo, que te “faltó mano dura de chiquito”, que lo tienes “todo” y que no hay razón para estar así, están MAL, muy mal… y te invito a no hacerles caso y a bloquear por completo esos comentarios, vengan de quien vengan. La depresión no es un juego, el índice de suicidios va en aumento.

El círculo de personas que te rodean también incide, si a tu alrededor solo hay personas tóxicas, por favor, aléjate de ellas. Hay personas que vibran de una manera tan negativa que solo nos hacen sentir mal, y luego uno se pregunta, ¿por qué no consigo mejorar? Rodéate de personas que te sumen y que quieran el bien para ti.

Espero que este post le sirva a aquellos que estén pasando por una situación similar. Siempre hay que buscar ayuda y dejar el tabú de lado.