Crónica de una mente escéptica al crepúsculo de la vida.

in #spanish6 years ago

"El miedo a la muerte es la única fuente de las religiones" Maurice Maeterlinck


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Sentado en el muro de mis pensamientos, tomando una taza de café. Atrapado en cuatro paredes que contienen lo que queda de mi ser.

Enciendo en medio de mi abstracción otro cigarrillo, Contemplo reflexivamente el humo que este clavo de ataúd emana. Levantándome cada mañana en medio de un universo de colores, siendo yo a estas alturas, solo la sombra. El oscuro espectro de la forma en el dibujo donde me difumo.

Asomado por el balcón de mis memorias, recuerdo los viejos días de gloria de lo que fue mi pasado. Pensando en el inminente término de la narrativa. Vencido en medio de la euforia de la juventud. Puesto que el tiempo me ha alcanzado.

Mi cuerpo se debilita al paso de las manecillas del reloj. Extraordinario complot de la vida misma para darse final. La eterna belleza malévola de la naturaleza. Creando vida alegre en un segundo y al siguiente, expiración llena de tristeza.

Entre aislamiento y medicación, puedo empezar a creer que esta última morada es solo una prisión de la que no escaparé con cordura. Pues en medio de esta atadura, empiezo a ser víctima de la ensoñación. Escuchando ecos en la nada. Paranoia, no más que Locura.

En la forma más clara de susurros, escucho voces que me indican que llegó mi turno. Sucumbiendo al frío invierno del fallecimiento taciturno. Nunca creí en lo que no podía ver, Nunca me preocupé de lo que no podía escuchar. Y ahora que estoy acá ¿Por qué me preocupa saber? ¿Por qué siento miedo de continuar?

Me parece irónico en su totalidad, que viví mi vida sin tenerle miedo a lo que conllevaba mi presente, mientras ahora me encuentro asustado de la muerte. Rostros se dibujan en las paredes de mi habitación, probable que sean una ilusión. Pero los miro tan claramente. Sus miradas están continuamente sobre mi figura casi inerte.

Acostado sobre la cama de mis pecados. Pude comprender que ya he sido derrotado. Mi corazón se encuentra a ritmo irregular, porque sabe que esta a escasos latidos de terminar. Temiendo por primera vez en lo que hay tras el velo, si es que existe tal cosa y no sea un producto de mi último desvelo.

Sombras se acercan poco a poco a mi lecho, quizás para asegurarse de que esté desecho. Inmóvil e inexpresivo. Quizás para atrapar mi alma y volverme su cautivo.

Nunca pensé en lo trascendental, siempre fui más de lo material. Amante de lo simple y lo mundano. Ahora que lo intranscendente no está y lo tangible vale poco, Mi mente contempla la posibilidad de que no toda la realidad sea un simple objeto plano.

Mi traje orgánico va cediendo en su utilidad, y en un ejercicio de futilidad intento aferrarme a una esperanza cosmológica ¿Qué debo hacer para que mis ojos se mantengan abiertos?

Paralizado por el pánico entré en el último pasillo de la inevitabilidad. Acogiendo mi mortalidad como la respuesta más lógica a lo que nunca pude comprender para ser honesto.

Se abre el ático de mi vida y se escapan todos mis demonios. Esqueletos ocultos dentro de mí.

En medio de este pandemonio, los espectros que me contemplan ahora son capaces de tocarme. Cierro mis ojos, suponiendo que ya es el fin.

Siento el agobio de la incertidumbre por lo que me depara este último acto del escenario en que he tomado papel. El cual se decora con el clavel de una despedida a una vida a la que no todo fue miel, pero siempre pudo sobrevivir a la podredumbre.

Nunca tuve fe en el más allá, pero ahora que lo veo y escucho. Me empiezo a preguntar ¿Será real lo que vislumbro? ¿O solo es producto del miedo? El temor después de todo puede derrumbar el más monolítico credo.

A estas alturas no puedo escuchar mi propio corazón. Tal vez perdiendo la razón justo en las últimas líneas de este relato en clausura sanguínea. El invierno se hace definitivo. Logrando un congelamiento furtivo sobre mi inexistencia y ahora, suspendido en el vacío. Solo hiberno.

Se cierra el ático de mi vida y ahora huyen mis demonios. Esqueletos ocultos dentro de mí.

Con este final testimonio, las sombras que me rodean terminan de juzgarme. Me toman de la mano, y acepto que llegó el fin.

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¡Excelente!
No se me ocurre que mas decir.

¡Gracias por tomarte el tiempo para leerme! Me alegra mucho que te haya gustado.

Que buen escrito, creo que el miedo acecha mas que la propia muerte.Saludos
Mi post https://steemit.com/spanish/@erilej/el-telefono-te-controla-o-tu-lo-controlas-a-el-google-lo-sabe

Muy bueno pedroo, como siempre jaja que bien, exelente señor.

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