Las puertas de casa | Serie de microrelatos: "Ciudad en penumbras" (3/6)
Con la incertidumbre aflorando en su pecho volviendo nulo el cansancio de sus pies, rápidamente iba acercándose a casa; solo eso quería, llegar a casa y olvidarse de las desventuras que invaden las calles de su ciudad. Llevaba las llaves en mano desde que empezó a cruzar las últimas dos cuadras. Como sin querer y ya por inercia, en su mente planificaba cada cosa que haría al abrir las puertas de casa. No quería perder tiempo si es que era cierto lo que anunciaban los bombillos de las casas vecinas.
Abrió la primera puerta. El perro escucho su llegada, desesperado saltó de golpe, fue a por ella soltando ladridos aturdidores y dando brincos como infante con caramelos. Ella, iba solo pensando en ver hervir el agua de la pasta que saciaría su hambre y la del perro.
Abrió la segunda puerta, todo aparentemente iba en orden. Después de comer, llamaría a su madre que desde hace dos días no sabía de ella porque la telefonía por esos días olvidó cuales eran sus funciones principales, y sin más encendería la computadora para seguir redactando algunos trabajos pendientes de la universidad.
Fuente
Muchas gracias por tomarse el tiempo y leerme, espero que les haya gustado.
Introdujo la llave en el cerrojo de la tercera y última puerta, noto entonces que sonaba desde dentro la radio que enciende a veces por las mañanas para saber un poco, porque poco dicen, de las noticias diarias de la ciudad. Había olvidado desconectarlo cuando salió la mañana anterior maldiciendo al gobernante desgraciado porque los conectores de pared de pronto dejaron de funcionar. Dio pues, el último giro al maso de llaves dentro de la puerta y haló un poco para terminar de abrir. El perro entró corriendo directo a su taza de agua porque se había cansado de tanto saltos y ladridos eufóricos que dio por la llegada de su ama.
La casa estaba iluminada, cuando se percató de esto, comenzó a pulsar uno por uno los interruptores para hacer a los bombillos descansar. Llegó a la cocina, ni siquiera entró a su cuarto y fue al baño como siempre hace cada vez que llega a casa; cogió la primera olla que vio la llenó de agua, encendió la cocina que era de esas que funciona con electricidad y montó la olla sobre ella, coloco un poco de sal y tapo. Ahora sí, mientras esperaba que el agua rompiera en hervor podía pasar por el baño, entrar a su cuarto, llamar a su madre y cumplir con lo que ya había planificado. Se dio media vuelta y justo en ese momento la radio que quedó encendida dejo de emitir sonido alguno. Todo había vuelto a quedar en penumbras.
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Muy buena publicación. Intenso y profundo mezclado con oscuridad.
Saludos
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Muchas gracias, que bueno que te gustó.
genial!
¡Extraordinario relato! El terror que nos invade a diario en esta Venezuela post-apocalíptica. Saludos!
Así es, muchas gracias por tu atención.
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