Una nueva oportunidad, papá.

De niño no podía entender lo que pasaba, no entendía porque tú y mamá peleaban tanto, no entendía porque tuviste que irte y muchos menos entendía porque parecías estar molesto siempre.

Te fuiste cuando yo apenas tenía 7 años, y no te imaginas lo duro que fue para mí. Crecí viendo a mis compañeros y amigos con sus padres, envidiando la protección y cariño que recibían, pensando que tal vez algún día tu volverías y que yo tendría a mi papá de nuevo y que todo se arreglaría. Siempre le preguntaba a mamá: ¿Cuando mi papá va a volver? Ahora que lo pienso, debió ser muy duro para ella también. Fui creciendo y el rencor dentro de mi lo hacía también, en especial porque te buscaba y me encontraba con un muro de excusas. No sabes cuantas veces lloré en las noches porque te necesité, porque no estabas allí, porque ya no me buscabas al colegio, porque ya no me ayudabas con mis tareas y porque ya no veíamos partidos de nuestro equipo favorito juntos.

Hacía de todo para llamar tu atención y recibir tu aceptación, pero parecía que nada era suficiente, ni las notas casi perfectas en el colegio, ni los trofeos ganados con mi equipo de béisbol. Crecí, sin darme cuenta lleno de rencor y molesto con el mundo. Constantemente hacía estupideces que me metían en problemas sólo para llamar la atención, tan solo para que tú, dijeras algo. Me molestaba mucho el hecho que parecía que me ignorabas, siempre tenías esa mueca de molestia en tu cara, casi como si no quisieras hablarme. Sentía que no podía contar contigo para nada, pues eso era lo que tú día a día me demostrabas.

Durante mi infancia y adolescencia no tuvimos una buena relación y sinceramente en algún punto hasta llegué a odiarte.

Ahora de mayor, puedo entender mucho más las cosas, quizás no pueda perdonarte aquello que le hiciste a mamá, por lo cual en gran parte tuviste que irte para nunca volver, quizás fue lo mejor. Solía detestar tu manera de ser, que parecía que no tuvieras emoción alguna, pero ahora veo que eres igual que yo (o que yo soy como tú) y que aunque no me quieras de la manera que me hubiera gustado, no significa que no me quieras con todo tu ser.

Ahora puedo comprenderte, para ti tampoco fue nada fácil, lo más grande para ti era nuestra familia, y cuando te fuiste no sabías como reaccionar, y buscabas las formas de hacerlo lo mejor que podías. Quizás las formas en las que te desenvolviste no fueron las mejores, pero ya nada de eso importa, ya todo eso es pasado.

Me alegra mucho que ahora nos llevemos bien, y quiero decirte lo orgulloso que estoy de ti, de la personas que eres y de todo lo que has logrado. Y que todo lo que viví y pasé gracias a eso soy quién soy y me hizo madurar y crecer de la manera en que lo hice.

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• Una pequeña reflexión: Si las cosas no estuvieron bien antes, no significa que no puedan estar bien ahora. Todos merecemos una segunda oportunidad, porque el no perdonar, causa muchas tumbas sin flores. No conozco tu historia, quizás no tuvo un inicio o final feliz, pero vivir con rencor sólo te carcome a ti mismo, convirtiéndote en alguien que no eres. Date la oportunidad de perdonar, aceptar y seguir adelante.