Una crónica de la demencia III

in #spanish6 years ago



«La locura, a veces, no es otra cosa que la razón presentada bajo diferente forma.»

— Goethe

 


 

Hay un dicho que dice que las peores tragedias, son las secuelas de sucesos infortunados. Gabriela llevaba una carga de pesadumbre, más grande que el Universo y sus millones de constelaciones y cuerpos celestes. Un cuerpo sujeto a una hecatombe, que ominoso constante era aperreado por la extenuación. Vivía con sus dos pequeños, Margarita y Ricardo, que por la inocente niñez, ignoraban la desdicha que cargaba su madre.

 
Gabriela no ha olvidado el infausto día, cuando vio morir a Jeremías en aquél espantoso accidente. La carretera no es lugar para un ebrio irresponsable, y peor aún, encontrándose a la vista de su alterada cónyuge. Un giro predestinado ejecutado por un camión, atravesó el cuerpo de Jeremías en un instante aberrante. Que cruel es la muerte a veces, trágica afirmación. Desde aquél terrible día Gabriela se fragmentó.

 
Algo siniestro en su alma se alojó. Huéspedes inesperados, que con intensas peticiones a su anfitrión desquiciaron. Las voces ahogaban sus pensamientos. Constantemente. Gabriela era empujada a una trastornada realidad. Su dolor trajo colores del pasado, una locura inclemente que se desarrollaba y progresaba. Sus ojos se pintaron siniestros y malévolas ideas aquellas voces le otorgaron. —Tus hijos no están bien, —era lo que le decían. —Tus hijos sufren, deben ser salvados. —Y repetían y repetían…

 
Hasta que un día, en angustia por su fatídico padecimiento, a Gabriela llegó la más monstruosa idea. Fue una noche, una noche atroz, en que los niños dormían en apacible sueño. Su madre entró a su habitación, decidida a acometer el abominable acto. Los roció con combustible, encendió un cerillo; y en abrasantes llamaradas los pequeños fueron sofocados. —Bien hecho, ahora podrán dormir mejor, ya no se agobiarán más. —Era lo que murmuraban las traidoras y villanas voces a los oídos de Gabriela.

 
Y aquella madre que se encontraba en efímera paz, comenzó después a caer en cuenta de lo horripilante de su obra. Las voces se volvían ecos taladrantes y la arrastraron a una agonizante desesperanza. —¡Detente! ¡No lo hagas! ¡Te amamos Gabriela! ¡Por favor! ¡No lo hagas! —Y repetían y repetían. Y Gabriela en un acto raudo se encendió a sí misma, dejando que el fuego se tragara su vida. Las brasas hambrientas devoraron todo el lugar, y de su casa solo quedó, una leyenda…

 




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Tremendo de lo que es capaz el sufrimiento no gestionado.
Un saludo, Universo. Que tengas un bonito día.

Así es amiga. Terminan por culminar la más terrible de las tragedias.

Saludos para ti y excelente día también.

Tú sabes que lo amé, ame este texto, identificada con él. A veces creo que me observas, jajaja. Es broma.

Buena vibra cariño, me encantan tus relatos, no em cansaré de decirlo.

Lo sé, jajaja si te observara haría escritos icónicos sobre ti, dándoles el toque fuerte y fantástico que me gusta.

Gracias nena ;)

La locura se manifiesta de muchas formas, eso es muy cierto.

Grandioso relato hermano. Saludos.

Así es hermano. Puede hasta terminar de la peor manera. Saludos y gracias por pasar.

Que buen relato , quede atrapada en la lectura y sorprendida con el triste final de los niños.
Necesito ir a leer las otras jajaa saludos

Gracias por leer, que bueno que te gustó mi trágica presentación.

Saludos.

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final de post.png¡¡¡Felicidades!!!

Chos!!!
Pues si tenías fiebre 🤒
Estabas ardiendo 🥵

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exquisita narración de verdad induce a sumergirce en la lectura ;)

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