Medea | Concurso de Escritura Fuerza Hispana | Relato de Terror

in #spanish6 years ago

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Ilustración

Juro por Dios que amaba a Medea con todo el ímpetu de mí ser. La razón de que mis eternos males se hayan apaciguado fue por el hechizo conjurado y configurado pretensiosamente en su personalidad.

Ah… recuerdo con diáfano esplendor el día en que matrimonio le propuse. Tan serena como la luna y tan hermosa como las gardenias, y tan alegre como los niños en el parque, así era Medea. Y el día de nuestro compromiso esas tres características se conjugaron el doble con exaltación.

Recuerdo con soltura cuando nos quedábamos mirando la vastedad de las estrellas en aquellas noches fantásticas, donde tenía la oportunidad de acariciar su hermoso cabello negro y rizado. Tomar con delicadeza sus pequeñas manos y acariciar su tersa y blanca piel.

Los ojos de Medea eran dos perlas negras que albergaban un embrujo oscuro que te dejaban estupefacto por su belleza. Sus labios no solo eran hermosos y finos, sino también placenteros al besar. Sus mejillas hacían hoyuelos al sonreír, y su frente se arrugaba graciosamente al enojarse, era la cosa más tierna que había visto.

Medea y yo después de casarnos nos mudamos juntos y vivimos un matrimonio grato y normal. No llegamos a concebir hijos pero si adoptamos un perro mascota que ella quería con adoración. Hasta que llegó el funesto día en que la perdí, el día del juicio de mi vida, ese día sentí que todo se me derrumbaba como un castillo de naipes, y lo más nefasto… lo más deplorable… fue que todo había sido culpa mía.

Caí en el vicio del alcohol, lo cual Medea detestaba con vehemencia. Frecuentaba por horas los bares hasta que la ebriedad me hacía sentir cansado y extenuado. Había caído en esta maldición por mis problemas económicos combinados con los traumas de toda mi vida.

La preocupación de Medea por mi desmesurado estado hizo que fuera a buscarme un día para obligarme a volver a casa por la fuerza, y ese día fue cuando sucedió la terrible tragedia… ese día llovía y yo regresé a casa tarde como de costumbre después del bar y noté que Medea no estaba.

Después de unos segundos el teléfono de la casa sonó ¡habían llamado del hospital dándome una terrible noticia! Me apresuré impulsado por la preocupación, la ebriedad había abandonado mi cuerpo por el miedo.

Me dirigí con rapidez a la habitación del hospital donde Medea estaba siendo atendida. Tuvo un terrible accidente esa noche, en la autopista, cuando salió a buscarme. Su estado era crítico puesto que el impacto había estropeado todo su cuerpo, había olvidado usar el cinturón de seguridad por haber salido con frenesí.

Me quedé en la flagelante espera para recibir noticias de mi esposa, cada minuto era una tortuosa agonía de horas y el escudriñamiento de la culpa socavaba hasta las profundidades más frágiles de mis entrañas.

Las ganas de tomar comenzaron a aruñar las puertas de mi ansiedad, pero mi abstinencia fue dominada por saber que Medea estaría bien, que repararía mis errores, conseguiría ayuda y todo volvería a la normalidad de nuevo, como antes… pero buenas noticias no eran las que vinieron… mi amada esposa, mi luz de luna… feneció…

Días después de su funeral comenzó el verdadero infierno en mi vida. No volví a tomar, en vez de ello, lo reemplacé por la aflicción reminiscente con mi difunta esposa como protagonista. Eran mi droga sus recuerdos, sus objetos, su ropa, su maquillaje, sus cabellos enlazados en su cepillo de peinar, el aroma impregnado en cada una de sus cosas ¡Todo! Todo me condenaba con alivio a un terreno abisal.

Pasaban los días y mi situación no mejoraba, hasta que conocí a una persona que cambiaría toda mi vida drásticamente, otorgándome más infortunio. Era un hombre que trabajó con Medea antes de casarnos y que sintió mucho su perdida. Solo me dijo su nombre una vez el cual ya no recuerdo y no sé porque no lo recuerdo.

El extraño hombre de baja estatura, piel morena, con vestimenta un poco andrajosa y descuidada, pero con un léxico al hablar impecable me dio el pésame con máxima sinceridad. Lo invité a pasar a la casa, curioso por lo que tenía que decirme, si era algo muy importante sobre Medea por supuesto.

Pero el hombre empezó hablarme de cosas paganas y esotéricas, y sobre más allá de la vida y la muerte y sobre un mundo etéreo de magnitudes incomprensibles para nuestras minuciosas mentes.

Pero lo más importante que me dijo ese día, es que podía traerme a Medea de vuelta, y tenerla de nuevo en mis brazos, volver a besarla, sentirla, olerla, platicar con ella, solo si estaba dispuesto a pagar el inaudito precio.

Le pregunté de que se trataba, a lo que me respondió que todavía no me preocupara por eso, que solo fuera cuestión de tiempo y solo quería saber si estaba en toda mi disposición sin reserva, y que me garantizaba que Medea estaría en mis brazos a pesar de las consecuencias posteriores.

Aquella noche fue la conversación más larga y extraña que tuve en toda mi vida, yo estaba rodeado de pensamientos insólitos, temeroso por aquella fascinante propuesta. Me apreté las manos en el momento en que dije con fuerte voz un ¡sí! Aceptaba hacer todo lo que fuese necesario para tener de nuevo a Medea a mi lado.

El hombre sonrió satisfecho y con un apretón de manos cerramos el trato. Nos vimos la noche después de esa en el cementerio, junto a la tumba de Medea. Yo estaba sumamente nervioso, el cuerpo me temblaba, y más asustado estaba cuando el hombre comenzó a vociferar extrañas lenguas y ritos envueltos en hechizos profanos y nigrománticos.

Sobre la tumba colocó unos inescrutables objetos mientras hablaba en ese raro idioma. Sus pupilas se colocaron hacia arriba dejando al descubierto solo la esclerótica de sus ojos, convulsionaba de pie y en ese momento fue cuando me entró el pánico, ya que su voz que comenzó menudente pasó a ser fuerte e impetuosa.

Sus berridos y alaridos comenzaron a taladrar mis oídos, me apretaba la cabeza llena de dudas si lo que estaba haciendo estaba bien, lo único que me impulsaba a continuar era el deseo de ver de nuevo a mi amada Medea, mi mente en ese momento estaba nublada por un sentido irracional, y no me importaba para nada otra cosa.

Imploraba en aquél momento de que todo se terminase y que los estruendosos y acuchillantes sonidos emitidos por la boca de aquel sujeto cesaran por completo. Y pareciera que mis suplicas fueron escuchadas ya que de repente, todo se volcó en silencio, yo estaba de rodillas cuando el extraño hombre se me acercó y me dijo que mañana en la noche, volvería a ver a mi esposa frente a frente.

Posteriormente después de esa experiencia, mi impaciencia se hizo lacerante. Al día siguiente y ya casi al caer la noche, miraba por la ventana a la espera de algún movimiento o indicio, estuve así desde que llegué. Pero fue cuando la noche cayó completamente que escuché el chillido del perro en el patio y me dirigí para socorrer al pequeño canino.

Cuando me asomé a la entrada mis ojos se transformaron estupefacientes al verla a ella… ¡No podía creer lo que veía! Ella estaba de pie abrazando al pobre animal, con su boca en su garganta, succionando toda su sangre… Era Medea o… ¡eso pensaba! Ese ser… esa… aberración no era mi esposa, ella jamás le hubiera hecho daño a nuestra mascota, ese demonio que tomó el cuerpo de Medea es un asesino despiadado.

Después de terminar con el pobre can, arrojó su cuerpo sin vida a un lado y me miró fijamente con sus ojos de color violeta, su mirada no producía ni el más mínimo placido encanto, sino más bien un penetrante y gélido miedo, que te atravesaba como filosa espada.

Sus cabellos negros ahora eran grises y secos, como su piel, de aquella tez blanca y hermosa pasó a ser un grisáceo tétrico, los parpados de sus ojos estaban ennegrecidos como sus labios, y dentro de estos se atisbaban unos filosos colmillos ensangrentados, como la mitad de su rostro.

Su manos y sus dedos estaban alargados y sus orejas puntiagudas como la punta de una navaja. Su vestimenta negra de vestido largo era el que portaba en su funeral, la vi allí… mirándome con esmero, supe que el próximo sería yo, así que reaccioné y huí; me metí dentro de la casa y aun así sabía que no podía hacer nada.

Me oculté en el pequeño cuarto vacío que Medea y yo usábamos como depósito y aún sigo aquí… escribiendo esta carta por si alguien la encuentra y se entere del terrible error que cometí por mi irreflexivo deseo. Todo por ahora está en silencio pero sé que vendrá por mí, lo vi en sus ojos, en esos terribles y perdidos ojos hambrientos.

Este debe ser el precio que tengo que pagar que me dijo aquél harapiento y mentiroso sujeto. No pensé que las cosas terminarían así, debo dejar todo detalle al respecto por si alguien logra ver lo que escribo.

¡Oh no! He empezado ya escuchar unos pasos fuertes por el pasillo, pero lentos a la vez… Sé que ella me encontrará, una criatura con tales fuerzas debe poseer también agudos sentidos cual cazador nocturno. Estoy seguro de que hasta el aliento que exhalo debe ser un manjar para ella.

Escucho los pasos acercarse más hasta estar casi enfrente de la puerta, los acelerados e incontrolados latidos de mi corazón deben retumbar en sus oídos como fuertes tambores, un aire frío comenzó a entrar por debajo de la puerta haciéndome estremecer… ¡La perilla de la puerta comienza a girar lentamente! Dios te suplico que te lleves mi alma, no permitas que sea arrastrada a las moradas del maligno.

La puerta se abre y mi corazón quiere escapar de mi pecho… mis dedos comienzan a temblar al estar en su presencia… sus ojos ya no son violetas ahora se tornaron carmesí… definitivamente no es Medea, voy a morir dolorosamente… Revela una sonrisa mientras me mira, ha llegado mi momento… quien sea o quienes sean que encuentren esta carta, por favor… Deténganla…


El siguiente relato fue realizado como participación del concurso de escritura de la comunidad @fuerza-hispana, planteado inicialmente por @fandelkefir. Si desea conocer las Bases y condiciones del concurso haga clic aquí

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Esta publicación ha sido seleccionada para el reporte de Curación Diaria.

final de post.png¡¡¡Felicidades!!!

Muy, pero muy bueno.
Bien merecido premio.
Disfruté mucho la lectura.
A pesaar de lo largo, el interés en lo que va a pasar lo lograste hasta el final.
Te sigo

Los secretos de la noche hacen acto de presencia, se avecina una tormenta de sentimientos, comentarios y pensamientos, no dudo que mas de alguno esta noche sueñe con los labios de Medea, saludos 😈

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Hermano, una vez mas me quito el sombrero. Siempre con estos relatos dignos de admiracion. La mejor de las suertes en el concurso. ¡Gracias por compartir maestro!
Att.Hacker

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De menos a más. Impecable. Éxitos en sl concurso.

Muy buen contenido de calidad
Apoyado por el trail "Orincones"
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Uff... Me encantó. Todo el estilo narrativo, la trama... Simplemente genial. En serio lo disfruté, @universoperdido. Todo concurso de relatos de terror debe tener al menos uno de vampiros y el tuyo está su-bli-me.

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