El abismo de mis ojos (Primera Parte)
Teniendo en cuenta estas palabras y ya sacando el tema a flote, he entendido mucho mejor que cada quien vive impulsado por algún talento o maldición, reconozco que esto que llevo encima no sé si llamarlo alguna de las dos cosas -o las dos juntas- pero en toda mi existencia no me ha dejado conocer otra cosa distinta a lo que vivo.
Yo crecí con mi madre, solo con ella, puesto que mi padre había muerto al yo cumplir un año. A mi muy corta edad no entendía la extraña anomalía que poseía y que radicaba en mis ojos; una presencia, un ente o un demonio -como sea que quieran llamarlo- habitaba estos y no quería abandonarlos.
La extraña fuerza, oscura, indescriptible, hambrienta pero quieta, no se manifestaba de ninguna otra forma al menos que alguien más me mirase a los ojos.
Los ocupaba convirtiéndolos en dos abismos oscuros y profundos, tan oscuros que no había presencia de vida, tan enormes que eran como dos pequeñas fosas, y tan terribles por el temible efecto que causan.
Solo tres personas en toda mi vida padecieron los efectos del horrible mal que habita en el abismo de mis ojos, y que lo han sentido tan mal. La horrible experiencia disminuye el espíritu de la víctima y enaltece al del ser que vive en mí.
Antes de contar quienes fueron estas víctimas debo explicar lo que este efecto causa en las personas. Al ver mis ojos las personas reviven sus miedos más estrujantes y espantosos, manifestados de una manera tortuosa, agónica, nefasta y grotesca, de las más terribles que se puedan imaginar, y todo pasa en sus mentes.
Yo, al ser portador de tan maligno poder, tengo la capacidad de ver, como espectador, lo que el miedo despierto y enaltecido hace a la persona, y los episodios y circunstancias que padece. De una manera tan escabrosa como escatológica se pasea destructor en los límites de sus delicadas conciencias.
La primera que padeció mi mal fue mi madre, tenía 7 años y aunque ella ya estaba advertida cometió el error de curiosear en ellos para saber si ha habido algún cambio. Mi madre nunca me llevó a médicos, a pesar de ser una mujer muy preparada y leída en el campo de la salud, sabía que mi oscura marca de nacimiento no tenía nada que ver con un caso médico, sino que era algo más.
No hay que llamarlo negligencia de ninguna manera puesto que solo fue curiosidad científica, y despojado de mis gafas oscuras especiales que cubría mis ojos a la perfección, se enfrascó en mirar en ellos. ¡Ay ojalá no lo hubiera hecho! ¡Lo que ella ha revivido al verlos también me ha marcado de por vida! Y una pequeña advertencia no bastó.
Una voluminosa y furiosa fuerza comenzó a atacarla y al quedar ella sin energías cayó al suelo. En ese momento revivió el día en que murió mi padre. Como si se tratara de una película de un recuerdo o una obra de un suceso del pasado. ¡Lo vi todo como si hubiera estado allí! Ella estaba en la sala, preocupada, mirando el teléfono con desespero, la agonía de estar encerrada comenzó a manifestarse de la manera más extraña y cruel, que a una persona de corazón débil podría causarle un paro cardíaco.
¡Pájaros! ¡Pájaros negros revoloteaban por todas partes! Y se acumulaban creando una espantosa forma monstruosa y abominable que tomó a mi madre alzándola en su colérico episodio despavorido. Una bruma tanto espesa como espeluznante comenzó a ambientar el lugar. Yo no pude hacer nada solo observar como un espectador detrás de un espejo, vi como mi madre era devorada por su propio miedo.
Era solo un niño y al ver a esa edad ese tipo de episodios impresionantes mi concepción de todas las cosas cambiaron por completo. Al terminar todo abrí mis ojos y me volví a colocar las gafas, estaba asustado y jadeando, el pecho y los brazos me dolían y más alterado estaba al ver a mi madre en el suelo, inerte y con los ojos sumamente abiertos.
Estaba totalmente paralizada y le brotaban lágrimas, por un momento sus pupilas se tornaron negras pero poco a poco recobraron de nuevo su natural color verde olivo. Al normalizarse por completo, mi madre despertó de su parálisis, empezó gritando espantada pero luego se detuvo al mirarme a mí, yo le hablé preocupado y tratando de acercarme a ella, pero se levantó sin decir nada y se dirigió a la otra habitación.
Me sentí en ese momento excluido, culpable, rezagado y acompañado por la soledad más sombría y pesada. Me quedé hundido en mi tristeza, tenía ganas de flagelarme, me degradaba a mí mismo ¡Un monstruo! ¡Lo peor de este mundo! ¡Una aberración! –Me decía- Quería huir lejos aislado donde no pudiera hacerle daño de nuevo a mi madre.
Después de unos momentos de su ausencia, ella vuelve a entrar en la habitación con una sonrisa, los ojos hinchados y rojos, era notorio lo mucho que había llorado. Se acercó a mí y me abrazó con fuerza y me juró que hasta el último aliento de sus días ella me protegería de todo aquél que quisiese hacerme daño por mi mal.
El amor de mi madre era inacabable, fue capaz de protegerme creando una red de mentiras sobre mi sobrenatural anomalía, le decía a la gente que tenía una enfermedad fotosensible en mis ojos y por eso usaba estas gafas especiales, y que el más mínimo rayo de luz sea natural o artificial dañaría mis delicadas retinas.
Pude tener, más o menos, una infancia y una adolescencia normal, con limitaciones importantes de por medio, hasta el día en que murió mi madre que todo cambió drásticamente. Yo tenía 17 años cuando ocurrió y la vida misma me asentía de manera garrafal. Me quedé con la casa y todos sus muebles siendo yo el único heredero de mi madre, y a mi cuidado quedó mi tío, mi única familia, ya advertido por la maldición que llevo encima.
Mi tío me dio su amor tanto como mi madre, fue como padre para mí. Era un hombre entusiasta, comprensivo y de buen corazón a pesar de haber enviudado muy joven, toda su vida la dedico al trabajo y en ese trabajo también fui a parar yo.
Mi tío era el mayordomo de la mansión Almagro, una de las familias más acaudaladas, antiguas y poderosas de la ciudad de Montenegro, la ciudad donde vivo. Influyentes en todos los aspectos sociales y dueños de enormes empresas agrícolas del Estado. Su mansión era como un palacio griego imponente, de marfil, iluminado con el más limpio blanco puro.
Yo entré a trabajar como sirviente por recomendación de mi tío, por dentro, era como entrar a un castillo de un sueño. Enormes y anchos pasillos brillantes, hechos al arte románico. Estatuillas esculpidas de mármol, cuadros de arte finísimos y carísimos por todas partes. La mansión se veía antigua, pero remodelada muchas veces, sin perder ese toque artístico y colonial que la caracteriza.
En esta mansión, llena de sirvientes, y sus únicos tres dueños, donde caminar por la despeluzada, larga y hermosa alfombra del pasillo principal, era como un sueño de no despertar, altos ventanales azul cielo y hermosos jardines extensos, un lugar donde las vivaces flores prestaban su belleza a los suntuosos salones, pasillos y habitaciones.
En ese bello lugar, es donde conocería a la segunda persona que, vería con descuidada curiosidad lo que hay en el abismo de mis ojos. Pero no sería sino un tiempo después, cuando las cosas de mi atormentado corazón estuviesen más calmadas.
Congratulations! This post has been upvoted from the communal account, @minnowsupport, by UniversoPerdido from the Minnow Support Project. It's a witness project run by aggroed, ausbitbank, teamsteem, someguy123, neoxian, followbtcnews, and netuoso. The goal is to help Steemit grow by supporting Minnows. Please find us at the Peace, Abundance, and Liberty Network (PALnet) Discord Channel. It's a completely public and open space to all members of the Steemit community who voluntarily choose to be there.
If you would like to delegate to the Minnow Support Project you can do so by clicking on the following links: 50SP, 100SP, 250SP, 500SP, 1000SP, 5000SP.
Be sure to leave at least 50SP undelegated on your account.
Excelente, tienes un nuevo seguidor, espero sigas con contenido como este.
Saludos y muchas gracias por leerme @diego1425 vendrán otras dos partes más. ¡Feliz día!