¿Quién sobra en esta fiesta?
Cuando salve a un Maromero callejero, consolé a King Kong y eché a mi compañera de apartamento, todo eso gracias a la bebida. La historia que estoy por contarles es real y ocurrió cuando me encontraba estudiando en la universidad. Era mi tercer año de carrera y por ese entonces ya me encontraba adaptado a la nueva ciudad donde tuve que mudarme para realizar mis estudios. Me iba bien en clases, tenía bastantes amigos y hasta había logrado alquilar un apartamento grande, de dos habitaciones para mí solo, ubicado en una buena zona de la ciudad, teniendo al fin la independencia que siempre había deseado
Todo marchaba de maravilla, hasta que la propietaria del apartamento decidió aumentar la renta sin previo aviso. El nuevo canon de arrendamiento era un monto muy elevado y se me ocurrió subarrendar la habitación que yo no usaba, para así conseguir dinero extra. Imprimí unos volantes y los repartí por varios sitios en la universidad. Para mi sorpresa, el mismo día recibí una llamada de una chica interesada en alquilar la habitación y concretamos. Estaba muy triste porque había pasado de vivir solo, a tener que compartir el apartamento con una chica odiosa, fea y con pareja, hecho que no me agradaba porque sabía que el chico estaría en el apartamento bastante seguido.
Era viernes 14 de febrero y como no tenía pareja en ese momento, decidí quedarme en casa. Mientras preparaba la cena en la cocina, salió del cuarto de la chica un joven que no era su novio, no le di importancia y seguí cocinando mientras mi inquilina salía del apartamento agarrada cariñosamente de su “amigo”. Al fin y al cabo, la vida sexual de mi inquilina, no era mi problema.
Lista mi cena, me disponía a comer cuando la puerta del apartamento se abrió violentamente y entró un chico desconocido, muy delgado, con aspecto descuidado, cabello largo y sucio, con varios tatuajes mal hechos y múltiples piercings, realmente lucia como un maromero callejero. Detrás del individuo descrito, ingresó mi inquilina, con facciones de preocupación en su rostro. Cabe destacar que el joven descrito no era el mismo hombre que minutos atrás había salido del apartamento.
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Inmediatamente detrás de mi compañera de apartamento ingresó un segundo hombre, un joven alto, corpulento, de tés oscura, a quien reconocí enseguida y quien por su apariencia se había ganado entre sus conocidos el apodo de King Kong. Este último chico que ingresó al apartamento, se trataba del novio de mi inquilina. Tuve que levantarme inmediatamente de la mesa del comedor e interponerme entre el Maromero y King Kong para evitar que este último le diera una golpiza. Acción que realice para evitar verme involucrado en algún hecho violento.
Para poder calmar la situación y tratar de mediar, le pedí a mi inquilina que se fuera a su cuarto, al Maromero que saliera del apartamento y a King Kong que aguardara en la sala, acciones que todos cumplieron bajo protesta. En ese momento entra en escena el alcohol, le serví un trago a King Kong para entrar en confianza y escuchar la historia desde su punto de vista. En efecto, Mr. Kong me relató entre lágrimas que había visto a su novia besándose con el Maromero justo en la puerta del edificio, por lo cual había entrado en cólera. Luego de una extensa charla y varios tragos, logre calmarlo y hacerlo entender que la violencia no era necesaria, señalándole que él debía irse del apartamento para dejar atrás el incidente, propuesta que aceptó. El primer problema ya estaba resuelto, ahora tenía que lidiar con el Maromero, quien estaba en el vestíbulo del edificio, lugar por el cual debía pasar King Kong para poder irse.
Procedí a dejar a King Kong en la sala, no antes sin dejarle a la mano hielo y una botella de vodka. Prepare un Cuba Libre en un vaso descartable para llevárselo al Maromero, llame a la policía y les indique que tenía una persona no deseada afuera del apartamento y dijeron que enviarían a unos oficiales; mi plan de respaldo estaba listo. Salí del apartamento con rumbo al vestíbulo del edificio, encontrándome al Maromero, inmediatamente le ofrecí el Cuba Libre que había preparado. Este personaje se negaba a irse del edificio y con el pasar de los minutos se puso irracional, hasta el punto de tratar de entrar al apartamento por la fuerza. En ese preciso momento es cuando escucho una voz fuerte que pregunta “¿Quién es el que sobra en esta fiesta?”. Tuve que contenerme para no reírme de semejante pregunta que había hecho el oficial de policía. Cuando el oficial vio al Maromero con olor a alcohol y en actitud violenta, decidió reducirlo y sacarlo del edifico a la fuerza. Mi segundo problema estaba resuelto.
Al entrar al apartamento le pedí a King Kong que se fuera y este accedió sin problemas. Por último, le pedí a mi inquilina que saliera de su cuarto, serví un shot de tequila para cada uno y luego de beberlo, le expliqué que debía mudarse porque la situación seguiría repitiéndose pero con distintas personas. Ella acepto que debía mudarse inmediatamente. Luego de ese día aprendí a no subestimar el poder del alcohol, ni a la policía. Ustedes en mi posición, ¿Cómo habrían reaccionado?