La Ley de Dolbear. El grillo meteorólogo
De niño vivía en un pueblo cercano a la ciudad de Barcelona, una población donde se combinaba una creciente y poderosa industria textil, junto a una importante tradición agrícola. En las afueras del pueblo había una gran cantidad de campos de labranza y existían bastantes personas que todavía se dedicaban a este tipo de actividad.
Recuerdo que muchas veces mi padre nos llevaba a visitar a un hermano suyo que cultivaba fundamentalmente alcachofas y acelgas; me llamaba mucho la atención la sabiduría que poseía este tipo de personas y como tenían la capacidad de predecir el tiempo que iba a hacer tan solo con mirar al cielo y ver de dónde soplaba el viento; sabían perfectamente si iba a llover, si iba a hacer mucho calor o cuando llegaba una helada; e incluso tenían la capacidad de determinar la previsión metereológica para toda una estación del año, y como les iba a afectar a sus cosechas; y lo curioso es que rara vez se equivocaban.
Con frecuencia lo comentábamos en casa cuando en la televisión daban la previsión metereológica; nos reíamos cuando el presentador de televisión anunciaba que iba a hacer buen tiempo el fin de semana mientras que nuestro tío nos había dicho que iba a llover; efectivamente al final llovía.
También recuerdo que sobre todo en verano, en aquellos campos descubiertos existía un ruido inconfundible que inundaba nuestros oídos; se trataba de los grillos cantando, o al menos así es como se denomina al sonido que emiten estos insectos. Un sonido que durante el día todavía es medianamente soportable, pero que si tienes la desgracia de que haya alguno en los alrededores de tu casa, por la noche se convierte en algo absolutamente inaguantable.
Cuando el sonido de los grillos cantando era muy intenso, mi tío comentaba que ese día iba a hacer mucho calor; y el caso es que siempre acertaba.
Esta historia viene a colación de una curiosa formulación matemática denominada “Ley de Dolbear” según la cual existe una relación directa y proporcional entre el llamado canto de los grillos y la temperatura ambiental.
Aunque prácticamente todo el mundo hemos escuchado en alguna ocasión el cantar de un grillo, la realidad es que es muy difícil poder observar a estos insectos en plena naturaleza. Reconozco que muchas veces he intentado averiguar de dónde procedía el sonido pero me ha sido prácticamente imposible determinar el lugar exacto de origen del mismo.
Los grillos son unos insectos parecidos a los saltamontes, con alas y con unas patas traseras más grandes que las delanteras, pero no pueden saltar tanto ni volar a tanta distancia; en cambio se mueven muy deprisa por el suelo. El sonido que producen no es debido a que canten, sino es consecuencia de frotar sus alas; solo los machos lo hacen y tiene una función básicamente de cortejo hacia las hembras, aunque otras veces también tiene un fin disuasorio contra otros machos, ya que son insectos tremendamente territoriales.
La longitud de onda en la que emiten su sonido tiene una amplitud similar a la distancia entre los oídos de un ser humano, y ello hace que sea muy complicado distinguir la procedencia del mismo; eso unido a su gran capacidad de camuflaje, hacen que sea un insecto muy difícil de localizar.
Un profesor universitario americano llamado Amos Dolbear formuló en el año 1987 su llamada “Ley de Dolbear”, según la cual los grillos incrementan y acelerar su canto según sube la temperatura ambiente.
En base a unos estudios de cierta variedad de grillo llamado “grillo de árbol nevado”, Dolbear observó que los grillos emitían 80 de sus inconfundibles cri-cri-cri por minuto, con una temperatura ambiental de 15 grados centrígrados. Sin embargo para una temperatura de 21 grados centígrados, la frecuencia de emisión aumentaba hasta los 120 cri-cri-cri por minuto. Esto es debido a que el grillo, al igual que el resto de insectos, es un ser vivo de sangre fría, y en caso de aumento de temperatura, eleva sus funciones corporales.
Dolbear estableció una fórmula según la cual hay que contar el número de cri-cri-cri durante 8 segundos, y a esa cantidad sumarle 5; de esa manera determinaremos la temperatura existente en grados centígrados. Esta fórmula es bastante exacta y apenas tiene variaciones para la mayor parte de los muchísimos tipos de especies de grillos existentes en el mundo. Sin embargo la fórmula presenta un pequeño problema, y es que solo funciona para temperaturas de entre 5 y 30 grados centígrados.
Para resolver este problema, en el año 2007 un equipo de investigación de la NASA continuó con las investigaciones de Dolbear, y determinó una nueva fórmula; en esta caso hay que medir los cri-cri-cri emitidos durante 15 segundos y posteriormente sumarle 37; de esa manera nos determinará una temperatura en grados farenheit, la cual es muy similar a la temperatura ambiente; posteriormente simplemente hay que convertir esa temperatura a grados centígrados.
Con el tiempo se demuestra que esos conocimientos y esa sabiduría que posee la gente de campo tiene una base científica; ellos no saben explicar el por qué de las cosas, pero su experiencia les hace tener la certeza de que eso es así; y no se suelen equivocar.
Fuentes:
https://www.xatakaciencia.com/biologia/la-sabiduria-matematica-de-los-insectos
http://esasombroso.com/como-saber-la-temperatura-del-ambiente-contando-los-chirrido-de-los-grillos/
http://www.econoce.com/calcular-la-temperatura-con-los-cantos-de-los-grillos/
http://www.botanical-online.com/animales/grillo.htm#
La gente del campo, por lo general son muy buenos observadores y la observación es el primer paso para el método científico.
agricultores y pastores son los mejores meteorólogos.
Un muy buen post @torkot
Nada más agradable que una alta temperatura y la serenata de los pequeños grillos...(sarcasmo) Como siempre excelente publicación.
Interesante. Ahora el sonido que emiten los grillos de noche es insoportable.
Cri cri
Cierto, muy cierto @torkot. Yo he publicado acerca de algunos insectos y es que se vienen apareciendo en casa, dependiendo del clima.
Yo digo a mis hijos, viene lluvia o hará calor intenso, dependiendo del que aparezca, pues mi abuela, siempre lo decía, con un grado de certeza 90% como mínimo.Ciencia y sabiduría popular unidas, harían del mundo, un paraíso.
Un hermoso post. Felicidades.