Reflexión: Venezuela.

El tiempo corre y todo necesariamente cambia. La luna ya no está en la posición de hace un momento y el reloj marca su paso inclemente para alertarnos. Escucho los gritos incesantes de las agujas en movimiento y pienso en todas las cosas que me gustaría hacer... Me gustaría viajar por el mundo y conocer cosas nuevas. Sin embargo me pierdo en la desesperanza de ver a mi país en ruinas; me pierdo sin remedio en la amargura de saber que he perdido gran parte de mi vida en este régimen y que a pesar de todos los males por lo que todo mi pueblo se encuentra sufriendo, no logro ver en un horizonte próximo la salida a esta tortura. Quiero creer en que vienen cosas buenas para este pueblo, pero ¿Qué sucederá con la mentalidad de los míos? Debemos entender que nuestro concepto de vida es erróneo, la viveza de la que nos jactamos no es más que mediocridad y marginalidad disimulada; concuerdo con las personas que dicen que tenemos lo que nos merecemos, pero creo que eso puede cambiar: podemos cambiar lo que merecemos cuando logremos cambiar lo que somos y lo que transmitimos. No estamos aquí por estar. Estamos aquí para dejar un huella.