Relato de un felino domesticado.
Escuché decir de un tipo bastante ebrio que nuestra especie era bastante elegante, que tenemos "estilo". Lo que me llevó a pensar que no tenía tanta razón. Solo tenemos algo de coordinación, y bastante suerte en general, a comparación con ese puñado de perros idiotas que persiguen cualquier auto; pero ese no es el punto.
Una mañana, rompí por un momento esa costra de la soledad. Me acerqué sigilosamente al mismo tipo que les comente mientras lo analizaba detenidamente, como buscando alguna señal de si podía ser alguna amenaza o no; pues muchos bípedos malintencionados han matado por mero capricho a los de nosotros, solo porque no tenemos voz para expresarnos, o la suficiente fuerza para joderlos como ellos a nosotros.
Pero este hombre no me generaba tanta desconfianza. Más bien se veía bastante indefenso dentro de lo que considere, frágil, autodestructivo y tal vez un poco roto. Casi tanto como yo lo estuve hace algún tiempo.
Así que al acercarme lo suficiente y ver que no era hostil, me le quede mirando con la cola levantada por un rato, estudiando sus acciones milimétricamente hasta que se percató de mí, posando la mirada vaga y cansada de sus ojos mellados por los años, sobre el espacio donde me encontraba. En cualquier caso, si hubiera necesitado huir, un zarpazo al rostro hubiera sido más que suficiente, tampoco soy un gato pendejo.
Le di un saludo bastante gentil cuando finalmente hice contacto, frotándome contra la bota de su pijama de trapo y me dijo con una voz áspera y arrastrada: _Hola bandido, buenos días, ¿Qué haces por aquí? _
Obviamente no me llamaba así... estaba buscando uno de mis tantos desayunos. Y parece que entendió cuando le maullé, porque al darse la vuelta entro a su casa y no salió hasta un rato, con algunos trozos de sardina en una lata y un poco de agua, sorprendido de que todavía estuviera ahí esperando. _¡QUE MANJAR! _ dije entre mis fauces, tenía rato arriesgando mi vida cuando rebuscaba entre la basura del chino de la esquina, a veces solo para conseguir algunos pellejos de pollo crudo. La verdad, que fortuna de persona.
Este tipo era bastante peculiar. Lo había visto con bastante frecuencia en el poco tiempo que llevaba merodeando por el vecindario. No era el típico padre de familia que me lanzaba agua cuando cortejaba a una dama por las noches, o el niño hiperactivo que me perseguía hasta que se cansaba. Me agradaba su estilo descuidado, era una clasificación nueva para mí dentro de los que caminan sobre sus patas traseras.
Con los días se volvió rutinario el ver a este tipo en pijamas. Despertaba del lugar donde me acobijaba la noche y al despuntar la mañana bordeaba las cercas o trepaba sobre los muros de los callejones aledaños para llegar hasta su puerta. Él ya tenía una lata espumante en su mano derecha, y en algunos casos, una bolsa repleta de basura en la que nunca encontraba nada bueno; colillas de cigarrillo, bolas de papel arrugado o bolígrafos sin tinta que no eran para nada de mi interés. Basura de escritor.
Lo esperaba como era de costumbre, no sé si me volví su mascota o una clase de dios al que le rendía tributo al despertar. El me daba algunas sobras, algo de agua y yo le agradecía con la compañía esporádica que tal vez le hacía falta pero que nunca demandaba. En cierto sentido me recordaba a mí mismo, quizás él era un gato de dos patas.
Nuestra relación se fue estrechando bastante, conversaba mucho conmigo cada vez que se daba la oportunidad. Me contaba del doble filo de nacer feo en esta vida, y de cómo afrontar los problemas con estilo hace que los conviertas en un arte. Me decía: _Eso... eso es lo que admiro de ti, pequeño _. Ya no tenía esa necesidad de aventurarme a conseguir el “pan del día”, como he escuchado de la gente por la calle.
Me domesticó, lo admito. Me comencé a dar cuenta de ello cuando llegué una mañana y raramente no estaba. Lo esperé un rato mientras rasguñaba su puerta, y no había respuesta; solo me basto echar un vistazo para notar que había una caja con un almohadón dentro, y justo al lado, las latas que yo acostumbraba a utilizar. Esto no lo espere en ningún momento, había dejado algo de comer para mí, que detalle, pero como no podía confiarme de la calle subí a un muro donde pegaba el sol de la mañana y tomé una siesta con los ojos entreabiertos mientras lo esperaba.
Se hizo de mediodía y baje a tomar algo de sombra hasta el pórtico mientras lo esperaba. Cacé un cucarachero descuidado y se lo deje como regalo en la alfombra. Finalmente llego con algunas bolsas, me saludo con una pequeña caricia sobre mi cabeza y entro a su apartamento. Vi que abrió una ventana para fumar un cigarrillo, y me acerque hasta donde estaba el para hacerle algo de compañía.
Me colocó alrededor del cuello una delgada correa con un cascabel que sacó de su bolsillo y ahí me dijo: _ No jodes tanto como para ser callejero, y estas algo maltratado por la vida, así que ahí tienes. Algo de lo que le puedas presumir a tus amigos cuando salgas por ahí. No sabía cómo llamarte, ni se si tienes o tenías un nombre. Pero yo te llamare “Ernest”, como uno de los hombres que admiro, un tipo que fue único y excéntrico, pero no tan elegante como tu pequeño bandido. _
Mierda... Sentí un confort tan diferente, un cariño tan autentico e irrepetible. Tenía un nombre nuevo, ya no me apodarían micifuz en el barrio; antes no me había importado eso, pero ahora era más que un gato al que pateaban, insultaban o perseguían. Era como parte de su familia. Y sonara muy estúpido para mis compañeros, pero este tipo y yo éramos muy parecidos, casi entendía por completo cuando me balbuceaba en su idioma las historias de sus cicatrices invisibles, o el agobio, o la frustración que sentía regularmente. Era como verme calzado en un cuerpo de 90 kgs como si fuera un vehículo.
Nunca nos buscamos el uno al otro, solo nos encontrábamos por casualidad. Hasta que se volvió costumbre.
Post Data: Este trabajo fue inspirado en gran parte por Charles Bukowski, su amor a los gatos y un poema en especifico (el cual es uno de mis favoritos) titulado "Estilo" ,el cual les comparto para que lo puedan leer en el blog que les voy a dejar aquí en este link.
Posted from my blog with SteemPress : https://theferro.000webhostapp.com/2018/08/relato-de-un-felino-domesticado
Ch. B. es por mucho uno de los mejores poetas "malditos" que hay... y bueno, alguien como él tendría que ser amigo de un gato =)
No solo de uno, de varios quizas jajajaj.
Gracias por leer @daviana !!!
Saludos :D
Gracias por compartir tu contenido con la comunidad de El Arca (@elarca), el mismo ha sido votado por nuestra iniciativa de curación artística @stellae.
Si deseas puedes delegar SP al proyecto: Delegate 25 SP | Delegate 50 SP | Delegate 100 SP | Delegate 250SP | Delegate 500SP o seguir nuestro trail de curación en Steem Auto.
Graciaas :D!!!
¡Maravilloso! Me gustó muchísimo.
Un abrazo.
Muchas gracias maria luisa :D !!!
Un abrazo super fuerte para ti
Saludoos !!!
Saluditos