Para hacer que este mundo sea mejor para todos, creo que podremos aportar un valioso bien, la de ayudar a que los demás puedan encontrar algo positivo de sus fracasos.

Es inevitable fallar. Tanto los triunfadores que son sostenidos con los aplausos de sus fans hasta el mediocre fracasado que abandonó la lucha, encuentran a los fallos en sus caminos.

Me llamó la atención una vez que leí en un libro de John Maxwell, que mencionaba que el fracaso es un proceso, que había que prepararse para fracasar.

Curioso punto de vista. Nos enseñan a preocuparnos por ganar, nos enseñan a tener una mentalidad de ganadores, pero al mismo tiempo nos muestran que fallar es algo malo, como si fuera la marca de los perdedores.

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Nos enseñan que para triunfar, hay que ser infalible. Ven a los que fallan como una escoria. Los ganadores son gente inmaculada, jamás fallaron, son perfectos. Qué mito más ridículo, amigo steemian.

Empezamos a ver a los fallos como la evidencia de que no somos aptos, de que el triunfo no es para nosotros.

Aparece el miedo al fracaso, el temor al rechazo acompañado del desagradable miedo al ridículo. No puede faltar la aparición del temor al éxito, que engendra la mal famosa procrastinación.

Imagina aprender sin fallar. ¿Eso pasa alguna vez?

Algo tan simple como lanzar unos dardos al blanco, está lleno de fallos, una y otra vez.
No debería considerarse un fracasado alguien que yerre en sus primeros intentos.

Pero así pasa, y con bastante frecuencia. Lo intenta unas dos o tres veces, y abandona.

¿Por qué? Porque no fue preparado para fallar.
Se creyó el mito de que los triunfadores no fracasan. Falso, falso, falso.

Cuando un jugador de béisbol falla tres veces en un turno al bate, se poncha, debe retirarse, ha fallado. Bueno, steemian, el jugador que más ponches logro en su época fue el legendario Baby Ruth. Sí, estamos hablando del mismo jonronero que cambió la historia del deporte. Record en jonrones, y el precio que pagó fue con un record de fracasos, el más ponchado de la liga.

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En los deportes es fácil conocer las estadísticas de los fracasos. Los célebres jugadores de fútbol, los más famosos, fallan en los momentos que más se les necesitan, por ejemplo, al cobrar un tiro libre.

Están sin que nadie les moleste, solos frente al arquero, y aun así, fallan el tiro. Igual pasa con los basquetbolistas, es común ver errores de novatos en manos de los gigantes de la NBA.

En los negocios abundan fracasos por montones. El empresario promedio necesita fracasar 3.8 veces antes de obtener éxito. Es decir, deben perseverar más de tres veces. Adivina, la mayoría, abandona sus proyectos a la segunda y si acaso, tercera vez de intentarlo. Luego, abandona.

Se va de su proyecto diciendo que no sirve, que es un fracaso; y la lista es larga según la imaginación de quien fracaso porque decidió abandonar antes de tiempo.

En fin, si el fracaso es un elemento en común entre los triunfadores y los fracasados, ¿cuál es la diferencia?

La gente exitosa es admirable. Viven y disfrutan como si una estrella les iluminara el camino. Por otro lado, la vida repleta de miserias e infortunios de quienes no alcanzan el éxito es lo que hace que vivir sea un infierno.

La diferencia está en la manera como enfocan el fracaso. Lo que piensan y hacen con él.

El triunfador lo mira con ojos de “eso es normal que pase, fallar es un paso más hacia mi éxito”. Claro que los mediocres no piensan eso. Durante el proceso, cuando el exitoso aún no tiene resultados que mostrar, es un blanco de ataques, críticas y opiniones que intentan ridiculizarlo.

El futuro exitoso se traga el amargo bocado del fracaso temporal, y continúa, habiendo aprendido lo que no sirve.

Y el mediocre cuando falla se lo toma a modo personal. Las lecciones que aprendió desde su escuela sobre el éxito le acosan, el pasar vergüenza por mostrar un fallo, el miedo a ser medido por los errores que va a presentar durante su aprendizaje, le obligan a rendirse cuanto antes. Prefieren decir que no sirven para eso, que tener que enfrentar las miradas de desaprobación de aquellos que creen que el éxito viene empaquetado en un solo intento.

Prepárate para fracasar, steemian.

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¿Cuál es tu reacción cuando Steemit no te da los resultados esperados?

¿Acaso haces lo que deciden hacer los mediocres, renunciar por haber fallado unas cuantas veces?

Mejor observa el fracaso como una victoria potencial.

Tampoco me gusta pensar que para conseguir el éxito hay que fallar y fallar sin cesar. Los que le temen al éxito creen que para triunfar, primero hay que pasar por un largo y tortuoso camino.

Te recuerdo que también hay caminos rápidos, los cambios pueden ser inmediatos también.

Lo importante es que los fallos no son la medida con que debemos valorarnos a nosotros mismos.

No vales menos si fracasas, eso es todo. Así podrás continuar con tu autoestima intacta.

No te valoras por lo que piensan los demás, así tu respeto propio permanece saludable.

Si te equivocas, aprendes y continúas. No te valoras según tus errores.

Los errores, amigo steemian, son el precio para triunfar.

¿Cuántas veces fallarás?

No importan, trata de que sean las menos posibles, siempre y cuando no desfallezcas en el camino, siempre y cuando estés dispuesto a cambiar tus planes, a hacer las correcciones que hagan falta.

Nadie recuerda al que llegó de segundo lugar, así sea perder “por una nariz”.

Me despido por hoy, nos vemos mañana, en el próximo post.

Feliz día.