Viviendo en la desesperanza

Escribo desde aquí...

Desde el África en plena América Latina, padeciendo la más terrible y despreciable agonía, aquella del que ya nada espera. Queriendo correr, necesitando salir, luchando contra tus raices, que se aferran a la tierra y se rehusan a dejarte andar.

El aire se vuelve denso, la gente se pierde y las luces de sus ojos se apagan, los jóvenes parecen viejos y los viejos solo viven de añoranzas.

Nacimos en la patria grande, tan grande... pero cada día se reduce a nuestro alrededor, ahogándonos, aturdiendonos...

Nacimos creyendonos ricos, pero la verdadera riqueza no se toca, no se cultiva, ni se explota, la riqueza eramos nosotros, esa gente que ya se fue, que está lejos, esa gente que mataron, de las cuales hoy solo quedó su recuerdo o el eco de voces que desde afuera nos gritan: ¡Reaccionen!

Y no es tan fácil, muchos estamos aun conscientes, sentimos, padecemos, pero como un paciente en coma, no nos podemos mover, una fuerza nos controla y reprime nuestros cuerpos sin que podamos hacer nada, ya no es solo la raiz, es el sistema.

El sistema que nos redujo a la nada, que nos manipula y nos convierte en objetos, sin derechos ni aspiraciones, en animales hambrientos de fácil arreo.

Pero, si a mi alma irreverente y a mi espíritu insaciable aun le quedan fuerzas, con mi último aliento llegaré hasta donde mis sueños puedan volver a flocerer, donde el aire sea ligero y la grandeza sea mental

Perdón, no me dejaron otra opción.

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